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Ficha

Resumen

En la cotidianidad de la vida, alrededor de una mesa, Mariana conoce a Carolina, una chica con síndrome de down. Los días y los meses pasan, las estaciones cambian, mientras somos testigos de una historia de vida y de un vínculo afectivo que se fortalece en el tiempo.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: El mayor hallazgo de la película es la construcción de un pequeño vínculo, entre la realizadora y su protagonista. Un documental que conmueve y desmonta prejuicios ante realidades distintas, desde una mirada sensible y respetuosa.

A ambos lados de la cámara

Ya desde el comienzo la directora Mariana Viñoles establece una propuesta clara: la historia está centrada en la protagonista desde la extrema cercanía. Para ello, toma la decisión de mantener una puesta de escena despojada y un encuadre casi único, que se consigue sostener en base a la expresividad de Carolina y el tejido sutil y progresivo de un vínculo que atraviesa toda la película.

Este riesgo que asume Viñoles no es arbitrario y se comprende a medida que avanza el documental. El título de la obra ya advierte que va a incursionar en el universo personal de la joven protagonista y una gran forma de aproximación es mostrarla en su espacio, en el comedor junto a su familia. Sobre la mesa podemos observar cómo pasan los días y las estaciones a través de sutiles muestras como la vestimenta y lo que sirven para comer. Así, logra transmitir cómo la realidad de Carolina implica una cuestión inmutable, un cierto estancamiento del que desea salir.

Por otro lado, el uso de un espacio tan limitado refuerza la idea de una joven que no es del todo comprendida en su afán de independencia; nunca llegamos a ver el comedor en su real tamaño, tan sólo un recorte. Este encierro es también perceptible en la palabra de la protagonista: cuando Mariana le pregunta sobre su mayor sueño, Carolina responde que querría poder pasear.

Las preguntas de la directora hilvanan el documental, revelando la personalidad intensa de la protagonista que habla de todo un poco, aunque mucho de su vínculo con los hombres y sus pensamientos sobre el amor. El plano siempre está centrado en Carolina, tanto así que las personas con las que convive aparecen fragmentadas en el encuadre y se pierden sus caras. Este mecanismo es particularmente relevante en el momento en que la madre habla sobre su nacimiento; el relato aparece en off, mientras la cámara enfoca a la protagonista y sus reacciones.

Si bien nos encontramos ante "El mundo de Carolina", el documental remarca que se trata del punto de vista peculiar de Mariana Viñoles, ya desde la decisión de que sea ella quien opere la cámara, identificándola plenamente con su mirada. Teniendo en cuenta que se escuchan tanto las preguntas como la voz en off de Viñoles, el vínculo directora-protagonista se plantea desde el comienzo, con detalles como el olvido del micrófono por su parte - revelando un detrás de escena - hasta momentos más íntimos, donde ella elige apagar la cámara para escuchar las confesiones de Carolina. A medida que transcurre el tiempo, su relación se va fortaleciendo, la directora figura ante cámara y termina por contarle la experiencia que la motivó a hacer la película.

Y es este el mayor hallazgo del documental, la construcción de un pequeño vínculo, convirtiendo a la realizadora en un personaje más y hablando también sobre su vida y experiencia. La revelación de un proceso por el cual ante la conexión con otra persona Viñoles aprende sobre sí misma. La propuesta atípica en el encuadre muchas veces funciona a nivel expresivo, pero aún más las preguntas y respuestas elegidas para ilustrar la forma de ser de Carolina, desde la proximidad y la comprensión. Se constituye así un documental que conmueve y desmonta prejuicios ante realidades distintas, desde una mirada sensible y respetuosa.

Por Julia Peraza para Cartelera.com.uy