Hiroshima

Hiroshima

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  • Titulo original: Hiroshima
  • Dirección: Pablo Stoll
  • Género: Comedia dramática
  • Protagonistas: Juan Andrés Stoll - Noelia Burlé
  • País: Uruguay-España-Colombia-Argentina Año: 2009
  • Duracion: 80'
  • Elenco: Mario Stoll - Guillermo Stoll - Leonor Courtuasie
  • Sitio oficial IMBD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Juan canta en una banda de rock pero no habla mucho. Trabaja en una panadería por las noches pero durante el día desaparece. Esta es la historia de uno de esos días, la historia de lo que pasa cuando se despierta. "Un musical mudo basado en hechos reales", según su realizador Pablo Stoll, co-director de 25 Watts y Whisky.

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Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Una película rara y experimental, posiblemente desconcertante y hasta irritante para algunos; sorprendente y extrañamentre cómica para otros. Un film personal, en definitiva, como se han visto pocos en Uruguay.

Una voz propia

El cine uruguayo sigue siendo un fenómeno bastante extraño y, en cierto modo, precario. Ahora hay más dinero y mecanismos para hacer películas, y cada realización nacional que sale al exterior cuando menos llama la atención, recorre festivales y frecuentemente recibe premios y elogios. Sin embargo, es todavía un terreno en el que la concreción de una segunda película (salvo pocas excepciones como las de Beatríz Flores Silva, Rebella & Stoll, Aldo Garay, Álvaro Buela) se mantiene como una probabilidad bastante incierta. Un terreno en el que todavía pesa algún tipo de maldición sobre un autor incomprendido como Pablo Dotta, quien tuvo el descaro de hacer una película llamada El Dirigible (1994) sin tener en cuenta las expectativas de un país donde no se hacían películas. Un país en el que a veces parecería que hay más críticos de cine que espectadores reales, y en el que pueden coincidir en cartelera propuestas tan disímiles y, en muchos sentidos, antitéticas como La Despedida e Hiroshima.

Cuando en julio de 2006 ocurrió la prematura muerte de Juan Pablo Rebella, muchos allegados y gente vinculada al cine en general, conmovidos por lo que era una dolorosa pérdida no sólo para familiares y amigos sino para la cultura y el cine nacional, manifestaron (manifestamos) el deseo de que Control Z (productora de la que Rebella había sido co-fundador), y en particular su socio y amigo Pablo Stoll, co-director de 25 Watts y Whisky, continuaran haciendo películas. Parecía en ese momento, y lo sigue pareciendo ahora, tal vez la mejor manera de homenajear y reafirmar la vida de quien sigue siendo uno de los directores más celebrados del siempre incipiente cine uruguayo. Y si bien ya se sabía que ambos estaban trabajando en un tercer proyecto de largo juntos, una pregunta no del todo dicha pero inevitable era cómo sería la primera película de Stoll en solitario. Si podría (o debería) estar a la altura de los antecedentes que lo convirtieron, junto a Rebella, en los cineastas más premiados de este país y en referentes de toda una generación de aspirantes a directores.

Hiroshima es, de alguna manera, una respuesta a esas preguntas. Probablemente no sea una respuesta consciente, ni siquiera intencionalmente sea una respuesta, pero de algún modo funciona como tal desde el momento en que, seguramente, desconcierte a muchos que siguen considerando a 25 Watts (2001) y/o Whisky (2004) lo mejor que le pudo haber pasado al cine nacional. O aún sin llegar a ese extremo, de quienes crean que esas dos películas marcaron apenas dos etapas en la maduración de un par de jóvenes cineastas que, sin pretenderlo, dejaron muy bien parado al cine uruguayo en el mundo. Y que, por lo tanto, una tercer obra (juntos o por separado) debía continuar esa línea y superar incluso los méritos de las anteriores.

