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Ficha

Resumen

Miguel Ángel García Mazziotti (Jorge Denevi), figura gay decadente de la farándula del Río de la Plata,  recibe la visita de su hija Virginia (Verónica Perrotta), con quien ha estado distanciado por años. “El Gordo”, como lo llaman todos en Punta del Este, rechaza abiertamente la visita de Virginia, pero al enterarse de que va a ser abuelo no puede más que enternecerse y sumarse a la felicidad de su hija. Así comparten un verdadero fin de semana familiar, que para ser feliz, como en muchas familias, debe ser de mentira.

Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: La película encaja perfectamente en el tono de una comedia dramática, donde la mentira es la fachada perfecta de una historia sobre lo complicado que pueden llegar a ser las relaciones humanas, y hasta dónde se puede llegar con tal de superar algunas barreras.

 

Mentiras, sexo y video

 

Si bien es la primera vez que trabajan en conjunto, Verónica Perrotta y Gonzalo Delgado - actores, codirectores y coguionistas de esta película - han estado vinculados a gran parte del cine uruguayo de los últimos 15 años. Ya que sería realmente muy larga la lista de trabajos en los que participaron y se destacaron (ella fundamentalmente en actuación y guion y él en dirección de arte y en algunos libretos), sólo diremos que desde que se conocieron en la filmación de Whisky (2004), la idea de trabajar juntos estuvo en sus planes hasta llegar finalmente a concretarse en este filme.

 

La trama principal se ubica en una Punta del Este fuera de temporada y cuenta el intento de Virginia - maestra preescolar que está atravesando una situación personal complicada - por reestablecer el vínculo con su padre ausente: Miguel Ángel, gay notorio, personaje de la farándula puntaesteña y gran mentiroso si se trata de ocultar su franco deterioro. En un principio, Miguel Ángel no demuestra ningún interés en retomar el vínculo, pero al enterarse de que su hija está embarazada cambia rotundamente de actitud.

 

La película encaja perfectamente en el tono de una comedia dramática, donde la mentira es la fachada perfecta de una historia sobre lo complicado que pueden llegar a ser las relaciones humanas, y hasta dónde se puede llegar con tal de superar algunas barreras. Se nota que este trabajo tuvo las mejores intenciones de parte de la dupla responsable y que muchas ideas pasaron por sus cabezas. Alternando situaciones graciosas con otras bastante duras, se tiran sobre la mesa varios temas además del ya mencionado. Por allí aparecen la importancia que se da a la opinión de los otros - esas selfies a cara sonriente son un buen ejemplo -, el deseo de escapar de la propia realidad y el lugar que ocupa la maternidad en la vida de las mujeres. Daría la impresión de que la intención de abarcar tanto hizo que algunas aristas no hayan sido tratadas con la debida profundidad. Los mejores momentos se dan cuando se recurre a un humor absurdo, grotesco y con mucha ironía; por el contrario, cuando alguna situación dramática se basa en gritos y subrayados innecesarios, el relato pierde efectividad.

 

El diseño de personajes está en general correcto; quizás en el de Miguel Ángel hay un exceso de brocha gorda (cosa a la que contribuye una actuación de Jorge Denevi que exagera en algunos pasajes), pero en el caso de Virginia, interpretado con la sensibilidad que caracteriza a Perrota, es donde está el alma de la historia y lo mejor del filme. Sus matices, a veces sutiles, a veces explícitos, su necesidad de que ser querida por su padre y su esposo - muy buena actuación de Delgado - reflejan a una persona en medio de un proceso complejo y de rumbo incierto. En relación al espectador, ella necesita más comprensión que cariño, y lo busca como un cómplice que quizás no siempre termine aprobando sus actitudes. De su proceder es que surgen varias reflexiones, quizás no todas agradables pero sí reconocibles y humanas.

 

Pese a las irregularidades antedichas (y a un afiche promocional un tanto engañoso), la película es entretenida, se sigue con interés y nos hace pensar en esas circunstancias en que el fin sí justifica los medios.

 

Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy