Juego de poder

Juego de poder

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Presentado por
  • Titulo original: Charlie Wilson's war
  • Dirección: Mike Nichols
  • Género: Comedia
  • Protagonistas: Tom Hanks - Julia Roberts
  • País: Estados Unidos Año: 2007
  • Duracion: 1h37'
  • Elenco: Philip Seymour Hoffman - Om Puri - Emily Blunt - Amy Adams
  • Sitio oficial IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Juego de Poder es la insólita historia real de cómo un congresista playboy (Tom Hanks), una filántropa anticomunista de la alta sociedad de Houston (Julia Roberts) y un belicoso agente de la CIA (Philip Seymour Hoffman) conspiraron para llevar a cabo la mayor operación clandestina de la historia: armar a los futuros talibanes para sacar a los rusos de Afganistán en los ‘80. Una sátira política que cobra una significación adicional a la luz de acontecimientos recientes.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Una inteligente sátira política, que se queda corta como crítica a la intervención de EEUU en Medio Oriente pero funciona muy bien como comedia. Tom Hanks y Philip Seymour Hoffman están formidables.

Charlie y la fábrica de guerritas

La película comienza en una especie de hangar, dominado por una gigantesca bandera estadounidense, donde un reducido público se dispone a homenajear a Charlie Wilson (Tom Hanks). El congresista es condecorado y ovacionado de pie, y se lo ve visiblemente emocionado. Uno teme que lo que siga (sobre todo al estar basado en una historia real) sea una patriotada yanqui, y lo es, pero no exactamente. Al menos cuando la película vuelva a ese homenaje, al final (porque la película es en sí un largo flashback en la vida de Charlie Wilson), el espectador entenderá –posiblemente- que el sentido de esa escena es ligeramente distinto del que pudo temerse al principio.

Juego de Poder no es otro ejemplo de crítica a la política exterior estadounidense, al menos no del modo en que lo son –más allá de defectos y virtudes- sus contemporáneas Leones por Corderos y El Sospechoso. Más bien se inscribe dentro de una línea de sátira política, entendiendo la sátira como una obra que pone en ridículo a alguien o algo. En este caso lo que queda bastante ridiculizado es el sistema político de Estados Unidos, en especial su poder legislativo y su aparato de inteligencia (hay muy pocas referencias a la Casa Blanca y a la figura del presidente, que en la época en que se desarrolla la acción –comienzos de los años ’80- era nada menos que Ronald Reagan). Según el retrato que hace el guión de Aaron Sorkin (Cuestión de Honor, Mi Querido Presidente, la serie The West Wing), basado en un libro de George Crile, los corredores del Capitolio están llenos de congresistas dispuestos a burlar sus propias leyes con tal de obtener réditos personales, tanto políticos como económicos. En este retrato, el sistema político está viciado y muchas veces corrompido, pero aún queda lugar para algunos idealistas como Charlie Wilson, que a pesar de vivir de juerga entre mujeres y grandes dosis de alcohol está dispuesto a usar sus influencias y sus contactos para hacer algo de bien en este mundo lleno de injusticias.

Y hacer el bien, al menos para alguien como Charlie Wilson en plena guerra fría, era patearle el trasero a los comunistas, y sobre todo a su máxima expresión que era el ejército rojo de la Unión Soviética, al que se le había ocurrido invadir Afganistán. De cómo un playboy simpático y picarón como Charlie Wilson se terminó involucrando en una guerra al otro lado del mundo, suministrando armas y entrenamiento a los muyahidin afganos, da cuenta esta comedia; comedia que, sin embargo, no se toma para la risa su tema de fondo que es, en definitiva, la intervención de Estados Unidos en los conflictos de Medio Oriente, una realidad que sigue marcando a esa conflictiva zona hasta hoy.

Como se sabe, de la guerra afgano-rusa (que concluyó en 1988 con el retiro de las tropas soviéticas) surgirá una segunda generación de muyahidin que se denominarán a sí mismos Talibán. Estados Unidos los apoyaría en un principio, debido a que tendían a limitar la influencia del régimen teocrático de Irán, pero el resto de la historia “oficial” es conocida: los talibanes establecieron un régimen islamista en Afganistán, dieron refugio a Osama bin Laden (principal acusado por Washington de ser el autor de los atentados del 11 de setiembre de 2001), Estados Unidos invadió el país, derrocó a los talibanes, siguió con Irak, los talibanes recobraron fuerza y le siguen ofreciendo resistencia…

No hay, por supuesto, una crítica explícita al rol de Estados Unidos en el conflicto; apenas algún comentario premonitorio en boca del inestable –aunque sumamente lúcido- agente de la CIA que interpreta Philip Seymour Hoffman. El apunte crítico se limita a sugerir que el sistema político norteamericano suele lavarse las manos cuando algo ya no le conviene, provocando con su indiferencia (mas no con su intromisión) que determinado país se sumerja en el caos.

El director Mike Nichols (nacido en Alemania en 1931 pero ciudadano de Estados Unidos desde 1944) ya había examinado el mundo de la política en Colores Primarios (1998), adaptación del best seller anónimo (después se supo que lo había escrito el reportero del New York Times Joe Klein) inspirado en el ascenso político del matrimonio Clinton. En Juego de Poder reitera la misma visión sobre los vericuetos de la política, según la cual algunos pequeños pecados, traiciones e inmoralidades son el precio que hay que pagar para llegar al poder y “hacer el bien”. Como Charlie Wilson. Es una visión amarga pero finalmente indulgente que puede provocar un poco de asco (no hay que olvidar que Nichols es el mismo director de aquella apología del éxito individual que era Secretaria Ejecutiva), pero en ese caso conviene mirar hacia un costado (que es lo que solemos hacer ante algo que nos incomoda o que no nos gusta) y concentrarse sólo en sus aciertos como comedia, que los tiene.

No sólo el diálogo es frecuentemente inteligente y algunas escenas son estupendas (empezando por todas aquellas en las que aparece Hoffman) sino que además hay un formidable trío de actores encabezando el elenco. Hace tiempo que a Hanks no se lo ve tan bien y tan cómodo en un papel, y es que el hombre –por más que haya logrado demostrar que también es un buen actor dramático- sigue siendo un excelente comediante. Julia Roberts, que interpreta a una dama de sociedad anticomunista y voluntariosa, está simplemente bien pero hace lo que tiene que hacer. Y Hoffman sigue demostrando, por si hace falta, que es un actor brillante y camaleónico; cuesta reconocer, detrás de sus bigotes, su peinado hacia atrás y sus gruesos lentes, al mismo actor que se transformó en Capote (2005) o en el enfermero compasivo de Magnolia (1999). Si este no fuera el año de Javier Bardem a nadie le molestaría que se llevara otro Oscar, al que está nominado como mejor actor de reparto.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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