Rocky Balboa

Rocky Balboa

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  • Titulo original: Rocky Balboa
  • Dirección: Sylvester Stallone
  • Género: Drama
  • Protagonistas: Sylvester Stallone - Burt Young
  • País: Estados Unidos Año: 2006
  • Duracion: 1h42'
  • Elenco: Geraldine Hughes - Henry G. Sanders - Milo Ventimiglia
  • IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Hace treinta años era un hombre sin futuro. Cuando la inesperada suerte le dio la posibilidad de saltar al ring para batirse con el campeón reinante Apollo Creed, su valor y perseverancia, tanto en la vida como en el cuadrilátero, dieron esperanza a millones. Pero la gloria ha pasado y Rocky (Sylvester Stallone) pasa sus tardes contando historias a los clientes de su restaurante. Mason "La Línea" Dixon es el actual campeón de peso pesado, destacado sólo por la facilidad con la que ganó el título. El agente de Dixon no tiene mejor idea para revitalizar la carrera de su cliente que enfrentarlo con Rocky Balboa. Parece una travesura, una broma incluso, pero para Rocky, que casi dobla en edad a su oponente, una pelea con Dixon es la oportunidad de demostrarse a sí mismo y a los que quería que todavía puede dar un último round.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Rocky se retira con dignidad en este broche de oro de una saga que –con sus puntos altos y bajos- debe considerarse un triunfo personal en la carrera de Sylvester Stallone.

Hasta el último round

El año: 1976. El escenario: los exteriores del Museo de Arte de Filadelfia. Un personaje encapuchado sube corriendo las escalinatas al son de un enérgico tema de Bill Conti (¿cómo olvidarlo?) y, al llegar arriba, se da vuelta y enfrenta a la ciudad, levantando victorioso su puño cerrado. Su nombre es Rocky, y es encarnado por Sylvester Stallone, un actor de origen ítalo-americano cuyos antecedentes más conocidos hasta el momento eran una aparición menor acosando a Woody Allen en Bananas (1971) y una película semi pornográfica conocida como El Semental Italiano (1971). Pasó años recorriendo Hollywood intentando vender un guión sobre un modesto boxeador de Filadelfia a quien se le presenta la oportunidad de su vida, hasta que finalmente United Artists lo compró y John G. Avildsen la dirigió, con el propio Stallone como protagonista. El resultado: Rocky ganó más de 120 millones de dólares en taquilla, recibió 10 nominaciones al Oscar (incluyendo dos para Stallone como actor y guionista), y finalmente obtuvo tres estatuillas (mejor película del año, director y montaje).

Uno puede imaginar que ese puño en alto era una suerte de mensaje para la misma industria del cine que se había negado durante tanto tiempo a darle una oportunidad. Como Rocky en la pantalla, al final Sly tuvo su recompensa.

Claro, en términos exclusivamente académicos ese triunfo luce un tanto exagerado, sobre todo considerando que ese mismo año competía nada menos que con Todos los Hombres del Presidente, Network y Taxi Driver, tres de las mejores películas de los ’70. Pero dentro de la carrera de Stallone Rocky fue un punto alto que nunca igualaría, al menos no en términos de calidad; llegaría, sí, a ser uno de los actores mejor pagos de Hollywood, pero pronto sus películas comenzarían a ser un fracaso tanto de público como de crítica y el fulgor de su estrella a atenuarse. Tanto se atenuó que, entre una y otra Frambuesa de Oro (ese anti Oscar), su sorprendente labor en Tierra de Policías (1997), de James Mangold, fue considerada como un regreso en el que además demostraba que todavía podía actuar.

Después de cuatro innecesarias secuelas que se fueron subiendo al carro, progresivamente, del conservadurismo norteamericano de los ‘80 (incluyendo aquel vergonzoso alegato anti soviético que era Rocky IV), Rocky Balboa significa un regreso a las fuentes. No es casualidad que el título de este broche de oro de la saga lleve el nombre del personaje, en lugar de llamarse Rocky VI, como podría haber sido. Ni tampoco que el afiche tenga la misma estética que la de los afiches de cine de los años ’70. Es como si Stallone renegara de todo lo que pasó con el personaje de su vida entre 1976 y 2006, por más que él mismo haya libretado y dirigido cada una de las secuelas, con excepción de Rocky V (que estuvo a cargo nuevamente de Avildsen). En todo caso, Rocky Balboa es la que más se parece en tono, y también en calidad, a aquel original de 30 años atrás. Allí están las calles vacías de Filadelfia, las dos tortugas que lo esperan de noche cuando vuelve a casa, y su cuñado Paulie convertido en un viejo resentido y malhumorado (en 1976 era un tipo violento que aterrorizaba a su hermana Adrian, interpretada por Talia Shire). Algunas cosas han cambiado, sin embargo: Adrian ya no está, es sólo una tumba en el cementerio, muchos recuerdos casi fantasmales, y el nombre de un modesto restaurante en el que Rocky se gana la vida, convertido en una suerte de caricatura de sí mismo (se me viene a la mente el “buenas noches, buen provecho” del mono Gatica, aunque con algo más de dignidad). El hijo de ambos vive a la sombra del glorioso pasado de su padre, intentando construir una personalidad propia, y prefiere mantener distancia.

El mundo de Rocky parece un mundo en descomposición. Las construcciones del barrio se caen a pedazos, los jóvenes son insolentes e irrespetuosos, y para colmo él siente que tiene cuentas pendientes consigo mismo. “Hay algo aquí, en el sótano”, le dice a Paulie señalándose la boca del estómago, justo antes de quebrarse en una de las escenas más emotivas de esta película hecha desde el corazón. Es que Rocky Balboa no luce como un intento por capitalizar el éxito de la saga (éxito que en sus últimas entregas venía en picada), ni siquiera por alcanzar un nuevo éxito en base a una vieja fórmula demasiado explotada (la propia Rocky original lo era, en cierto sentido, aunque bien hecha). Más bien se trata de un homenaje de Stallone -actor, guionista y director- hacia el personaje sobre el que construyó su carrera. Una carrera hecha de altos y bajos, de muchos golpes y caídas y también de ridiculización, la misma ridiculización de la que seguramente fue víctima cuando intentó convencer a Hollywood de volver, una vez más y a los 60 años, a encarnar a este héroe del ring cascoteado por muchos contrincantes y por la vida.

El resultado es una despedida digna, emotiva, en la que Stallone cede el lugar de Rocky –en definitiva un héroe de la clase trabajadora- a la gente común, como lo demuestran esas imágenes finales durante los créditos. Y es por eso que, a pesar de los clichés, de los lugares comunes y hasta de una dirección un poco terraja (esos ralentizados…), es casi imposible que no se te haga un nudo en la garganta al ver a Rocky/Stallone aguantar todos los golpes, todas las burlas y todos los malos pronósticos. Hasta el último round.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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