El camino de los sueños / Mulholland Drive

El camino de los sueños / Mulholland Drive

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  • Titulo original: Mulholland Drive
  • Dirección: David Lynch
  • Género: Drama-Misterio
  • Protagonistas: Naomi Watts - Laura Elena Harring
  • País: Estados Unidos-Francia Año: 2001
  • Duracion: 145'
  • Elenco: Justin Theroux - Ann Miller - Dan Hedaya - Robert Forster
  • IMBD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

En Mulholland Drive nada es lo que parece ser. En esta compleja historia que se desarrolla en el universo irreal de Los Angeles, una joven actriz (Naomi Watts) llega a Hollywood con el sueño de convertirse en estrella. Allí se involucra con una hermosa mujer (Laura Elena Harring) que padece amnesia tras un intento de homicidio y un accidente automovilístico. Ambas se ven envueltas en un misterio que involucra a una enigmática caja azul, a un director de cine llamado Adam Kesler (Justin Theroux) y a un misterioso 'night club' llamado Silencio... David Lynch compartió el premio al mejor director en el Festival de Cannes 2001 (con El Hombre que Nunca Estuvo, de Joel Coen), y fue candidato al Oscar a la mejor dirección.

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Comentario de Cartelera.com.uy

Lynch y la máquina de sueños

El último atrevimiento de David Lynch lleva su marca de fábrica: un estado casi siempre onírico, despegues surrealistas, desdoblamientos de personalidad, una curiosa mezcla de romanticismo, violencia, humor ocasional y sarcasmo. Un delirio, bah. Quienes vieron Terciopelo azul (1986), Corazón salvaje (1990) o Carretera perdida (1997) saben de qué estoy hablando (dejo fuera a Cabeza borradora, de 1978, por ser una rareza demasiado extrema, aún para Lynch...). El hombre es uno de los creadores cinematográficos más personales y atrevidos de la actualidad, capaz de convencer a productores de hacer una película como Mulholland Drive. Sólo por eso merecería un aplauso.

Esta película debía ser el piloto de una serie de televisión que Lynch no logró vender a las cadenas norteamericanas (no me extraña), por lo cual decidió transformarlo en un largometraje con ayuda de coproductores franceses (como realizó su anterior, magnífica y diferente Una Historia Sencilla). Es por eso, quizá, que algunos personajes que prometen un posterior desarrollo quedan por el camino (como el detective que encarna Robert Forster). Sin embargo, la sensación de que Mulholland Drive constituye una obra única, compleja e irrepetible queda patente desde los primeros minutos, mientras nos son presentadas las dos protagonistas: una morocha que escapa por accidente de una muerte segura para despertar sin memoria sobre una colina en las afueras de Los Angeles, y una rubia, aspirante a estrella, que llega a Hollywood como si pisara el País de las Maravillas. Todo lo que sucede a continuación, y todos los personajes que aparecen a partir de entonces, deben ser descubiertos por cada espectador.

El desafío no es sencillo. Es probable que una gran mayoría del público sencillamente la odie, se sienta manipulada o simplemente estafada por una película que prometía “un misterio” (que lo hay, aunque no es uno solo) y que, en realidad, termina ofreciendo nada más –y nada menos- que múltiples lecturas y casi ninguna certeza. Es como si Lynch hubiera decidido que el espectador se armara su propia versión de la historia, otorgando piezas de un complicado rompecabezas pero evitando armarlo él (la antítesis, quizá, de lo que se supone debe hacer un director de cine). Y créanme, de nada sirven las 10 pistas que andan circulando por ahí, supuestamente escritas por el propio autor, y que permitirían entender la historia.

De todos modos se puede especular sobre algunas ideas que seguramente rondaban la cabeza de Lynch cuando concibió este asunto: una visión extrema, estilizada y morbosa de lo que es Hollywood como “máquina de sueños” es, para mí, la primera de ellas.

Mi teoría es que Mulholland Drive es menos una historia para ser entendida (incluso para ser “seguida”, como disponen las reglas de la industria, a través de un relato que incluya principio, desarrollo y final) y más una experiencia para ser vivida. Es lo más parecido a un sueño que uno pueda encontrar en el cine: las imágenes se suceden, se deliran, fascinan, nos incomodan, nos perturban, nos molestan, nos matan de risa, y sin embargo al final es casi imposible contarle a un amigo de qué se trató. “Andá a verla”, fue y sigue siendo mi único consejo. Claro, con una película como ésta uno se expone al insulto, pero también hay que saber a quién se le hace una recomendación así. Sin ofender, pero si tu película favorita es Titanic seguramente Mulholland Drive es lo último que vas a querer ver en tu vida.

Yo, mientras tanto, sigo sin entenderla del todo. Pero de algo no tengo dudas: David Lynch es un maestro, porque logra sorprenderte a cada rato durante dos horas y pico sin permtir que quites los ojos de la pantalla. Y eso, señores, si me permiten, vale mucho más que el precio de una entrada.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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