Dios local

Dios local

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Presentado por
  • Titulo original: Dios local
  • Dirección: Gustavo Hernández
  • Género: Terror
  • Protagonistas: Agustín Urrutia - Mariana Olivera - Gabriela Freire
  • País: Uruguay Año: 2014
  • Duracion: 90'
  • Sitio oficial IMBD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Tras una serie de trágicos incidentes, los tres integrantes de un grupo de rock se internan en unas alejadas grutas para grabar los videos que acompañan su último disco. En esta búsqueda, liberan el espíritu de un antiguo ídolo que los sumerge en el oscuro mundo que proponen en su propio disco, y reviven sus más aterradoras vivencias. Segunda película del director de La Casa Muda, Gustavo Hernández.

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Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: Pese a algunos altibajos, no tiene nada que envidiarle a algunos títulos de género similar, pomposos y de gran presupuesto que provienen de otras latitudes. Técnicamente, un notable trabajo que logra una inquietante atmósfera.

Cuentos de la cueva

El segundo largo de Gustavo Hernández era esperado con singular expectativa. Su primer trabajo, La casa muda (2010), además de haber sido un ejercicio a grandes rasgos correcto - dentro de un género infrecuente en el cine uruguayo como el de terror - hablaba de un cineasta convencido de hacia dónde dirigir su propuesta. En Dios local el género se repite, y si bien en lo global estamos ante dos películas distintas, los méritos y los aspectos flojos tienen notorios puntos de contacto con lo que había pasado en su film anterior.

Maite (Gabriela Freire), Diana (Mariana Olivera) y Manuel (Agustín Urrutia) son veinteañeros integrantes de un grupo de rock, que elige una mina abandonada en Lavalleja para grabar algunos videos que formarán parte del lanzamiento de su disco despedida. Compuesto de tan solo tres canciones, dichos "tracks" oficiarán en el film a manera de capítulos, en los que cada uno de los miembros del grupo tendrá un protagonismo casi excluyente.

Mientras que Diana y Manuel son pareja, Maite es hermana de él y no se lleva del todo bien con su cuñada. Luego de una más que somera introducción, prontamente nos encontramos con que los personajes ya están instalados en la cueva, y será en los preparativos de la grabación cuando encuentren por casualidad una especie de muñeco de forma bastante diabólica. A partir de ese momento el desasosiego invadirá sus mentes, y los traumas y algunas situaciones dramáticas no superadas del pasado saldrán a la luz (o, mejor dicho, a las tinieblas). El tono más habitual será el de un thriller psicológico y de suspenso, en el que se intercalarán algunos momentos en los que se busca que el espectador sufra algún tipo de sobresalto no demasiado brusco.

Técnicamente estamos ante un notable trabajo. Los planos elegidos por Hernández aparecen ingeniosos y atinados, pero el verdadero salto de calidad está en la fotografía de Pedro Luque y en la dirección de arte a cargo de Federico Capra (ambos ya habían colaborado con el director en su antecedente). Ahí están los pilares en los que se basa una historia que tiene el 90 por ciento de su desarrollo en lugares oscuros y cerrados. Si partimos de la base que una de las premisas básicas de una película de este tipo es generar inquietud, era imprescindible lograr que los ambientes lucieran claustrofóbicos y opresivos, y realmente la atmósfera creada logra los resultados buscados.

Donde la película ofrece su punto más flojo - al igual que en La casa muda - es en un guión que, si bien narrativamente no deja flancos sin cerrar y va explicando algunos detalles importantes mediante efectivos flashbacks, no logra generar empatía con las distintas situaciones traumáticas por las que pasan los protagonistas, detalle fundamental a la hora de generar una tensión dramática generalmente ausente. Es posible que si se hubiera empleado más tiempo en presentar a los personajes este punto podría haberse al menos disimulado.

En lo que refiere a la actuación del trío protagónico, en un marco de corrección general ante un tipo de interpretación para nada sencilla, se destaca la labor de Gabriela Freire en el rol de Maite.

Esa cuota de cine de género, que tanto se le reclama desde algunos sectores a la producción nacional, ofrece en esta película un ejemplo interesante. Pese a los altibajos apuntados, no tiene nada que envidiarle a algunos títulos similares, pomposos y de gran presupuesto que provienen de otras latitudes, y que las más de las veces lejos están de realzar una cartelera en general monocorde. No es poco.


Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy

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