Lo que pasa es que las expectativas de los demás poco tienen que ver con las motivaciones individuales. Hiroshima parece ser el film más personal de Stoll hasta la fecha, mucho más que aquel retrato en blanco y negro de pibes tratando de llenar tardes aburridas en el barrio que era 25 Watts. Aquello era un film personal hecho de a dos, que de rebote –y naturalmente- terminaría reflejando el desconcierto y la idiosincrasia de buena parte de una juventud uruguaya igualmente monótona, aburrida, ¿incolora? Hiroshima, por su parte, es el primer film personal de Stoll, un film que tal vez nazca de la necesidad individual (o simplemente las ganas) de marcar una diferencia, un quiebre con lo hecho hasta ahora, de desafiar las convenciones propias, ajenas y colectivas. O quizás simplemente de jugar un poco, de tomar la cámara como una herramienta lúdica con la cual salir a explorar ese extraño mundo que nos rodea. En todo caso, de establecer – a pesar de las expectativas, o precisamente como reacción a ellas - una voz propia. Lo cual no deja de ser bastante irónico considerando que se trata de una película muda… Casi como si, ante el reclamo externo de decir algo, Stoll se plantara desafiante guardando silencio.

Claro que Hiroshima no es una película “silenciosa”. En realidad es una película con mucha música, en la que las canciones hablan por sus personajes (como en los musicales) pero en la que los diálogos no son oídos aunque sí leídos, del mismo modo en que se leían los diálogos en las películas mudas. Un musical mudo, se diría. Y en ese planteo calza a la perfección la presencia prácticamente excluyente y casi impenetrable del protagonista, Juan Andrés Stoll (hermano del director y cantante de la banda Genuflexos, que se interpreta a sí mismo) cuyo ostracismo, distanciamiento de la “realidad” (o como sea que se llame todo eso que está fuera de su cabeza) y casi total falta de motivación (con excepción de la música) parecen una versión extrema de aquellos mismos pibes de 25 Watts.

En busca de esa voz propia, Stoll no solo regresa a algunos de los orígenes del cine (el ya mencionado recurso de silenciar los diálogos, las escenas que se alargan a veces hasta la exasperación, como si no hubiera intercedido un proceso de montaje), más o menos como lo hacía su admirado Aki Kaurismäki en Juha (1999), sino también a sus orígenes familiares. Hiroshima (título que cobra sentido sólo al final) es de algún modo un retrato familiar desde el punto de vista de Juan, a quien la cámara sigue desde el amanecer, cuando sale de trabajar en una panadería, hasta la noche, cuando llega a un toque junto a su banda. Pero ese retrato también incluye como personajes laterales a otros miembros de la familia Stoll y a varios amigos, entre ellos algunos rostros conocidos de la barra Control Z (Manolo Nieto, Federico ‘Cote’ Veiroj, Adrián ‘Garza’ Biniez).

Es algo así como un video casero hecho entre amigos y familiares (en el espíritu de esas viejas películas Súper 8 que Juan proyecta en la pared), pero de parte del mismo realizador co-responsable de dos de las mejores películas uruguayas que se hayan hecho. Parecería que Stoll hubiese decidido quitarse esa mochila de la espalda por un momento, y jugar un rato a filmar sin medir expectativas ni consecuencias, que es probablemente lo que lo llevó – junto a Rebella – a ser cineasta en primer lugar. De vuelta: un retorno a los orígenes. Una forma de regreso a casa. O quizás apenas un alto en el camino antes de encarar ‘3’, aquel proyecto que quedó repentinamente en suspenso en julio de 2006.

Otro tema es si a alguien, mucho más allá del círculo de amigos, familiares y conocidos, le interesa o le entusiasma lo que Stoll tiene para decir (mejor dicho, para mostrar), y la forma en que elige hacerlo. Hay algo de chiste interno en todo esto, y la broma puede escapársele (luego de cierta gracia o extrañeza inicial) a quienes no estén algo familiarizados con el entorno de los Stoll y los Control Z. Pero más allá de la gracia o el efecto que Hiroshima finalmente tenga sobre sus espectadores, lo más destacable es que en Uruguay alguien como Stoll pueda hacer, a pesar de expectativas ajenas y mochilas a cuestas, la película que le venga en gana, la que le nazca de las entrañas.

 


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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