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Ficha

Resumen

Tsotsi (Presley Chweneyagae) tiene 19 años y vive en un barrio marginal de Johannesburgo (Sudáfrica). Es un chico de la calle que sobrevive junto a su banda formada por otros tres jóvenes. Huérfano desde muy pequeño y obligado a hacerse mayor sin ayuda, Tsotsi ha vivido una vida de privaciones extremas. Gobernado por el impulso y el instinto, le mueve el miedo que inspira a otros. Una noche roba un auto, baleando a su propietaria, sin darse cuenta que en el interior del vehículo hay un bebé… Basada en la novela homónima de Athol Fugard, obtuvo el Oscar 2006 a la mejor película extranjera.

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Un drama urbano duro y conmovedor, si bien algo previsible, con un estupendo protagonista. Una película realmente atendible que nos acerca al infrecuente cine sudafricano.

Haz lo correcto

“Tsotsi no tiene educación”, dice un personaje sobre el protagonista de esta historia. “No sabe lo que es la decencia.” Ciertamente los primeros minutos de la película lo muestran como un joven marginal, frío y despiadado, que vive del robo y no pestañea cuando uno de los suyos ejerce el impulso de matar. De hecho, ha dejado atrás su verdadero nombre (David) y se hace llamar “Tsotsi”, que en la jerga callejera de su vecindario quiere decir “matón”, aunque no sabemos si hasta ese momento ya carga con alguna muerte. Tras ser enfrentado por uno de sus compinches, episodio que termina en una brutal descarga de violencia por parte de Tsotsi, el joven huye hacia un vecindario residencial. Allí, bajo la lluvia, entendemos que su naturaleza es la de un ser solitario y mucho más vulnerable de lo que demuestra ser. Breves flashbacks aportan algo de información sobre una infancia de desamparo, orfandad y violencia que ayuda a entender el presente del personaje.

Lo que sigue después es un acontecimiento bisagra de esos que cambian la vida de un personaje y que lo enfrentan a una lucha interna contra sus propios instintos adquiridos. Convertido sin darse cuenta en tutor o padre postizo de un bebé ajeno, Tsotsi deberá elegir: abandonar al bebé o llevarlo consigo, seguir huyendo o asumir sus responsabilidades, ejercer poder a través del miedo o pedir por favor, mirar con desprecio y dar las gracias, ser cómplice en la muerte de un inocente o salvarle la vida. Hacer lo correcto (Do the right thing), como rezaba el título de aquella gran película de Spike Lee sobre tensiones raciales en un caluroso vecindario de Brooklyn. Aquí no hay tensiones raciales (si bien la película también apunta a la marginación social que aún sufren grandes porciones de la población negra sudafricana varios años después del fin del apartheid) sino el conflicto de un resentido consigo mismo, en una suerte de camino hacia la redención.

El director y guionista Gavin Hood (que adapta una novela de Athol Fugard, tal vez el escritor sudafricano más conocido) observa con precisión las andanzas de su protagonista, con mucha atención a sus emociones contenidas y también a su entorno. Su descripción de los asentamientos en la periferia de Johannesburgo (una ciudad de tres millones de habitantes que es centro de la actividad económica del país) es una pintura muy realista de un fenómeno creciente en las grandes urbes de los países en desarrollo (como las favelas de Río, las villas miserias de Buenos Aires o, sin ir tan lejos, los cantegriles de Montevideo). De hecho la película recuerda un poco a la brasileña Ciudad de Dios, pero sin toda esa parafernalia de cámara y montaje que la ante todo en un producto muy vistoso y exportable.

Con su estilo más clásico y sobrio, a Hood no le ha ido nada mal; entre muchos premios internacionales obtuvo el Oscar 2006 a la mejor película extranjera, y ahora se encuentra finalizando Rendition, un thriller político protagonizado por Reese Witherpoon, Jake Gyllenhaal y Meryl Streep sobre los centros de detención clandestinos de Estados Unidos en el marco de su “guerra contra el terrorismo”. En Tsotsi demuestra su firme mano narrativa, su sensibilidad que evita los golpes bajos, su lúcido interés por una realidad social, y sobre todo su ejemplar dirección de actores que tiene un punto realmente alto en Presley Chweneyagae, toda una revelación en el papel titular. Cabría reprochársele cierta facilidad en la conversión del protagonista, pero nada que logre empañar una película realmente recomendable que nos acerca un cine sudafricano que nos sigue siendo desconocido.

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy