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Resumen

En esta nueva comedia de Woody Allen, las ambiciones, pasiones y obsesiones de un grupo de personas desencadenan todo tipo de situaciones, desde las más absurdas hasta las más peligrosas. El reparto incluye a Alfie (Anthony Hopkins), quien abandona repentinamente a Helena (Gemma Jones), su esposa durante cuarenta años; y a la hija de ésta, Sally (Naomi Watts), que vive su propia crisis matrimonial debido a que su esposo, Roy (Josh Brolin), es un novelista de escaso éxito incapaz de buscarse un trabajo estable.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Sin entrar a comparar con sus obras maestras, esta nueva comedia de Woody Allen propone una mirada interesante sobre el amor, la muerte, el azar, el matrimonio y la infidelidad, temas predilectos del director.

Llamitas de ilusión

Especialmente en el caso de cineastas de nivel y que han dejado su impronta en la historia del cine, se tiende a valorar sus películas teniendo muy en cuenta su labor anterior. Si bien eso es inevitable y desde muchos lugares positivo, cuando se exagera en tal criterio se corre el riesgo de analizar un filme basándose en la comparación, lo que en oportunidades trae consigo cierto grado de injusticia. Esto se refleja claramente en el caso de la obra de Woody Allen de principios de la década del 90 en adelante.

Pocos realizadores han sido tan prolíficos como este admirador de la inteligencia y belleza femenina y del buen jazz. A razón de casi una película por año (en Uruguay no se estrenó la de 2009, Whatever Works, una historia que demoró en llevarse a la pantalla) es hasta lógico que con el correr del tiempo (hoy tiene 75 años) ya no nos maraville con obras maestras como Annie Hall (1977), Manhattan (1979) o La Rosa Púrpura del Cairo (1985), o que no nos sorprenda tan gratamente como lo hizo con al menos una decena de muy buenas películas. Eso no quiere decir que algunos otros trabajos menores en comparación – éste, por ejemplo – no cuenten con algunos detalles muy atendibles y disfrutables.

En su cuarto filme en Londres (se dice que se repite en homenajear a las ciudades que ama, pero qué bien que lo hace) Allen nos presenta una comedia agridulce en la que, a partir de la crisis de cuatro integrantes de una familia (una pareja de edad mediana y los padres de ella), se cuenta una historia donde no faltan algunas de las cuestiones predilectas del realizador. El amor, la muerte, el azar, el matrimonio, la infidelidad y la continua búsqueda de la ilusión que genere alguna cuota de esperanza, van apareciendo de manera casi intrascendente al principio para, a medida que la narración avanza, ir armando una anécdota interesante y que dispara una auténtica reflexión en relación a esos temas.

Otros aspectos positivos pasan por algunos diálogos chispeantes y agudos, bien al estilo Allen, y algunas escenas fuera de campo que captan de manera precisa situaciones que no se muestran explícitamente. En esos pasajes la conjunción del director con el fotógrafo Vilmos Zsigmond luce como en las épocas de esplendor.

Es cierto, también hay algunos detalles no resueltos de la mejor manera como esa voz en off que parece innecesaria y hasta redundante. A su vez, el prestigioso elenco tiene sus baches (los mejores: Gemma Jones y Anthony Hopkins; los peores: Freida Pinto y Antonio Banderas), mientras que por momentos da la impresión que algunos personajes están tratados como a distancia, sin que se genere con el espectador un grado significativo de empatía.

Yo no le pido más al viejo y querido Woody. Eso sí, le voy a seguir agradeciendo que, cada tanto, deje por unos meses de tocar su clarinete con sus amigos de la The New Orleans Jazz Band en el Café Carlyle y nos regale estas llamitas, estas pinceladas de ilusión y buen cine.

Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy