Kill Bill, la venganza - Volumen 2

Kill Bill, la venganza - Volumen 2

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  • Titulo original: Kill Bill Vol. 2
  • Dirección: Quentin Tarantino
  • Género: Acción-Comedia
  • Protagonistas: Uma Thurman - David Carradine
  • País: Estados Unidos Año: 2004
  • Duracion: 2h16'
  • Elenco: Michael Madsen - Daryl Hannah - Gordon Liu - Michael Parks
  • IMBD
  • Disponible en: VHS DVD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Luego de despachar a sus ex-colegas O-Ren Ishii (Lucy Liu) y Vernita Green (Viviva A. Fox) en la primera parte, la Novia (Uma Thurman) reanuda su búsqueda de venganza en esta segunda entrega. Tras vencer a dos de sus oponentes femeninas, a la Novia le quedan dos enemigos en su “Lista de la Muerte”: Budd (Michael Madsen) y Elle Driver (Daryl Hannah). Eso, claro, antes de alcanzar su objetivo final: matar a Bill (David Carradine), que se encuentra oculto en México. De esta manera Quentin Tarantino concluye su cuarta película, el verdadero homenaje de un cinéfilo a las películas de kung-fu, samurai y spaghetti western.

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Comentario de Cartelera.com.uy

Ver para creer

Menos mal que no hay una Kill Bill Volumen 3, porque sería imposible imaginarse cómo Quentin Tarantino podría volver a superarse a sí mismo... una vez más. Así es, señoras y señores: el director más imaginativo del cine norteamericano de hoy, el adolescente cinéfilo que creció mirando demasiadas películas berretas (y de las otras también), el hombre que nos rompió la cabeza hace diez años con Pulp Fiction y nos reinventó el cine de acción hace unos meses, volvió a hacerlo. Y de manera tan formidable que Kill Bill 2 supera a su antecesora con creces.

Kill Bill –la obra completa- es la película posmoderna por excelencia, en el sentido de que recicla ingredientes de obras modernas más o menos conocidas y los presenta dentro de una obra original para que el espectador los siga disfrutando y reciba, además, el correspondiente valor agregado. Kill Bill Volumen 1 era el homenaje (no confundir con parodia o burla, que es lo que generalmente uno hace cuando algo le parece ridículo) a casi todo el cine de acción asiático de los años ’70 y ’80, del que Tarantino es fiel admirador. Allí ya adelantaba parte del otro gran homenaje que Kill Bill es a un par de géneros cinematográficos: el spaghetti western, esa tradición de películas de vaqueros que se filmaron en Italia a partir de mediados de los años ’60, sobre todo gracias a la creatividad y la pasión que el gran director Sergio Leone sentía por el clásico western norteamericano. Cuarenta años antes que Tarantino, Leone ya reinventaba un género que admiraba pero que, de alguna manera, quería desmitificar. Así nació la impagable trilogía de “El Hombre sin Nombre” (Clint Eastwood): Por un puñado de dólares (1964), Por unos dólares más (1965) y El bueno, el malo y el feo (1966), ensayos paródicos quizá de lo que sería una obra monumental como Érase una vez en el Oeste (1968). Cuarenta años después, Tarantino homenajea a quien fuera entonces un pionero de la posmodernidad cinematográfica y convierte a este segundo capítulo (o, mejor dicho, segundo volumen, sí, de capítulos) en una reconstrucción del spaghetti western.

De esa manera echa mano, por ejemplo, a mucha música que Ennio Morricone compuso para aquellas películas, principalmente para la “trilogía de los dólares”. Y también a una manera de puesta en escena que incluye la tensión previa a un duelo elaborada mediante la confrontación de primerísimos primeros planos de los dos (o las dos) contendientes. Ubicar la mayor parte de la acción en un paraje desértico de Texas ya es, en sí mismo, un homenaje al western. Y el que haya camionetas con caja o coches descapotables en lugar de caballos es insignificante: Kill Bill 2 es, en gran parte de su narración, un western de pura cepa. Un western muy atípico, claro. Y excesivamente divertido.

Tarantino, un inconformista, nos tiende varias trampas. Y se lo agradecemos. Si creíamos que Kill Bill 2 iba a consistir en una sucesión de enfrentamientos en los que la Novia (Uma Thurman) iba a acabar, uno por uno, con el resto de su lista, estábamos equivocados. No es que no se encuentre con Budd (Michael Madsen), con Elle Driver (Darryl Hannah) y, por supuesto, con Bill (David Carradine); es sólo que esos encuentros nos deparan constantes sorpresas que no hubiéramos imaginado ni en nuestros sueños más locos. Tarantino echa abajo cualquier expectativa que uno pudiera tener tras la primera parte, al punto de que Kill Bill 2 luce como una película en sí misma, dueña de una dimensión y de un sentido totalmente independiente a Kill Bill 1; esto no quiere decir que la historia no tenga continuidad, que la tiene, sino que no se trató simplemente de dividir una película al medio con un hacha y estrenar cada una de las partes con meses de diferencia; de alguna manera Tarantino logra que uno sienta que está viendo una nueva película, que valió la pena esperar todos estos meses, y que valió la pena volver a pagar una entrada.

En Kill Bill 2 todavía hay sangre, pero es mucho menos sangrienta que Kill Bill 1; Kill Bill 2 es sumamente divertida, pero hay mucho más humor que en la primera parte; Kill Bill 1 era bastante lineal e introductoria, pero la 2 gana en complejidad narrativa y profundiza en las acciones y motivaciones de los personajes. Es un goce, es un derroche de imaginación y talento cinematográfico, es una comedia y una historia de amor, es cruda, tierna, visceral y violenta. Es increíble y te deja con la boca abierta más de una vez. ¿Qué más se puede pedir? ¿¿Qué más??

Ah, sí. Hay más: un grupejo de personajes imborrables. Ahí están Budd, con su solitaria existencia al borde del desierto y su patético trabajo en un club de chicas; Elle, con su cabellera rubia, sus piernas flacas entubadas en pantalón negro, su parche que esconde un secreto del pasado y su libretita de apuntes; Pai Mei con su mala onda, sus cejas increíbles y su larga barba, que parece tener sólo la función de permitirle un gesto que quedará en la historia; Esteban, con su mirada extraña, su voz rajada y su cómico sentido de la seducción (“soy vulnerable a los elogios”); y por supuesto Bill, con su talento natural para contar historias, su ternura oculta y su malicia a flor de piel. Todos han pasado a integrar la galería de personajes tarantinescos que no olvidaremos nunca, junto a Mr. Blonde, Mr. White y Mr. Orange; junto a Vincent Vega, Jules Winnfield, Mia Wallace, Marsellus, Butch y Honey Bunny; junto a Jackie Brown y, claro, O-Ren Ishii, Vernita Green y la Novia. Todos, al igual que ellos, han encontrado a los intérpretes indicados para darles vida; imposible pensar en otro Budd que Madsen, en otra Elle que Hannah (¡la misma Darryl Hannah que jamás llamó nuestra atención!) o en otro Bill que Carradine. Imposible. Bienvenidos todos.

Y bienvenida la mamba negra, que también nos dio su buen rato de regocijo. Sencillamente colosal.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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