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Ficha

Resumen

"El Aura" narra en primera persona el alucinado viaje de un personaje sin nombre, un taxidermista parco e introvertido (notable Ricardo Darín) con una extraña obsesión para un hombre honesto: imaginar el robo perfecto. Alejado de su hábitat urbano y llevado a los lejanos bosques del sur a compartir una jornada de caza, un trágico accidente lo conecta inesperadamente con la posibilidad de ejecutar un verdadero delito: el asalto a un camión blindado que lleva las ganancias de un casino de la zona. Movido primero por una morbosa curiosidad, y más tarde por una inexorable corriente de acontecimientos, el taxidermista se verá proyectado hacia sus fantasías, armando pieza a pieza un rompecabezas que lo irá encerrando sin remedio.

Comentario de Cartelera.com.uy

Juegos peligrosos

Por allá por el año 2000, el cine argentino comercial –me refiero al cine “de género”, el cine policial o de acción- intentaba parecerse vergonzosamente a Hollywood. Así aparecieron intentos lamentables como Comodines (1997), La Furia (1997), El Desvío (1998), La Venganza (1999) o No debes estar aquí (2002). Entonces se estrenó una película que cambió todo: Nueve Reinas, ópera prima de Fabián Bielinsky, quien venía de una larga experiencia como asistente de dirección. Nueve Reinas demostró que Argentina podía hacer cine “de género” inteligente, bien actuado y, como si fuera poco, exitoso. No sólo fue un suceso de taquilla sino que Hollywood compró los derechos para hacer una remake, que se estrenó en 2004 bajo el título de Criminal (pasó sin pena ni gloria y se puede ver en video).

Cinco años después, habiéndose tomado tiempo para decidir su próximo proyecto, Bielinsky confirma con El Aura que aquello no fue una casualidad. Y sin embargo lo que ha hecho es una película muy distinta, alejada del universo, los personajes y hasta el tono que proponía Nueve Reinas. Si aquél era un guión inteligente llevado a la pantalla con el nervio justo y con una excelente dirección de actores, El Aura demuestra que Bielinsky es un estupendo director de cine, capaz de narrar y sugerir con imágenes lo que a veces no logran transmitir las palabras. Es difícil recordar un “thriller” (si bien El Aura es mucho más que eso) con tan poco diálogo, en la que los silencios y las contemplaciones (de la cámara del director así como del personaje protagónico, que es ante todo un observador) sean mucho más importantes que los enunciados de los personajes. Sólo eso bastaría para destacar El Aura sobre el promedio del cine -de cualquier origen- que llega hasta aquí.

Pero además lo que plantea la película tiene su originalidad y su atractivo: la historia de un personaje anónimo, tan anónimo que puede asumir sin mayores dificultades una identidad que no le pertenece (un poco a la manera del Tom Ripley de Patricia Highsmith, pero sin su malicia), que encuentra la oportunidad posiblemente única de poner a prueba su inocente teoría del “robo perfecto”. Para Espinosa (un nombre que nadie menciona a lo largo de toda la película) se trata además de ponerle un poco de adrenalina a su vida vacía, de la misma manera que en su oficio de taxidermista intenta inyectar un poco de vida –falsa, se sabe- a los cadáveres de animales que embalsama con la meticulosidad de un artesano.

La película atrapa desde la primera, magnífica escena, en que vemos a Darín tirado en el piso de un espacio que no identificamos hasta que la cámara no ha hecho el suficiente movimiento como para revelárnoslo. A partir de ahí, el espectador sigue con la misma curiosidad que un voyeur los pasos de Espinosa, intentando adelantarse a los hechos –algo que parece poco posible en la mayoría de los casos- y penetrar en esa personalidad entre obsesiva y pasiva que va metiendo al protagonista progresivamente en el fango. Pero lamentablemente Bielinsky abusa de esa fascinación que despierta en el espectador, estirando las peripecias un poco más de lo necesario; tengo la sensación de que, con unos 20 minutos menos, El Aura sería una película casi perfecta.

Pero no sólo no lo es por su duración un tanto exagerada; tampoco convence el tono de algunas actuaciones, o mejor dicho, el tono con que algunos actores dicen sus parlamentos. Esto es particularmente llamativo en el caso de Alejandro Awada, quien parece estar todo el tiempo molesto en compañía de Espinosa pero aún así lo invita a salir de cacería; y de Dolores Fonzi, que no convence mucho en su papel de esposa fuera de lugar. Quizá se trate de eso, de que los personajes que rodean a Espinosa tienen motivos para estar enojados con la vida. Pero no importa demasiado, porque allí está Darín demostrando una vez más que es quizá el mejor actor argentino de su generación, y es agradable ver cómo el personaje de viejo delincuente algo cansado le calza a la perfección a un excelente actor uruguayo como Walter Reyno.

Aún a unos cuantos pasos de la perfección, o por lo menos de haber mantenido el interés del espectador durante todo el metraje, El Aura es una de las mejores películas para ver por estos días en cartelera. Cine puro, con excelente tratamiento fotográfico (el fotógrafo Checo Varese utilizó colores fríos, texturas rugosas, los elementos de la naturaleza como recursos dramáticos en sí mismos), sugestivos diseño de sonido y música de Lucio Godoy, y un formidable montaje de Alejandro Carrillo Penovi y Fernando Pardo. Y además un guión interesante, que se esfuerza por evitar los lugares comunes y no ofender la inteligencia del espectador. Ultimamente el cine carece tanto de todos estos principios básicos que una película como El Aura, aún con sus pequeños puntos flacos, es un raro ejemplo de rigurosidad y talento.

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy