Up: una aventura de altura

Up: una aventura de altura

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Presentado por
  • Titulo original: Up
  • Dirección: Pete Docter -Bob Peterson
  • Género: Animación-Aventura
  • País: Estados Unidos Año: 2009
  • Duracion: 1h36'
  • IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Animación
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Ficha

Resumen

Carl Fredricksen, un vendedor de globos de 78 años de edad, finalmente logra concretar su viejo sueño de vivir una gran aventura al atar miles de globos a su casa y, así, volar hacia Sudamérica. Sin embargo, apenas iniciado el viaje descubre que, sin quererlo, ha sumado a la travesía a quien se convertirá en su peor pesadilla: un optimista niño explorador llamado Russell. Es la décima película de Disney y Pixar, y ganó el Oscar 2010 al mejor film de animación. Y es una maravilla super entretenida.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Los talentos de Pixar vuelven a ofrecer un formidable entretenimiento para cualquier edad, que combina humor, sensibilidad y aventura. Verla en 3D es un plus atractivo pero no necesariamente imprescindible para disfrutarla.

Espíritu de aventura

A esta altura ya no debe quedar nadie en este planeta que piense que las realizaciones de Pixar son “películas para niños”. Bueno, casi nadie: los distribuidores locales de Disney (o quienes sean que deciden cómo y en qué idioma debemos ver estas películas) siguen creyendo que los potenciales espectadores de Pixar no sabemos leer subtítulos y no nos gusta salir de noche, porque TODAS LAS COPIAS de Up se han estrenado dobladas al español y SOLO TRES SALAS la exhiben en horario posterior a las 22:00 horas. Alguien debería decirles que ya es hora de cambiar el criterio, o al menos sugerirles que no menosprecien el producto que tienen entre manos encasillándolo únicamente como entretenimiento para niños; alguien debería decirles que, si quisieran, podrían tener un público aún mayor y más diverso.

Algo que la gente de Pixar sabe desde hace rato. Por eso no conciben sus historias como meros cuentos infantiles, sino como cuentos y punto. Son relatos de ficción, ciencia ficción, comedias o aventuras, o un poco de todo eso. Y a veces –como solía incluir el gran Walt Disney en sus producciones- un poquito de drama y emoción. Da la sensación –y debe ser sólo una sensación, pero parte del mérito de Pixar es hacernos creer que puede ser verdad- de que los guionistas se sientan a tirar ideas sobre cómo sería la película más entretenida posible, la que realmente les gustaría ver una tarde en el cine, con sus hijos o en barra de amigos. Y el resultado, como viene sucediendo desde hace exactamente 14 años (cuando estrenaron Toy Story, en 1995) es una de las películas más divertidas de la temporada y, casi siempre, el mejor ejemplo de cine animado made in Hollywood de cada año.

Lo notable de Pixar es que tampoco parece pretender alcanzar nuevas metas, ni siquiera superarse a sí mismos, con cada nuevo proyecto. Simplemente lo hacen lo mejor que pueden. Para muchos cada nueva película de la productora fundada por John Lasseter es mejor que la anterior, algo inobjetable ante realizaciones tan notables como Buscando a Nemo (2003), Los Increíbles (2004), Ratatouille (2007) o WALL-E (2008), por nombrar sólo algunas de las más recientes. Pero lo cierto es que con cada nueva revisión, sin importar cuánto tiempo haya pasado, cada una de ellas confirma sus méritos y sus valores. Y se mantiene plenamente vigente ya sea como entretenimiento o como realización cinematográfica, algo a lo que la mayoría de los productos hollywoodenses ni siquiera aspira. No dudo que Up esté destinada a convertirse en otro clásico de la productora, por más que no me parezca –como a mucha gente, incluso a gran parte de la crítica- lo mejor de Pixar hasta el momento.

De premisa formidable, ideada por los co-directores Pete Docter (Monsters Inc.) y Bob Peterson (guionista de Buscando a Nemo) junto a Thomas McCarthy, Up se plantea como una reivindicación del espíritu de aventura y la no resignación a cualquier edad. Comienza con un estupendo prólogo, encontrando al protagonista en su tierna infancia y narrando -casi sin diálogos y con una fluidez y tierna emotividad que muchos directores envidiarían- la historia de amor entre Carl Fredricksen y su esposa Ellie, una eterna optimista que llega a la vejez sin haber cumplido su sueño de viajar juntos hacia las “tierras salvajes de Sudamérica”, un cliché bastante de moda en los años del cine de matinée que la película intenta homenajear. Ya viudo y retirado de su oficio de vendedor de globos, el protestón y rebelde Carl no tiene mejor idea que cumplir el sueño de su esposa atando miles de globos de helio al techo de la casa y salir volando hacia la aventura. Para el viejo Carl, la verdadera aventura no comienza cuando la casa levanta vuelo sino cuando descubre que lleva como polizón a un súper optimista niño explorador llamado Russell, decidido a ganarse una nueva medalla gracias a la buena acción del día.

Que el absurdo de la premisa parta de un planteo real (a diferencia de otros productos de Pixar aquí no hay, en principio, mundos paralelos o animales que hablan) es quizás el aspecto más innovador del guión, que está a punto de emparentarlo con el espíritu del cine de animación del maestro japonés Hayao Miyazaki (El viaje de Chihiro) –en versión más digerible, se entiende. Personalmente creo que con el contraste entre las personalidades tan bien definidas y tan bien desarrolladas de Carl y Russell (dos opuestos destinados a entenderse), y con la misión de llegar a destino sin que la casa se haga pedazos, ya había material de sobra para una película muy entretenida. O quizás no. En todo caso, me pasó que cuando estaba empezando a disfrutar del viaje se me coló todo otro montón de polizontes que me abrumaron un poco la travesía. Me refiero a la aparición de todos esos perros parlantes (sí, al final hay animales que hablan), del ave bautizada “Kevin”, y del surgimiento de un antagonista guardado en el tiempo. Es como si la película no hubiese podido evitar ciertos clichés que venía evadiendo tan bien durante su primera mitad.

Pero debe ser el crítico inconformista que tengo adentro. El espectador –que convive con él plácidamente- no lamentó ni por un momento ninguna de esas derivaciones, si bien concuerda en que hubiese estado bueno ver qué pasaba de haberlas evitado. Ambos la pasamos genial, detrás de unos lentes 3D que nos hicieron la experiencia un poco más alucinante -si bien no necesariamente imprescindible- a la hora de disfrutar de otro magnífico logro de Pixar.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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