La aldea

La aldea

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Presentado por
  • Titulo original: The village
  • Dirección: M. Night Shyamalan
  • Género: Suspenso-Terror
  • Protagonistas: Joaquin Phoenix - Bryce Dallas Howard
  • País: Estados Unidos Año: 2004
  • Duracion: 108'
  • Elenco: Adrien Brody - Sigourney Weaver - William Hurt
  • IMBD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

El creador de Sexto Sentido y Señales nos trae ahora una combinación de film de época con relato sobrenatural. En la campiña de Pennsylvania, un pueblo debe hacer frente a la sorprendente verdad que se esconde justo al borde de sus tierras. A primera vista, el pueblo parece un lugar lleno de paz, una comunidad perfecta, pero sus habitantes esconden un terrible secreto: en los bosques que rodean sus tierras viven unas escalofriantes criaturas. La maldad y los augurios son tan inquietantes que nadie se atreve a aventurarse más allá de los límites del pueblo y entrar en los bosques. Pero cuando la necesidad se impone, el curioso y decidido Lucius Hunt (Joaquin Phoenix) plantea dejar atrás los límites del pueblo y sumergirse en lo desconocido. Su osadía amenaza con cambiar para siempre el futuro de la comunidad.

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Comentario de Cartelera.com.uy

El árbol y el bosque

A veces no hay nada peor que las expectativas para arruinar la experiencia de ir al cine. Lo que uno cree esperar de una película suele ser –cuando el resultado es muy diferente- la antesala de la decepción. Yo supongo que debe ser similar a cuando chateás durante algún tiempo con otra persona y te la imaginás de una manera determinada (y te gusta la idea que te hacés en la cabeza) y cuando finalmente se produce el encuentro cara a cara y esa persona resulta ser otra cosa (no necesariamente lo opuesto, pero otra cosa), bueno, el alma se te cae al piso.

Sobre todo cuando tu primera relación fue casi insuperable. Sexto Sentido (1999) quizá sea lo mejor y lo peor que le pudo haber pasado a M. Night Shyamalan; si bien por un lado le significó un gran e inesperado éxito y un lanzamiento a nivel mundial (y sobre todo dentro de Hollywood, donde a partir de allí se le abrieron todas las puertas que quiso), por otro lado la mayoría de sus fanáticos siguen esperando que aquella fórmula se repita. El Protegido (2000) era quizás mejor en términos cinematográficos, pero no estuvo a la altura de las expectativas de casi nadie. Señales (2002) era sensiblemente menor (más trillada, más rutinaria, más sensiblera y predecible) y sobre todo empezaba a sospecharse que la cáscara de sus películas arriesgaba ser demasiado llamativas para lo que contenían.

La Aldea es la confirmación de esto último. Es el típico ejemplo (digno de ser estudiado en escuelas de cine) de cómo una película puede (o intenta), desde su idea misma, hasta desde su campaña de promoción, manipular a su audiencia y hacerle creer que va a ver una cosa cuando en realidad se trata de otra bien diferente. Sobran, en la historia del cine, ejemplos de que esta fórmula, en buenas manos, da resultados sorprendentes. Al comienzo de Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock, todo el mundo pensaba que iba a ver una película sobre cómo la secretaria Janet Leigh robaba un dinero a su jefe y huía por la carretera; cerca de la mitad de la película, en cambio, esa “protagonista” era bestialmente asesinada y la historia pasaba a ser otra.

Shyamalan no oculta su admiración por Hitchcock (ni por Steven Spielberg, otro gran manipulador pero, en este caso, de las emociones del público y no de sus expectativas), pero había algo en Hitchcock que te atrapaba la atención más allá de descubrir una vuelta de tuerca: no podías no interesarte por lo que iba a suceder a continuación, hasta el mismo final. Shyamalan, en cambio, suele esconder su manipulación hasta el final (particularmente en Sexto Sentido y El Protegido), de manera que todo aquello caía encima tuyo y te permitía cerrar varias cuestiones pendientes, convirtiendo la revelación en un sorprendente broche de oro que no sólo no decepcionaba sino que ofrecía lógica a todo lo que acababas de ver. Excepto en La Aldea, donde la manipulación tiene su lógica pero al mismo tiempo no convence.

Se hace difícil analizar el resultado sin mencionar algunos elementos que deberían permanecer ocultos para futuros espectadores, pero baste con decir que no se trata de una película de terror, sino de una historia de amor y de cómo el amor es capáz de vencer todos los obstáculos, incluido el miedo. Shyamalan no sólo manipula a su audiencia, sino también a varios de sus personajes, llegando a crear una confusión tal en la que uno no sabe si todavía (a pesar de saber que fuimos manipulados) el tipo pretende seguir engañándonos o si está queriendo engañar a sus personajes. Lo cual, en ese caso, nos deja por fuera de la experiencia como espectadores. Y finalmente, cuando todo más o menos se sabe (mucho antes del final, por cierto), son más las preguntas que surgen que las respuestas. Y el mensaje de que el amor todo lo puede (algo similar a aquel “batea duro” de Señales) es por lo menos burdo. Manipulación + mensaje obvio = fastidio.

Aún así, sería injusto no reconocer que el director filma muy bien, crea tensiones, busca ubicar la cámara o distanciarla de sus personajes sin caer en un lenguaje o una puesta en escena convencionales. Aunque también hay que reconocer que el efecto “alguien pasando con golpe de música”, como en la escena del baño en Sexto Sentido (en la que el chiquilín orinaba de espaldas), ya lo hemos visto demasiadas veces en el cine de suspenso. Nos sigue sobresaltando, si, pero enseguida puteamos al director por su, otra vez, manipulación más que por su ingenio.

Y en definitiva la idea en sí es muy interesante, por más que no logre convencer. No puedo evitar pensar en algún cuento o película que plantea algo similar, pero de cuyo título o autor me resulta imposible acordarme. Sí me vinieron a la mente referencias más recientes como El Proyecto Blair Witch (de la cual Shyamalan es admirador), The Truman Show, e incluso Alien, a la que el propio Shyamalan se ha referido como ejemplo de una pequeña comunidad aislada que enfrenta una amenaza externa (y a la cual de alguna manera homenajea al incluir a Sigourney Weaver en su elenco). Y por supuesto Caperucita Roja y el Lobo, alguna de cuyas ediciones ilustradas probablemente circuló por el departamento artístico de la película para inspirar a más de un diseñador.

A ese temor primario, muy infantil y muy permanente en el ser humano, a lo desconocido que acecha en el bosque, a la oscuridad, a lo que puede aparecer una vez que la niebla se ha disipado, apela todo el comienzo de la película. Lo que pasa es que se trata de una cortina de humo, de apenas un árbol en medio del bosque, y el bosque además es algo así como artificial. En eso consiste el juego de Shyamalan; entrar en él, como penetrar en el bosque, queda a cuenta y riesgo de cada uno.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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FILM/814

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