J. Edgar

J. Edgar

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  • Titulo original: J. Edgar
  • Dirección: Clint Eastwood
  • Género: Drama
  • Protagonistas: Leonardo DiCaprio - Naomi Watts
  • País: Estados Unidos Año: 2011
  • Duracion: 2h17'
  • Elenco: Armie Hammer - Josh Lucas - Judi Dench
  • Sitio oficial IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Como director del FBI durante casi 50 años, J. Edgar Hoover fue temido, odiado y respetado en partes iguales. Pero detrás de puertas cerradas, él guardó secretos que podrían haber destruido su imagen, su carrera y su vida. Leonardo DiCaprio se mete en la piel de "J. Edgar" en este drama biográfico que explora la vida pública y privada de una de las figuras más poderosas, controversiales y enigmáticas del siglo XX.

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Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: La detallada y convincente actuación de Leo DiCaprio (bajo quilos de maquillaje) es el principal atractivo de esta biografía de J. Edgar Hoover. Es cuando se desnuda su alma torturada que la película alcanza sus momentos más intensos.

El hombrecito

Los vericuetos del poder siempre han sido material atractivo para el cine, contándose innumerables biopics (películas biográficas) sobre personalidades más o menos célebres que ambicionaron, acariciaron o abusaron de su lugar en la historia. Esta no es exactamente la primera vez que Hollywood se encarga de la vida de John Edgar Hoover (1895 - 1972), quien ha sido encarnado por varios actores (como Broderick Crawford, Ernest Borgnine, Jack Warden, Treat Williams, Kevin Dunn y Bob Hoskins) en varias películas que lo han tenido como protagonista o como personaje secundario; las más notorias y recientes son Chaplin (1992), Nixon (1995) y Enemigos públicos (2009). Pero esta quizás sea la primera vez que un gran estudio (Warner) se asocia con dos de los productores más respetados del Hollywood actual (Clint Eastwood y Brian Grazer) para trazar un retrato lo más amplio posible, tanto de la órbita pública como privada.

A lo largo de casi 50 años y a través de ocho presidencias, Hoover se erigió como uno de los individuos más poderosos del siglo XX en Estados Unidos (lo que quiere decir en el mundo), primer como director de la Oficina de Investigaciones del Departamento de Justicia desde 1924 y, a partir de 1935, al frente de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI según su sigla en inglés), que era básicamente el mismo departamento pero reformado - y en muchos aspectos profesionalizado - por el propio Hoover. A él se le atribuyen varias mejoras en la lucha contra el crimen que lucen fundamentales en el mundo de hoy, como el registro único de huellas digitales, la jurisdicción nacional del FBI - por sobre la policía estatal - y la creación de laboratorios para investigaciones forenses. Gracias a todo esto sigue siendo un hombre respetado y en muchos sentidos admirado en su país, al punto de que la sede central del FBI en Washington lleva su nombre. Y vaya si el cine y la televisión le deben algo, sobre todo en estos tiempos de CSI.

Pero no son sus méritos públicos los que lo convierten en el personaje complejo y en algún sentido fascinante que es, sino su controversial intimidad, que siempre ha estado rodeada de especulaciones y versiones de todo tipo. Los dos aspectos fundamentales de esa intimidad tienen que ver con lo mismo: el límite entre la vida pública y privada de las personas, incluido el propio Hoover. Porque al tiempo que abusaba de su poder y de sus recursos para investigar, perseguir y extorsionar a figuras más o menos relevantes (incluyendo a presidentes), mantenía en el más oscuro secreto su vida íntima. Lo que intenta explorar el guión de Dustin Lance Black (ganador de un Oscar por Milk) es lo tortuoso que resultaba para el propio Hoover lidiar con una homosexualidad reprimida y con la exposición pública y la aprobación de los demás. En esto habría jugado un rol clave la relación edípica con una madre omnipresente y castradora (la siempre notable Judi Dench) que preferiría tener "un hijo muerto antes que un hijo maricón". Linda invitación para salir del closet...

Desde su juventud hasta su muerte, la película atraviesa varios momentos y aspectos significativos de la trayectoria de Hoover, desde su obsesivo anticomunismo y combate de radicales y disidentes hasta su lucha contra el crimen organizado, que condujo a la captura de varios delincuentes reconocidos como John Dillinger o Machine Gun Kelly. Pero lo más atractivo es el retrato del hombre, sus inseguridades, su paranoia y sus excesos, entre los cuales el más notorio fue el mantener archivos secretos sobre mucha gente, incluyendo detalles de sus vidas privadas, como armas para sacar a relucir cuando fuera necesario. Si la información es poder, Hoover entendió ese poder como nadie y lo llevó hasta las últimas consecuencias.

Aunque su retrato no llega a la dimensión casi shakesperiana de, por ejemplo, el Nixon de Oliver Stone, sí se aportan varias facetas para tratar de entender la compleja personalidad de quien era, como alguien le grita en un momento, un "hombrecito horrible y sin corazón". Lo de sin corazón es entendible por quien lo dice, pero no es lo que muestra la película; la detallada y convincente actuación que ofrece Leo DiCaprio bajo su piel (y bajo quilos de maquillaje) no es la de alguien incapaz de amar, sino la de alguien incapaz de hacer algo con lo que siente, ya sea por su madre, por su secretaria de toda la vida o por su mano derecha y posible amante Clyde Tolson (Armie Hammer). Excepto, claro, convertir esa incapacidad en otra cosa, lo que en el caso de Hoover significaba mayormente odio, aferramiento al poder y desprecio hacia los demás. En definitiva, un alma torturada con demasiado poder.

Es cuando se desnuda ese alma torturada, entre las sombras proyectadas por Eastwood y su estupendo fotógrafo Tom Stern, que la película alcanza sus momentos más intensos.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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