Embriagado de amor

Embriagado de amor

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Presentado por
  • Titulo original: Punch-drunk love
  • Dirección: Paul Thomas Anderson
  • Género: Comedia romántica
  • Protagonistas: Adam Sandler - Emily Watson
  • País: Estados Unidos Año: 2002
  • Duracion: 1h34'
  • Elenco: Philip Seymour Hoffman - Mary Lynn Rajskub - Luis Guzmán
  • IMBD
  • Disponible en: VHS DVD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

La cuarta película de Paul Thomas Anderson es una comedia romántica algo inusual (¿qué más puede esperarse del director de Boogie Nights y Magnolia?) acerca de un tímido hombre de negocios llamado Barry (Adam Sandler). Barry ha sido "bendecido" con siete hermanas que disfrutan recordando cómo lo atormentaban cuando era un niño, y que ahora pasan su tiempo reprendiéndolo por no salir con ninguna mujer. Punch-Drunk Love es la historia de cómo Barry logra quebrar esa barrera emocional, gracias a una mujer extremadamente dulce (Emily Watson) determinada a ayudarlo a vencer su timidez. Premio a la Mejor Dirección en el Festival de Cannes 2002.

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Comentario de Cartelera.com.uy

Bienvenidos a la miel

Quienes admiramos y nos seguimos sorprendiendo con la complejidad emocional y narrativa de Magnolia, quizá podamos sentirnos un poco decepcionados ante la simpleza de Embriagado de amor. Es como si Paul Thomas Anderson (o P.T. Anderson, como le gusta firmar) hubiera decidido contar una optimista historia de amor, en la mitad de tiempo que duró Magnolia y sin mayores pretenciones. Claro que esto es totalmente subjetivo: hay fanáticos de la obra anterior de Anderson que también adoraron Embriagado de amor, y, por el contrario, detractores de Magnolia que prefieren un cine más “liviano” como el que parece proponer en su última película.

Pero no hay que dejarse engañar por la aparente superficialidad de esta comedia romántica: detrás de su supuesta simplicidad y su tono fabuloso (de fábula, como narración o representación de algo para deleitar) se esconde el inteligente retrato de una personalidad compleja y neurótica en extremo. Y más allá de eso, Embriagado de amor da cuenta de cómo un individuo que se siente disminuido y vulnerable ante los demás, incluso su propia familia, logra superar sus miedos y limitaciones emocionales cuando hay amor en su vida.

Todo el comienzo, mientras se detalla el comportamiento y la rutina de ese hombre de negocios tímido y bonachón, es un prodigio de observación que Anderson logra trasladar a la manera como su cámara mira y a la forma de editar, estirando la duración de los planos o sobresaltando al espectador con la introducción de un elemento totalmente ajeno a lo que viene pasando o un sonido que irrumpe en la sala. Todo ello contribuye a colocarnos en la incómoda posición de Barry, un tipo fácilmente “sobresaltable” y de incontenibles arranques de ira o de llanto, que tal vez no perciba la realidad de la misma manera que los demás. Que Adam Sandler, comediante habitualmente “light”, logre redondear aquí una actuación sobresaliente es uno de los grandes logros de esta película.

El otro es quizá la forma con que está servida esta historia romántica e indisimuladamente dulce. Porque además de contarla desde el punto de vista de Barry –un individuo a quien las agresiones externas alimentan como si se tratara de una olla a presión-, intenta detener el derramamiento de miel integrando elementos oscuros o ligeramente sórdidos como una línea erótica, un intento de chantaje, o la agresión de un grupejo de matones al servicio de un empresario inescrupuloso (el siempre notable Philip Seymour Hoffman). Todo esto sirve precisamente para poner a prueba la voluntad de cambio de Barry, para hacer crecer a su personaje aún contra todos los pronósticos. Y para hacerlo creíble está bueno que Anderson coloque a su lado a una mujer que parece un ángel, sobre todo porque no parece tener intenciones de juzgarlo como hacen casi todos los demás.

A un nivel más estilístico, la película funciona casi como un musical sin canciones: cuando Barry sale a comprar budines en compañía de su empleado (Luis Guzmán, habitual colaborador de Anderson) para irse de viaje, baila entre las góndolas del supermercado. Cuando atraviesa los pasillos del edificio de su amada y finalmente llega a su puerta, la música es deliberadamente cursi como en una comedia musical de los ’60; y cuando se produce un encuentro en un idílico escenario de Hawaii de pronto comienza a pasar gente en lo que parece una modesta imitación de las coreografías de Busby Berkeley. Todo es una celebración del amor, pero también lo es cuando un amante le dice al otro que le gustaría arrancarle los ojos y masticarlos, de tan lindos.

Ese es el Paul Thomas Anderson que a mí me gusta: el de las salidas inesperadas, el que sorprende al espectador en cada escena y lo deja agarrado a su butaca esperando ver cómo va a terminar todo el asunto. No con todas esas expectativas cumple en su última película, pero sigue siendo uno de los directores más originales y talentosos que el cine norteamericano tiene para ofrecer. ¿A quién le gustaría perdérselo?


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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