El nido vacío
Ficha
- Titulo original: El nido vacío
- Dirección: Daniel Burman
- Género: Comedia dramática
- Protagonistas: Oscar Martínez - Cecilia Roth
- País: Argentina-Francia-Italia Año: 2008
- Duracion: 1h31'
- Elenco: Arturo Goetz - Jean Pierre Noher - Ron Richter - Inés Efron
- Sitio oficial IMBD
- Disponible en:
- Tipo: Película
Ficha
Resumen
Luego de El Abrazo Partido y Derecho de Familia, el director Daniel Burman propone una comedia dramática algo melancólica sobre la crisis de mediana edad que experimenta un exitoso escritor (Oscar Martínez, estupendo) una vez que sus hijos emprenden su propio camino fuera del hogar. Mientras su esposa (Cecilia Roth) insiste en vivir algo así como una segunda juventud retomando sus estudios universitarios, el protagonista reflexiona, fantasea e intenta encontrarle un sentido a su vida en plena madurez.
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Comentario de Cartelera.com.uy
En pocas palabras…: Una comedia dramática algo melancólica sobre la crisis de los 50, desde el punto de vista de un hombre cuyos hijos han dejado el hogar. Estupenda labor de Oscar Martínez.
La incertidumbre
Desde la primera escena, a la que ingresamos invitados por una suave música de jazz, tenemos la sensación de estar viendo una película de Woody Allen. Un restaurante, risas, un grupo de amigos de entre 40 y 50 años que conversa animadamente. Las mujeres por un lado, los hombres por el otro, y en el medio, sintiéndose fuera de lugar, está Leonardo, que intercambia sutiles o no tan sutiles miradas con su esposa Martha, que insiste en hablar por él.
Por suerte no se trata de una película de Woody Allen –un director que últimamente, salvo alguna excepción, luce poco inspirado o reiterativo a la hora de hacer cine- sino de Daniel Burman, uno de los más interesantes directores del cine argentino reciente que se encuentra –sobre todo después de El Abrazo Partido (2004) y Derecho de Familia (2005)- en plena madurez. Sin embargo, la comparación con el cine de Allen es un poco inevitable; después de todo Burman está hablando de temas recurrentes en la obra del director neoyorquino (el amor, la pareja, la creatividad, las crisis de mediana edad, la incertidumbre frente al resto de la vida luego de determinadas etapas cumplidas) y, si nos ponemos pesados con las comparaciones, el personaje de Leonardo bien podría ser una versión porteña (más apuesto, eso sí, y algo menos neurótico) del eterno personaje que es el propio Allen cuando se filma a sí mismo.
Ya en esa primera escena Burman se muestra como un director atento a pequeñas reacciones, intercambio de miradas, sutilezas e incomodidades que conforman el repertorio de cualquier relación adulta. Y también establece el tono de la película (que es una comedia dramática algo melancólica) y ciertos deslices hacia el terreno de la fantasía –o, al menos, hacia la imaginación del protagonista- que estarán presentes durante todo el metraje desde la aparición del “Dr. Sprivak” (un disfrutable Arturo Goetz). En un par de momentos esos deslices rozarán el absurdo -a veces oportunamente, a veces no tanto- de apelar a números coreográficos de esos que hay en los musicales, y que a Leonardo tanto le molestan, según informa Martha por él.
Quienes creían que se trataba de una historia sobre cómo una pareja aprende a redescubrirse a sí misma luego de que los hijos dejan el hogar, se quedarán con ganas de ver más. Porque en realidad El Nido Vacío adopta el punto de vista casi excluyente de su protagonista masculino, relegando al personaje de Martha (madre y esposa que parece querer vivir una segunda juventud retomando sus estudios universitarios) a un discreto segundo plano. Esto tal vez tenga que ver con la mirada lógicamente masculina que Burman (y su habitual álter ego, Daniel Hendler, a quien esta vez se acredita como colaborador en el guión) arrojan sobre el material en cuestión. De hecho sus películas siempre se caracterizaron por un protagonismo marcadamente masculino, más allá de algún personaje femenino bien delineado y mejor actuado (como ocurría con la madre judía que hacía Adriana Aizemberg en El Abrazo Partido, o la secretaria del padre a cargo de la misma actriz en Derecho de Familia).
Lo que parece faltarle en parte a la película –a pesar de que se sigue con interés y por momentos sorprende, entretiene y hasta emociona sobriamente- es una mayor identificación personal de su autor (o autores) con lo que se cuenta. Era evidente que Burman se reconocía en los Arieles encarnados anteriormente en su filmografía por Hendler (tanto los adolescente tardíos de Esperando al Mesías y El Abrazo Partido como el hijo y padre joven de Derecho de Familia), y quizás su juventud –nació en 1973, y aún está lejos de vivir una experiencia similar a la de su protagonista- dio como resultado una aproximación algo superficial a la crisis que vive su protagonista.
Pero por algunas razones no podemos dejar de seguir los devaneos de Leonardo, y gran parte del mérito lo tiene la estupenda labor de Oscar Martínez (quien vuelve a formar pareja con Roth en la ficción, 13 años después de la serie Nueve Lunas). Pero también la sensibilidad de Burman, su fino retrato de las relaciones humanas y esa particular lucidez que tiene para captar esos momentos y esos silencios mucho más reveladores que grandes discursos declamatorios. Su película posee, además, una amable levedad y una frescura que no es habitual en el cine latinoamericano contemporáneo, mucho más interesado en cosechar premios en festivales que en mimar al espectador con una historia simple, cálida y directa como esta.
Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy