El curioso caso de Benjamin Button

El curioso caso de Benjamin Button

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  • Titulo original: The curious case of Benjamin Button
  • Dirección: David Fincher
  • Género: Drama-Romance-Fantasía
  • Protagonistas: Brad Pitt - Cate Blanchett
  • País: Estados Unidos Año: 2008
  • Duracion: 2h46'
  • Elenco: Taraji P. Henson - Jason Flemyng - Tilda Swinton - Jared Harris
  • Sitio oficial IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Basada en un cuento de F. Scott Fitzgerald, esta ambiciosa aunque despareja película narra la vida de Benjamin Button (Brad Pitt), un hombre que nace con la apariencia de un anciano de 80 años y que, desde ese momento, empieza, literalmente, a rejuvenecer. Al llegar a los 50 años se enamora de una mujer de 30 (Cate Blanchett) a la que teme perder debido a su extraña condición.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Una ambiciosa fábula, técnicamente muy bien lograda, sobre el destino, la vida, la muerte y el paso del tiempo. Curioso puede ser, pero no hay nada extraordinario en el caso de Benjamin Button.

Las agujas del reloj

La película empieza y termina el 29 de agosto de 2005, el mismo día en que el huracán Katrina provocó la inundación de Nueva Orleáns. Y trata sobre una anciana moribunda (Cate Blanchett bajo quilos de maquillaje) que le cuenta vicisitudes de su vida a su única hija (Julia Ormond) mientras los fuertes vientos comienzan a golpear las ventanas del hospital. Estos relatos, dichos con voz resquebrajada y acento sureño, se entremezclan con la lectura que hace la hija de una suerte de diario personal de Benjamin Button, gran amor en la vida de la mujer. A partir de allí, a manera de largos flashbacks que se van intercalando con este presente amenazado por un huracán, se cuenta la vida de este curioso personaje que nació con el aspecto y los achaques de un hombrecito viejo y fue rejuveneciendo con el paso de los años. De manera que son dos películas en una: la historia de Benjamin Button, y la despedida agridulce entre una madre y su hija en el contexto de una de las peores catástrofes “naturales” en la historia de Estados Unidos.

Es una fábula, un melodrama, una historia de amor y también un film épico sobre lo azaroso y prometedor que es el sueño americano, esa fantasía en la que –según Hollywood- cualquiera puede llegar a ser un héroe o a cumplir sus anhelos a pesar de las más variadas desventajas. Hace 14 años, el mismo guionista Eric Roth y el director Robert Zemeckis ofrecían básicamente lo mismo (aunque con un personaje protagónico más “realista”) en Forrest Gump, película con la que ya muchos críticos y espectadores han (hemos) encontrado demasiadas semejanzas. Al igual que Forrest, Benjamin atraviesa varios momentos cruciales en la vida de su país y del mundo, como la gran depresión, la Segunda Guerra Mundial, la carrera espacial o el fenómeno de Los Beatles. Y al igual que Forrest, Benjamin hace amigos, consigue amantes y hasta tiene éxito económico casi sin proponérselo, como si fueran diferentes encarnaciones de la más pura y desinteresada inocencia americana. No es que haya nada malo en eso, simplemente que ya lo vimos, solo que mejor actuado por un inolvidable Tom Hanks.

Lo cual me lleva a uno de los puntos más flojos de esta adaptación muy libre del cuento de F. Scott Fitzgerald: Brad Pitt. Lo más interesante que puede decirse de su personaje es que es una oportunidad para adelantarse a cómo lucirá el actor cuando sea viejo. Los efectos visuales hacen magia al incorporarle a su cara envejecida el cuerpito de un niño arrugado (o de un enano minusválido, vaya uno a saber), y al principio da cierta curiosidad morbosa el juego de verlo rejuvenecer progresivamente. Pero cuanto más se va pareciendo al Brad Pitt que todos conocemos (sobre todo el de hace algunos años) menos interesante resulta. En ningún momento sentimos la carga que le significa a Button su extraña condición, si es que le significa alguna; y no parece afectado por ninguna emoción profunda, ni siquiera cuando pierde a su cariñosa madre adoptiva (Taraji P. Henson). Hasta el amor profundo y recíproco que supuestamente lo une con Daisy (Blanchett) parece más caprichoso que genuino. Salvo que luce como Brad Pitt, y que crece en sentido contrario a todos los mortales, no hay nada extraordinario en Benjamin Button.

Y si al final uno se conmueve un poco tras dos horas y media de tedio sólo esporádicamente interrumpido por breves momentos de humor, ternura o asombro, se debe más que nada a un golpe bajo (previsible, por otra parte) y a ese poderoso plano final que cobra una gran significación poética y dramática a la luz de los acontecimientos vividos (tanto dentro como fuera de la ficción). Es innegable el esfuerzo del director David Fincher por llevar a buen puerto un proyecto ambicioso y preciosista, bastante alejado del cine más bien sombrío por el que se lo reconoce (Pecados capitales, El Club de la Pelea, Zodíaco). Pero en definitiva se trata de un film desmedido y caprichoso que apenas ofrece una perspectiva diferente sobre cuestiones como el destino, la vida, la muerte y el paso del tiempo. Y no me refiero sólo a las casi tres horas que dura…


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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