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Ficha

Resumen

Luego de ser objeto de una trampa, un legendario ex federal conocido como ‘Machete’ (Danny Trejo) debe limpiar su nombre y dejar al descubierto una profunda conspiración. Pero en su camino se interponen varios obstáculos y enemigos, dando lugar a una trayectoria de balas, sangre y corazones rotos. Es que, como dice Machete: “se metieron con el mexicano equivocado”.

Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Un entretenimiento crudo, básico, con personajes de una sola pieza, algunos diálogos increíbles y generosas dosis de sangre y desmembramientos. Un homenaje de Robert Rodríguez al cine clase B que tanto le gusta.

La venganza de los chicanos

Machete comenzó siendo un falso trailer que formaba parte de la versión original de Grindhouse (2007), un homenaje a las matinées berretas de doble programa de los años 70 a cargo de Robert Rodríguez y Quentin Tarantino. Grindhouse estaba compuesta de dos películas de acción y terror: Death Proof, de Tarantino, y Planet Terror, de Rodríguez. Aquella loca idea de dos amigos muy colgados con el cine clase B, C o Z no funcionó muy bien en taquilla en su país de origen y nunca llegó a estrenarse en Uruguay. Ni siquiera está disponible en DVD. En algunos mercados se estrenaron como películas independientes, de más larga duración y, por supuesto, sin aquellos falsos trailers.

Cualquiera que hubiera visto el de Machete (había otros) coincidiría en que la idea era maravillosa, sobre todo porque prometía un rol protagónico, por primera vez, para Danny Trejo, una cara conocida en las películas de Rodríguez (La Balada del Pistolero, Del Crepúsculo al Amanecer, Mini Espías) y prácticamente en cada película donde apareciera un matón, presidiario o ex presidiario de origen mexicano. De hecho la filmografía de Trejo, si bien en pequeños papeles, asciende a unos 200 títulos entre cine y televisión. Su oportunidad de lucimiento finalmente ha llegado. Trejo, que tuvo una infancia y juventud marcada por la adicción a las drogas y el delito, pasó 11 años entrando y saliendo de prisión, así que sabe algo sobre lo que es sobrevivir en Estados Unidos (nació en Los Ángeles en 1944). Y si bien no podría considerárselo un buen actor (más bien se diría que su expresividad iguala la de Boris Karloff en Frankenstein, más o menos), sí se trata de una presencia física que impresiona en la pantalla. Para lo que Rodríguez quería hacer, Trejo es el protagonista perfecto.

Y lo que Rodríguez quería hacer, evidentemente, era un homenaje al cine de acción más guarro, puro y simple que veía en el cine cuando era un chico, por allá por los años 70 (el director nació en San Antonio, Texas, en 1968). Por aquellos días estaban de moda las exploitation movies, películas de muy bajo presupuesto que “explotaban” algunos ingredientes muy característicos que hacían las delicias de su público básicamente masculino: acción, violencia, efectos especiales, desnudos femeninos, sexo, frecuentemente promocionados de manera sensacionalista. Un tipo de películas que hizo furor en aquella época fue el de las blaxploitation, que usaban elenco, temas y ambientes esencialmente afro-americanos. En ese sentido, Machete sería algo así como una película texploitation, y no podía ser otro que Robert Rodríguez quien lo propusiera.

Como película de acción alevosamente berreta (porque está filmada por alguien que domina muy bien su herramienta, por más que la disfrace de rudimentaria), Machete cumple con lo prometido. Es un entretenimiento crudo, básico, con personajes de una sola pieza, algunos diálogos increíbles y generosas dosis de sangre y desmembramientos. Pero Rodríguez va un poco más allá, y se mete con uno de los temas más polémicos de la actualidad como el de la inmigración ilegal hacia Estados Unidos y las políticas represivas y xenófobas de los gobernantes más conservadores. Sin llegar a ser un film político (seguimos hablando de Robert Rodríguez, un tipo que concibe el cine en primer lugar como mero entretenimiento), hay que reconocer cierta postura ideológica en el retrato del senador corrupto que encarna nada menos que Robert De Niro, y en las prácticas fascistas del vigilante fronterizo a cargo de Don Johnson. Hay una escandalosa similitud con la realidad tanto en los discursos xenófobos del primero como en el patrullaje a tiro limpio del segundo, y Rodríguez elige convertir en héroes a las usuales víctimas de esta crisis: los chicanos, frijoleros y asalariados que se arriesgaron a cruzar la frontera en busca de una vida mejor. Y en nombre de ellos se cobra una deliciosa venganza como solo el cine puede ofrecer, plagada de momentos absurdamente delirantes.

En la mejor tradición de Tarantino, y continuando con el juego de desdoblamientos y homenajes, el director emplea como perversos villanos a tres estrellas del cine de acción clase B de los años 80 y 90: Steven Seagal, Jeff Fahey y Don Johnson. Y es precisamente en estos personajes que uno nota la gran diferencia entre Rodríguez y Tarantino: ninguno de esos villanos es memorable, así como no lo es ningún momento de Machete. Mientras Tarantino convierte su cinefilia en obras maestras, Rodríguez hace un entretenimiento casi tan simple y berreta como el modelo original, solo que con más presupuesto y una mayor autoconciencia sobre el espíritu que lo motiva. Pedirle más que eso sería tan absurdo como esperar que Danny Trejo se gane un Oscar.

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy