El ciudadano ilustre

El ciudadano ilustre

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  • Titulo original: El ciudadano ilustre
  • Dirección: Mariano Cohn -Gastón Duprat
  • Género: Comedia dramática
  • Protagonistas: Oscar Martínez - Dady Brieva
  • País: Argentina-España Año: 2016
  • Duracion: 118'
  • Elenco: Andrea Frigerio - Nora Navas - Gustavo Garzón - Manuel Vicente
  • IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Un Premio Nobel de literatura que vive en Europa desde hace décadas (Oscar Martínez) acepta una invitación de su pueblo natal en Argentina para ser distinguido como Ciudadano Ilustre. En un viaje al corazón mismo de su literatura, constatará tanto la amabilidad y las afinidades que aún lo unen con su comunidad, como las insalvables diferencias que desencadenarán un crescendo de violencia con un desenlace inesperado.

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Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: El planteo conciso, directo, la notable construcción de personajes, y la aguda concepción narrativa que acierta en el tono de cada escena hacen de esta película una experiencia fascinante.

No te olvides del pago

Si de cine hablamos, no es novedad que - como casi todo en la vida - hay apuestas más arriesgadas que otras. La obra de la dupla compuesta por Mariano Cohn y Gastón Duprat - más el fundamental aporte en el guión de Andrés Duprat, hermano de Gastón - transita por caminos alejados de la corrección política y pone bajo una sensible lupa a personas y comportamientos que no están acostumbrados a sentirse tan explícitamente señalados. La ironía, el sarcasmo, el cinismo, son elementos omnipresentes en películas como El artista (2008) y El hombre de al lado (2009), donde los mayores cuestionamientos - no los únicos - enfilaban hacia personajes en los que sobresalían la veleidad egocéntrica y el intelectualismo presumido.

En el caso de esta película, el reparto de municiones es más equitativo, por más que a determinada altura queda bastante claro hacia dónde van los dardos más envenenados. El planteo, al menos en el inicio, parece bien simple. Daniel Mantovani es un escritor argentino que en su juventud partió hacia Europa desde su pueblo, Salas, para nunca más volver. Cinco años después de ganar el Premio Nobel de Literatura, ya pisando los 60 años y viviendo generalmente malhumorado y en soledad, recibe la invitación de la intendencia de su pueblo natal, con el fin de entregarle la distinción de ciudadano ilustre. En principio, si bien le llama la atención, rechaza el convite tal como lo hace con el resto, pero luego de pensarlo decide aceptar el reto de volver a un lugar que dejó 40 años atrás pero que ha estado siempre presente en los personajes y en las historias de sus obras.

Todo lo que vendrá, ya con Mantovani en Salas, dará lugar a situaciones por momentos bizarras y patéticas, pero siempre interesantes y trascendentes, dicho esto en la mejor de sus acepciones. Las lisonjas iniciales, que incluyen desfile por el pueblo en un camión de bomberos, acompañado por una reina de belleza bastante alejada de los cánones de belleza habituales, cambian a resquemor ante la primera muestra del escritor de salirse de lo establecido y de "lo que tiene que ser". El espiral irá en aumento cuando el engreído y autosuficiente Mantovani ceda ante algunas humanas tentaciones y, además, responda ante las agresiones diciendo lo que realmente piensa de quienes habitan el pueblo.

Esa colectividad, que con su comportamiento hace trizas aquello de que "la gente del interior es más sana" y que poco y nada - salvo honrosas excepciones - sabía de su obra en Europa, demuestra claramente la intención de apoderarse de su figura, ya sea con el fin de sentirse parte de algo importante, o también con el afán de cobrarse - ya desde lo personal - algunas cuentas pendientes. La mayoría de la comunidad salense - así define a su pueblo el intendente - sacará a la luz toda la envidia, el resentimiento y el orgullo de la ignorancia que el anonimato y la chatura han ido engendrando con el paso del tiempo.

Es cierto que se podrá estar o no de acuerdo con la visión que refleja el filme, pero es claro que la forma y el concepto con que se plasmó la historia son notables cinematográficamente hablando. El planteo conciso, directo, la notable construcción de personajes, y la aguda concepción narrativa que acierta en el tono de cada escena hacen de esta película - en mi opinión de lo mejor del cine argentino en lo que va del siglo - una experiencia fascinante.

En sus trabajos anteriores, la dupla había conseguido llamar a la reflexión y provocar escozor en especial y como ya fue dicho, en esos sectores académicos que en el fondo desprecian lo popular y a los que se les complica cuando se chocan con la realidad de todos los días; sin embargo, esas películas no siempre lograban mantener el interés y la expectativa en todo su desarrollo, ya que por momentos se notaba alguna reiteración y la baja de tensión era notoria. En este caso eso no sucede, ya que la anécdota es por demás entretenida, y a pesar de tocar algunos asuntos tan profundos no abruma en ningún momento. Todo se recrea con el ritmo y el tono adecuado, cosa no del todo sencilla en un film que tampoco renuncia al humor aún en pasajes en que se intuye que algunas cosas no demasiado graciosas se están gestando.

Todos estos valores se ven potenciados por un elenco que da la impresión de ser producto de un riguroso casting aún en personajes con escasa participación. Oscar Martínez, en el rol de Mantovani, confirma que el cine argentino recién ahora le está dando roles acordes a su talento. Martínez es Daniel Mantovani, en cuerpo, gestos y voz. Dady Brieva es toda una grata e inquietante revelación en el personaje de un amigo de la infancia de Mantovani que se casó con la novia (muy bien Andrea Frigerio) que el escritor abandonó al partir hacia Europa, mientras que Manuel Vicente - un tremendo actor que ha sido invariablemente postergado a papeles secundarios - compone magistralmente al intendente demagogo, patético y chanta.

Si El ciudadano ilustre fuera un equipo de fútbol, bien podría decirse que cumple cabalmente con el axioma de las tres G. Es que además de poner en el banquillo a reconocidos y reconocibles comportamientos del ser humano, gana, gusta y golea.


Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy

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