Zama

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  • Titulo original: Zama
  • Dirección: Lucrecia Martel
  • Género: Drama histórico
  • Protagonistas: Daniel Giménez Cacho - Matheus Nachtergaele
  • País: Argentina-España-Francia-Países Bajos-México-Brasil-Estados Unidos Año: 2017
  • Duracion: 115'
  • Elenco: Juan Minujín - Lola Dueñas - Rafael Spregelburd - Nahuel Cano
  • IMBD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Diego de Zama (Daniel Giménez Cacho), un funcionario americano de la Corona española, espera una carta del Rey que lo aleje del puesto de frontera en el que se encuentra estancado. Algunos años transcurren y la carta nunca llega. Al advertir que en la espera ha perdido todo, Zama decide sumarse a una partida de soldados hacia tierras lejanas, en busca de un peligroso bandido. Libre de sus esperanzas de traslado y ascenso, sabiéndose en peligro, descubre que lo único que desea es vivir. Quizás pueda conseguirlo.

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Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

La deriva


Hace unos meses, cuando Cinemateca decidió renovar con un gran mural la fachada de su principal sala, Cinemateca 18, se armó un pequeño debate en las redes sociales. Junto a tres célebres directores como Federico Fellini, Alfred Hitchcock y Luis Buñuel, presentados cual apóstoles del cine (como en las estampitas religiosas), se incluyó a una mujer latinoamericana y - a diferencia de los otros tres - todavía viva y en actividad: la argentina Lucrecia Martel. Hubo de todo: desde quienes preguntaron tímidamente quién era (convengamos que Martel no es una directora "popular" y que no todo el mundo tiene por qué reconocerla) hasta quienes consideraron un despropósito ubicarla a la altura de tres indiscutidos maestros del cine.


No deja de ser interesante que, en tiempos en que se habla tanto de la igualdad de género y del lugar de la mujer en la industria del cine, haya generado cierta polémica la decisión de ensalzar a una mujer, vaya uno a saber si porque es mujer, latinoamericana, o porque aún está viva. O simplemente porque su obra todavía corta ("apenas" cuatro películas, la última de las cuales aún no se había visto) es insuficiente para considerarla un ícono del cine. A fin de cuentas, el asunto era tan relevante como elegir las mejores películas del año o de la historia: no le va a cambiar la vida a nadie, pero todos tenemos una opinión al respecto. Lo cierto es que, pasado el discreto revuelo, la figura de Martel permanece allí, sobre la avenida 18 de Julio, junto a los tres maestros como desafiando a sus críticos.


Todo esto sucedía unos pocos meses antes del estreno de su cuarta y esperada película: la adaptación de Zama, una novela considerada la obra maestra del escritor mendocino Antonio Di Benedetto, y publicada por primera vez en 1956. Zama describe las vivencias de Don Diego de Zama, un funcionario de la corona española en el Paraguay de fines del siglo XVIII, mientras espera ser trasladado para reencontrarse con su familia. Pero esa espera se pospone durante meses e incluso años, dejándolo a la deriva y a merced de gobernadores burócratas que le encomiendan las tareas más banales, mientras la vida a su alrededor se va enrareciendo y adquiriendo cierto sentido absurdo, delirante e incluso de pesadilla.


Quienes han leído la novela la consideran muy difícil de trasladar al cine. Y ciertamente en una primera instancia podía llamar la atención el interés de Martel por un material semejante, una novela de corte histórico, considerando sus tres primeras películas. Más allá de las libertades que la directora se pudo haber tomado con el material original, es muy probable que le haya atraído la posibilidad de construir una atmósfera particular, la idea de unos personajes encerrados en su propio tiempo y espacio, donde los acontecimientos son meras excusas para explorar un estado determinado, el vínculo entre el personaje y su entorno, y la espera de algo, de cierta forma de desenlace que no se sabe muy bien cuál podría ser porque tampoco importa demasiado. Al menos eso sucedía en las anteriores películas de Martel (La ciénaga, La niña santa, La mujer sin cabeza).


Es un tipo de propuesta que ciertamente requiere de un espectador paciente, activo, que no espere una narrativa tradicional y mucho menos que le den todas las explicaciones en bandeja. Un tipo de cine que no puede gustarle a todo el mundo y que generará reacciones de lo más opuestas, desde quienes creerán que es un bodrio tedioso y pretencioso hasta quienes la considerarán una obra maestra, y la mejor película hasta la fecha de su directora. También es válido ubicarse en algún punto en el medio entre ambos extremos. Sin duda, se trata de una película discutible que invita a la reflexión y el análisis.


Lo que es más difícil de discutir es la impresionante puesta en escena, la lograda ambientación y la creación de una atmósfera que parece suspendida en el tiempo, agobiante, por momentos también frustrante y tediosa como lo es la experiencia de su personaje. Don Diego de Zama (estupenda labor del mexicano Daniel Giménez Cacho) no se siente cómodo con su entorno, con el lugar que ocupa en un mundo colonial a medio camino entre lo salvaje y lo civilizado. Un mundo extraño y absurdo, habitado por criados y sirvientes silenciosos, por otros funcionarios de mayor o menor rango que ejercen su limitado poder, por esposas de gobernadores que hacen lo que pueden con su propio tedio, y por indígenas que ya han visto durante demasiado tiempo su propio mundo invadido y conquistado a fuerza de sangre y fuego.


Zama es una película épica pero al mismo tiempo intimista, que explora la subjetividad de su protagonista afectada lógicamente por sus circunstancias. ¿Todo lo que sucede en pantalla es "real", capricho de su directora o alucinación de su personaje? ¿Acaso ese niño, hijo de un comerciante montevideano, dice sobre Zama eso que le escuchamos o es la mente delirante de Zama que comienza a hacer de las suyas?


En determinado momento, quizás como forma de darle sentido a una existencia sin sentido, Zama se une a un pelotón que sale en busca de un temible bandolero brasileño que, según se dice, viene haciendo estragos a lo largo y ancho del territorio. Ese encuentro, que se anticipa y finalmente se produce, posee algo de la locura inherente a las circunstancias que envolvía el encuentro entre Kurtz (Marlon Brando) y Willard (Martin Sheen) en Apocalypse now (1979), la magistral adaptación que hizo Francis Coppola de "El corazón de las tinieblas" de Conrad.


Es que la guerra, como la conquista y su estado posterior, la colonia, escenarios todos donde hay dominantes y dominados, son ambientes propicios para perder la razón paulatinamente y quedar a la deriva, como el propio Zama.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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