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Ficha

Resumen

Se trata de una colaboración cinematográfica entre la veterana directora Agnès Varda (ganadora del Oscar Honorario por su trayectoria en 2017) y el fotógrafo y artista gráfico urbano J.R., conocido por sus impactantes obras visuales. Juntos recorren distintos puntos de la Francia rural, realizando enormes intervenciones gráficas en paredes y tejados, en cisternas y trenes, en fábricas y pueblos abandonados. En cada lugar, intercambian experiencias y vivencias con los pobladores y sus familias mientras van forjando la amistad entre ellos.

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Comentario de Cartelera.com.uy

Los caminos del arte

La "abuela de la Nouvelle Vague", como se la llama a Agnès Varda, lo ha hecho de nuevo. A sus 88 años, y lejos de retirarse, salió a recorrer pueblos perdidos de la campiña francesa en busca de historias, de personas, de anécdotas y de lugares para conocer, intervenir y filmar. Pero no lo hizo sola, sino junto al fotógrafo, artista gráfico y cineasta JR, de 34 años, conocido por sus impactantes obras visuales de gran tamaño que pega en muros, edificios y estructuras a la vista de todos.

El resultado, Visages Villages ("caras", "pueblos"), es una road movie documental, muy lúdica y descontracturada, en la que dos artistas van forjando su amistad mientras conocen precisamente eso: varias "caras" de personas que habitan en pequeños "pueblos" de la Francia rural, y algunas historias detrás de ellos. Breves, apenas esbozadas en pocos minutos y escasos detalles que permiten intuir todo un pasado, casi siempre vinculado con el mundo del trabajo y la familia. Y sobre todo con el espacio que les rodea y que es parte de su vida cotidiana, y que gracias a la mirada de Agnès y JR probablemente redescubran al menos dos veces: durante el rodaje y al ver la película terminada.

La propia Varda se encarga de trazar la similitud entre su joven colega y su amigo de la Nouvelle Vague, Jean-Luc Godard, quienes comparten la manía de cubrir sus ojos con lentes oscuros. Quizás hacer una película junto a JR sea una manera de recuperar los recuerdos de "JL", de prepararse para un reencuentro con su viejo amigo, o simplemente de compartir una aventura con alguien que siente y vive el arte en contacto directo con la gente y con las calles.

Porque de eso se trata, en definitiva, esta película: de cómo el arte es capaz de nutrirse de la gente, de convivir con la gente y de devolverle a la gente una visión de sí misma, muchas veces una visión inesperada, sorprendente y poética. El arte como algo vivo, efímero y sin embargo atemporal, eterno. Y, por sobre todas las cosas, un vehículo de comunicación y relacionamiento con el otro, desde su concepción ("vamos a hacer una película), pasando por su creación y hasta la obra final, que no es obra sino hasta que alguien la observa.

Y allí es donde Visages Villages se convierte casi que en un milagro; en estos tiempos de hiperconectividad, en el que priman las relaciones virtuales, y de tensiones sociales de todo tipo, esta película nos recuerda que todavía queda lugar para las relaciones humanas, para escuchar al otro y estrechar su mano, para encontrar historias en todos los rincones y en todos los caminos. Y para hacer nuevas amistades y emprender nuevos proyectos y nuevos caminos, así se tengan 88 años.

 

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy