Frost/Nixon: la entrevista del escándalo

Frost/Nixon: la entrevista del escándalo

Todo público Ver comentarios
Presentado por
  • Titulo original: Frost/Nixon
  • Dirección: Ron Howard
  • Género: Drama
  • Protagonistas: Frank Langella - Michael Sheen
  • País: Estados Unidos-Inglaterra-Francia Año: 2008
  • Duracion: 2h02'
  • Elenco: Kevin Bacon - Oliver Platt - Sam Rockwell - Matthew Macfadyen
  • Sitio oficial IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Película
Presentado por

Ficha

Resumen

En 1977, tres años después de verse obligado a dejar la Casa Blanca, Richard Nixon (Frank Langella) concedió una única entrevista acerca de su mandato y del escándalo Watergate que acabó con su presidencia. El entrevistador fue el periodista británico David Frost (Michael Sheen), cuyo equipo no estaba seguro de que pudiera acorralar al ex presidente. ¿Podría Nixon eludir las preguntas acerca de su papel en una de las mayores vergüenzas en la historia de los Estados Unidos?

Publicidad

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Estupendo cine sobre periodismo y política, que logra fascinar con sus entretelones de una entrevista crucial presentada casi como si fuera una pelea de boxeo. Impecable elenco donde destacan Michael Sheen y Frank Langella.

Contra las cuerdas

En 1976, apenas tres años después de los hechos, la película Todos los Hombres del Presidente (de Alan J. Pakula) narraba la ardua investigación de los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward (Dustin Hoffman y Robert Redford) que permitió develar los detalles del escándalo Watergate, que condujo a la renuncia del presidente Richard Nixon en 1974. En 1995, el director Oliver Stone presentó su propia versión de los hechos pero enmarcada en una biografía cinematográfica del propio Nixon (Anthony Hopkins), quien era retratado como un ser acomplejado, incapaz de ganarse el afecto del público que tanto ansiaba. Ahora, el director Ron Howard presenta la adaptación al cine de la premiada obra de Peter Morgan -guionada por el propio autor- sobre los entretelones de una célebre entrevista televisiva que ocupó el lugar del juicio político que Nixon nunca tuvo que enfrentar. Frost/Nixon viene a completar, entonces, una suerte de trilogía fundamental para cualquier interesado en la historia presidencial de los Estados Unidos, en el poder y la corrupción política dentro de la Casa Blanca, y en el buen cine en general.

Como en Apollo 13 (1995), Howard vuelve a demostrar que es un excelente director cuando se trata de reconstruir episodios reales, más o menos conocidos, a los que sabe convertir en relatos tensos y fascinantes a pesar de que uno pueda ya conocer el desenlace. Así como Apollo 13 era la crónica de una frustrada misión a la Luna, Frost/Nixon se inmiscuye en los preparativos y el desarrollo de una entrevista que constituyó un momento cumbre en la política y la televisión norteamericanas de los años 70: un ex presidente caído en desgracia que debió enfrentar ante cámaras las acusaciones que no recibió del poder político ni judicial de su país. Y lo hace desde dos frentes: el de David Frost (impecable Michael Sheen), un ambicioso presentador de TV británico más vinculado con el entretenimiento y la farándula que con los vericuetos de la política; y el del propio ex presidente Nixon (Frank Langella), un viejo zorro algo decrépito que extraña sus días de gloria en la Casa Blanca y que se ve tentado por la suculenta oferta monetaria que hace Frost, a quien en principio sólo le importa el rating.

El primer tercio de la película tiene algo de divertido, mientras describe las personalidades de ambos personajes y su reducido entorno. Mientras Frost cuenta con el apoyo de su productor John Birt (Matthew Macfadyen), Nixon es respaldado por su ex jefe de staff Jack Brennan (Kevin Bacon), un hombre más que nada preocupado por brindarle apoyo moral a un ex mandatario que careció de moralidad. Las intenciones de Frost dan un giro cuando aparecen en escena sus asistentes, los investigadores políticos James Reston Jr. (Sam Rockwell) y Bob Zelnick (Oliver Platt), quienes son mucho más radicales respecto a los objetivos de la entrevista (el propio Reston manifiesta querer darle a Nixon el juicio que nunca tuvo) y dudan de la capacidad de Frost para acorralar a su entrevistado. Aquí la película se pone mucho más interesante, porque es indudable que Morgan utiliza las acusaciones a Nixon como comentario sobre acusaciones similares que se le deberían haber hecho a George W. Bush mucho antes de que dejara la Casa Blanca. Cuando Frost, ya comenzado el rodaje de la entrevista, interroga a Nixon sobre por qué llevó al país a una guerra (la de Camboya) sobre la base de una razón falsa, es imposible no recordar las acusaciones de Bush sobre armas de destrucción masiva como argumento principal para atacar Irak. Y entonces se hace inevitable una reflexión sobre el papel de los medios de comunicación, y del periodismo en particular, como controlador y cuestionador de los abusos del poder.

El rodaje de la entrevista (que tuvo lugar durante varios días en mayo de 1977) es por cierto un capítulo fascinante dentro del film, presentado casi como si se tratara de una pelea de boxeo, con cada contrincante siendo aconsejado por sus ayudantes entre round y round. Sólo faltan las toallas y el chorro de agua para saciar la sed. Al mismo tiempo, la película utiliza un formato parecido al falso reportaje al intercalar testimonios de los personajes secundarios, testigos de la entrevista y su preparación. No es un recurso novedoso, aunque suele ser poco usado en Hollywood (donde no abunda el cine testimonial), y uno se pregunta si era del todo necesario. Pero de todos modos es indudable que esos testimonios aportan comentarios adicionales sobre las motivaciones de ambos involucrados, y sobre las repercusiones e implicancias de una entrevista que acaparó la atención de todo el país. En todo caso, es quizá un resabio de la versión teatral que Morgan no supo cómo sustituir o evitar en su traslación al cine.

Debe ser, junto con Apollo 13, lo mejor que haya filmado Howard, un director impersonal pero eficaz que ha hecho de todo, desde comedias intrascendentes (Todo en la Familia, El Periódico, EdTV) hasta thrillers oportunistas (El Código Da Vinci), pasando por cine catástrofe (Llamarada), dramas épicos (Un Horizonte Lejano, Las Desapariciones) o lacrimógenos (Una Mente Brillante, El Luchador). Aquí se muestra como un director sólido, que no sentimentaliza su material, si bien hacia el final aparece un tufillo extraño, como si se apiadase de la figura de Nixon en lugar de condenarlo. Debe ser el síndrome de patriota que casi todo estadounidense lleva adentro, que le imprime un respeto a veces desmedido hacia la institución presidencial (es muy significativo que todo el mundo le siga llamando “Sr. Presidente” a un hombre que renunció tras un escándalo que incluyó espionaje, uso de fondos para actividades ilícitas y obstrucción de la justicia).

La principal carta de Howard, además de un buen texto, es su elenco sin fisuras. Junto a Sheen, quien ya había llamado la atención con su retrato del ex ministro Tony Blair en La Reina (2006), se destaca con estatura propia la caracterización de Langella. Lejos de la imitación (lo que se agradece, ya que no se parece en nada a Nixon) lo que hace Langella (quien obtuvo un premio Tony por su actuación en la versión teatral) es corporizar la actitud del personaje, su estatus como figura política decadente pero aún arrogante, y su sardónico sentido del humor. Quizá exagera un poco con la voz ronca, que Nixon no tenía (como se puede comprobar viendo fragmentos de la entrevista original en YouTube), pero es un detalle menor que no opaca una actuación convincente que logra otorgar humanidad a un personaje más digno de una caricatura.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

Comentarios
FILM/1159

Publicidad

Publicidad