El laberinto del fauno

El laberinto del fauno

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  • Titulo original: El laberinto del fauno
  • Dirección: Guillermo Del Toro
  • Género: Drama-Fantasía
  • Protagonistas: Sergi López - Ivana Baquero
  • País: España-México Año: 2006
  • Duracion: 1h52'
  • Elenco: Maribel Verdú - Ariadna Gil - Doug Jones - César Bea
  • Sitio oficial IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

El Laberinto del Fauno nos sitúa en el año 1944, quinto año de paz, y cuenta el apasionante viaje de Ofelia (Ivana Baquero), una niña de 13 años que junto a su madre, Carmen (Ariadna Gil), convaleciente a causa de un avanzado estado de gestación, se traslada hasta un pequeño pueblo en el que se encuentra destacado Vidal (Sergi López), un cruel capitán del ejército franquista, nuevo marido de Carmen y por el que Ofelia no siente ningún afecto. La misión de Vidal es acabar con los últimos vestigios de la resistencia republicana, escondida en los montes de la zona. Una noche Ofelia descubre las ruinas de un laberinto donde se encuentra con un fauno (Doug Jones), una extraña criatura que le hace una increíble revelación: Ofelia es en realidad una princesa, última de su estirpe, a la que los suyos llevan mucho tiempo esperando. Para poder regresar a su mágico reino, la niña deberá superar tres pruebas antes de la próxima luna llena...

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Un ambicioso y no del todo convincente cuento de hadas para adultos, que reivindica el poder de la imaginación como vía de escape ante la adversidad y como arma frente a la intolerancia.

Cuento de hadas para no dormir

En los últimos meses de 2006, tres películas dirigidas por realizadores mexicanos han recibido grandes elogios de la crítica norteamericana, y entre las tres reúnen 16 nominaciones al Oscar. Se puede decir, en cierto modo, que 2006 ha sido un gran año para los latinos en Hollywood. Tal vez el caso más predecible sea el de Alejandro González Iñárritu, cuya Babel –para mí, en extremo sobrevalorada- confirma el interés que ya habían generado sus anteriores Amores Perros y 21 Gramos. Para Alfonso Cuarón era sólo cuestión de tiempo, habiendo cosechado éxitos de crítica (Y tu mamá también) y público (Harry Potter y el prisionero de Azkabán) que ahora logró reunir en una misma película, la futurista e inquietante Niños del Hombre.

El caso más sorprendente, por tanto, es el de Guillermo del Toro, hasta ahora “apenas” un realizador de cine fantástico que llamó la atención por primera vez con Cronos (1992), luego logró ubicarse en Hollywood (Mimic, Blade II, Hellboy) al tiempo que proseguía desarrollando proyectos más autorales como la coproducción mexicano-española El Espinazo del Diablo (2001), tal vez su mejor película hasta la fecha. Para muchos, sin embargo, su obra maestra se llama El Laberinto del Fauno, esta suerte de cuento de hadas para adultos sobre el trasfondo de la posguerra civil española, contexto que ya había sido una referencia más lejana en El Espinazo... Sin embargo, en aquel antecedente ese subtexto encajaba a la perfección como trasfondo no declarado que servía de contexto para su historia de fantasmas ambientada en un orfanato, poblado por niños huérfanos a causa del conflicto bélico. En El Laberinto…, en cambio, da la sensación de que Del Toro quiso ponerse más serio (o más comprometido) y hacer mucho más explícito el paralelismo entre el fascismo y el mal (algo bastante obvio, por otra parte). De esa manera, lo que en principio parecen dos películas paralelas (la del sádico coronel encarnado por Sergi López, que trata de combatir los últimos vestigios de resistencia republicana; y la de la niña Ivana Baquero, hija de la nueva esposa del coronel, que es atraída hacia un laberinto donde el fauno del título le hará una sorprendente revelación) progresivamente van confluyendo en un único desenlace bastante sombrío, que deja poco lugar para la esperanza.

Sinceramente me parece algo exagerada la aclamación casi unánime que ha recibido la película; en lo personal me ha resultado casi una decepción, al menos en la inevitable comparación con su prima hermana, El Espinazo del Diablo. Y digo casi porque es innegable la imaginación visual que Del Toro sigue desplegando, en este caso llevada a extremos de gran sugestión. Es cierto que, desde un punto de vista literario, le debe mucho al Lewis Carroll de Alicia en el País de las Maravillas, y hasta al Victor Fleming de El Mago de Oz (que era cine pero sirve igual como referente), y visualmente al Tim Burton de La Leyenda del Jinete sin Cabeza (sin el sentido del humor, claro). Pero Del Toro logra imprimirle un sesgo personal que elimina prácticamente todo rasgo de luz y color para concentrarse en una paleta de tonos oscuros y rugosos, donde casi no se ve la luz del día. Desde el punto de vista audiovisual no hay nada que reprocharle; Del Toro además ha reunido a un notable equipo técnico y artístico que incluye al fotógrafo Guillermo Navarro, al director artístico Eugenio Caballero, al compositor Javier Navarrete y a los maquilladores José Quetglas y Blanca Sánchez.

Es su rigor dramático lo que me dejó con sabor a poco. Como película fantástica es sin duda imaginativa y, al comienzo al menos, interesante. Pero también es cierto que, aún dentro de su lógica (sería ridículo pedirle realismo a una película fantástica, porque eso es, aún cuando se mete con un conflicto gravemente real) apela a ciertos clichés (el malo malo de Sergi López) y cae en algunas facilidades lamentables e irritantes. Con el objetivo de generar tensión, Del Toro somete a su protagonista, y por ende al espectador, a un par de momentos bastante increíbles; cuando el fauno le advierte a la niña –dos veces- que no debe probar bocado o lo lamentará, se supone que ella ya ha demostrado, además de una curiosidad bastante evidente, un grado mínimo de prudencia e inteligencia. Sin embargo esa secuencia resulta, por tonta y previsible, un paso en falso para un narrador que venía demostrando bastante rigor dramático a pesar de los lugares comunes.

¿Puede una secuencia arruinar toda una película? Puede, aunque éste no es necesariamente el caso. Pero lo cierto es que a partir de allí, El Laberinto no vuelve a sorprender y se queda a medio camino entre el cuento de hadas macabro y la denuncia anti fascista, sin llegar a convencer del todo en ningún caso. Tampoco ayuda la pobre actuación vocal del actor que pone voz a la criatura del título, que parece salido del peor teatro infantil de aficionados; ni esa escena cerca del final en que Federico Luppi (que ya trabajó dos veces antes con el director) hace una aparición como invitado. Son dos puntos muy débiles en una película que impiden tomársela demasiado en serio, a pesar de sus innegables pretensiones de ser tenida en cuenta incluso por un público no necesariamente amante del género fantástico.

Lo que queda para rescatar, además de su estupenda formulación cinematográfica y el resto de un elenco competente, es su intención de reivindicar el poder de la imaginación como vía de escape ante la adversidad y aún como arma de combate frente a la violencia y la intolerancia. Que una película fantástica se las arregle para decir eso no es poca cosa.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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