Cartelera

Ficha

Resumen

Del mismo director de Día de Entrenamiento, Antoine Fuqua, llega este drama policial sobre tres policías de Brooklyn, sin conexión entre ellos y con carreras muy diferentes, que coincidirán durante una multitudinaria redada en la zona más peligrosa de Brooklyn. Ese cruce de caminos dejará al descubierto sus historias, vinculadas a la corrupción, la culpa, el encubrimiento, la traición, y el deber.

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Un drama policial muy bien narrado y excelentemente actuado. Estábamos ante una de las mejores del año, pero el final es otra historia.

El dilema de Fuqua

En Día de Entrenamiento (2001), el director Antoine Fuqua había dado muestras de capacidad a la hora de contar un policial sólido, entretenido y muy bien filmado. Su obra posterior - ya incursionando en una variada gama de estilos – mostró una serie de trabajos que, más allá de bondades formales, lucían más pretenciosos que realmente interesantes. En este caso, y aplicando en algunos pasajes recetas parecidas a la de su valioso antecedente, vuelve por sus fueros y – pese a un final que a mi juicio no está a la altura del resto del film - confirma que maneja con soltura y eficiencia los códigos de historias que no se agotan en la mera anécdota policial.

Aquí nos cuenta las peripecias de tres agentes policiales de Brooklyn, donde lo esencial pasa por el retrato de cómo su labor genera en sus vidas algunos dramas y dilemas cotidianos no sencillos de resolver. Los asuntos son independientes entre sí y sólo tendrán algún cruce aislado que no tendrá importancia en la conclusión de los respectivos meollos. El no vincular las historias no quita fuerza al relato; por el contrario, cada una afianza y potencia el clima y el concepto que se quiso transmitir.

Si bien desde lo argumental el guión de Michael Martin no nos cuenta nada nuevo (los tres personajes principales retratan a los tipos de policías más vistos en el cine: el corrupto, el resignado y el infiltrado), Fuqua consigue que el espectador conecte creíble y rápidamente con el desasosiego de los personajes. En especial en los tramos en que se narran los sucesos que tienen como protagonistas a Sal (el corrupto, que para mejorar su economía pretende estafar a los propios delincuentes) y a Tango (el infiltrado, que entabla relaciones no del todo aconsejables con un narcotraficante), la intensidad dramática se ve apoyada por una estructura solvente y por un muy buen nivel narrativo. A esto hay que sumarle un par escenas de acción sabiamente filmadas y dosificadas y un especial acierto en los lugares que fueron elegidos para el desarrollo de los hechos. Se nos muestran zonas de Brooklyn que seguramente no aparecerán en ninguna ruta turística, pero que resultan más que sugestivas y acordes con una atmósfera generalmente angustiante y opresiva.

El elenco está muy bien; Ethan Hawke y Don Cheadle confirman virtudes, Richard Gere - aún sin descollar - le da credibilidad a su resignado y desesperanzado policía, mientras que la sutileza – nada frecuente en su trayectoria - que muestra Wesley Snipes es el fiel reflejo de todo lo que puede lograr un buen director de actores como Fuqua.

Estábamos ante una de las mejores del año, pero el final es otra historia. Lamentablemente el director no se conformó con haber plasmado una película concisa, potente y con margen para varias reflexiones. En los últimos tramos cedió ante su propio dilema de dejar de ocuparse de la suerte de sus perdedores personajes para inmiscuirse en “los problemas del mundo en que vivimos”, y cambió el incómodo desasosiego que supo generar hasta ese momento por el afán de brindar un mensaje mojigato, casi místico y políticamente correcto. De todos modos, los méritos de la mayor parte del filme hacen que “casi” me olvide de esa resolución.

Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy