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Ficha

Resumen

Después de atravesar un duro divorcio, Lucas (Mads Mikkelsen) tiene una nueva novia, un nuevo trabajo como maestro, y está de a poco reestableciendo la relación con su hijo adolescente. Pero las cosas se complican cuando una mentira inocente comienza a regarse como pólvora. El escándalo y la desconfianza se salen de control, y la pequeña comunidad se ve envuelta en un estado colectivo de histeria, mientras Lucas pelea una lucha solitaria por su dignidad.

Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: Un ejercicio cinematográfico incómodo, contundente y profundo, con magistral actuación de Mads Mikkelsen, que le valió el premio a mejor actor en el Festival de Cannes.

Psicosis

Thomas Vinterberg, el director de esta película, es el menos extremista de la dupla de directores daneses - el otro fue Lars Von Trier - que creó y después disolvió el Dogma 95. Este movimiento reivindicaba un cine de tono realista, alejado de los efectos especiales, y contaba con algunos principios al menos curiosos, como que el nombre del director no apareciera en los créditos. Si bien en lo eminentemente técnico ni los propios creadores respetaron demasiado los enunciados que ellos mismos implantaron, en lo conceptual sus películas, aún en un marco de calidad dispar (en el caso de Von Trier la irregularidad es su marca en el orillo), apuntan a conmover y a generar incomodidad en el espectador. Este caso no es la excepción.

Al igual que en su film del Dogma, La celebración (1998), el tema puntual que dispara lo realmente trascendente en la historia, tiene que ver con niños abusados sexualmente por personas de su entorno cercano. En aquella oportunidad era en el seno familiar, mientras que en ésta el supuesto incidente tiene lugar en una pequeña comunidad donde todos son amigos o, al menos, conocidos.

El filme comienza y termina prácticamente con las mismas imágenes. Un grupo de hombres desplegando una serie de rituales que tienen como objetivo aparente la caza de venados, que conlleva la reafirmación de la hombría de los cazadores, en especial la de los recién iniciados en dichas andanzas. Y si antes hablábamos de temas puntuales y trascendentes, justamente en lo que tendrá que padecer uno de ellos está la perturbadora y principal reflexión que Vinterberg pone arriba de la mesa. Notablemente llevada a cabo desde el punto de vista cinematográfico, además.

Lucas (en magistral actuación de Mads Mikkelsen que le valió el premio a mejor actor en el Festival de Cannes) es un maestro de la escuela local. Recientemente separado, su principal preocupación pasa por encontrar la manera de poder estar más en contacto con un hijo adolescente que, a su vez, prefiere vivir con su padre y que llegado el momento, será casi su único aliado incondicional. Las luces de su vida están en lo que comparte con los alumnos de la escuela. Indudablemente esos niños lo quieren y en especial en los juegos que comparten, queda claro el cariño mutuo.

Tal afecto adquiere forma casi de devoción en Klara, una encantadora niña que en su núcleo familiar no la pasa del todo bien. Hija de su mejor amigo, acude a todo su ingenio para captar la atención de Lucas. Una leve discrepancia entre los dos hace que en Klara aflore el resentimiento y la violencia contenida de la que es testigo a diario y acuse a su adorado amigo de haberse propasado con ella. Es a partir de ese momento - al mejor estilo hitchcockiano, un hombre es acosado por las circunstancias a pesar de no haber hecho nada para merecerlo - en que el filme hace un análisis áspero, inteligente y muy poco optimista de algunos comportamientos sociales en general, y del propio ser humano, ya que al fin y al cabo es éste quien integra esos grupos.

Más allá de estar de acuerdo o no con algunos extremos, es indudable la coherencia narrativa y la buena puntería de la que hace gala Vinterberg para conducir al espectador a su juego; a la vez que con algunas conductas bastante reconocibles, la imagen que se devuelve de un imaginario espejo no es de las más gratificantes precisamente. Esto queda patentizado claramente en el momento en que la niña se arrepiente de su mentira y manifiesta más de una vez que todo fue producto de su enojo e imaginación. Esta actitud solo encuentra en sus receptores adultos subestimación - la misma que no mostraron cuando ella mintió - y descreimiento. Es como que todo ese grupo de personas necesitara con desesperación, y a manera de expiación de sus propios pecados, cazar y someter a un hombre de la misma forma en que lo hace con los venados.

Y lo que en un caso significa la reafirmación de la "hombría", aquí oficia como la búsqueda de sentirse "buenos", aunque solo sea mediante la oposición al que encarna la maldad en todos sus términos; en este caso Lucas, quien de a poco irá cambiando su forma de reaccionar ante los ataques. Ese proceso, creíble y humano, está magníficamente retratado, con momentos que llegan a una intensidad dramática sofocante.

La cacería es un ejercicio cinematográfico incómodo, contundente y profundo. Además tiene un final inquietante, que nos recuerda que lo que con tanto ahínco se crea no se borra con sonrisas.

Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy