Un dios salvaje

Un dios salvaje

+9 años Ver comentarios
Presentado por
  • Titulo original: Carnage
  • Dirección: Roman Polanski
  • Género: Comedia dramática
  • Protagonistas: Jodie Foster - Kate Winslet
  • País: Francia-Alemania-Polonia-España Año: 2011
  • Duracion: 1h20'
  • Elenco: Christoph Waltz - John C. Reilly - Elvis Polanski - Eliot Berger
  • Sitio oficial IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Película
Presentado por

Ficha

Resumen

El director Roman Polanski (El escritor oculto) es el encargado de adaptar al cine la exitosísima obra teatral de la francesa Yasmina Reza (Arte). Un dios salvaje reúne a cuatro intérpretes de primera línea (Jodie Foster, Kate Winslet, John C. Reilly y Christoph Waltz) para contar una historia que desnuda la hipocresía, la doble moral y el cinismo de dos matrimonios de clase media-alta que se enfrentan a partir de un desafortunado episodio violento protagonizado por sus respectivos hijos.

Publicidad

Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: Una verdadera lección de cómo utilizar los recursos del cine para potenciar una trama que termina siendo un intenso y entretenido ejemplo de "teatro filmado". El cuarteto protagónico es, por supuesto, excelente.

La masacre de las apariencias

Es habitual que, cuando se trata de llevar al cine obras que fueron pensadas originalmente para el teatro, los realizadores busquen variadas maneras de disimular tal origen. Cuando esa intención es demasiado evidente, se corre el riesgo - algo bastante común en esos casos - de pasar a segundo plano la verdadera esencia, en pos de darle a esas anécdotas un apropiado lenguaje cinematográfico.

Justamente eso es lo que no pasa en este filme de Roman Polanski, quien se mueve como pez en el agua adaptando esta obra (Carnage en su título original, y que tuviera un pasaje por la cartelera teatral montevideana hace algunos años) de la escritora francesa Yasmina Reza, su coguionista en esta oportunidad. El veterano cineasta, como ya lo hiciera en La muerte y la doncella (1994), da una verdadera lección de cómo utilizar los recursos que da el cine para potenciar una trama que termina siendo un intenso y entretenido ejemplo de un género que suele llamarse "teatro filmado".

A no ser por la primera y la última escena, el film se desarrolla íntegramente en un solo ambiente. Ese coqueto departamento - la soltura con que maneja el director los ambientes claustrofóbicos queda de manifiesto nuevamente - está situado para la ficción en Nueva York (la película en realidad se filmó en Francia, debido a los conocidos y ya casi míticos problemas legales que le impiden a Polanski ingresar a territorio norteamericano). Allí los anfitriones - el matrimonio Longstreet - reciben a los refinados Cowan con el propósito de solucionar dentro del marco de las buenas costumbres - para el caso, más que "política" se podría hablar de "corrección social"- un incidente violento que tuvo como protagonistas a sus respectivos hijos preadolescentes.

Lo que en principio sería un rutinario y casi ameno encuentro entre dos parejas de similares entornos de edad y posición económica, pronto dará lugar a una ácida y despiadada exposición de frustraciones, rencores y miserias varias. Esas personas que a primera vista demuestran éxito, aplomo y seguridad, en el fondo y cuando las circunstancias apremien, no serán más que débiles criaturas que dependan, por ejemplo, de un celular o de la aprobación materna.

Lo interesante del asunto es cómo la historia logra, a través del comportamiento de esos seres contradictorios, mostrarnos en ocasiones con humor - patético, en la mayoría de los casos - cómo los pilares en que muchas veces se apoya la sociedad actual tienen que ver más con las apariencias que con una asumida y esencial realidad. Personas que ante la menor contradicción a sus postulados reaccionan violentamente y donde pedir verdadero perdón es un signo de debilidad ante el ocasional oponente, no hacen otra cosa que desnudar la poca consistencia de lo que dicen sentir y creer. Todo vale en esa pelea, las coincidencias y el acercamiento ya sea de género o de parentesco serán ocasionales y sólo a condición de que sumen para el argumento que se sostiene por parte de cada uno de ellos.

Un capítulo aparte merece el estilo y la forma en que Polanski nos cuenta la película. Para empezar, el ritmo no da respiro. Para eso se vale de una cámara que, a ritmo de vértigo, elige planos y ángulos milimétricamente estudiados y que reflejan poses, actitudes y estados de ánimo. Así, por momentos pareciera que asistiéramos a un intenso partido de tenis de mesa con los contendientes a cada lado de la mesa (escena), y hasta determinados movimientos podrían formar parte de la más precisa coreografía bailable. Los personajes, y muchas veces los espejos donde sus contornos se reflejan, forman un todo a partir de cada individualidad, conjugando sabiamente forma y concepto, como si la sociedad actual y sus condicionamientos - y Polanski vaya que tiene razones para saberlo - fueran una especie de jaula de donde es difícil escapar.

En lo que refiere a las actuaciones, se confirman plenamente las excelencias que a priori auguraba un elenco formado por Jodie Foster, John C. Reilly (los Longstreet), Kate Winslet y Christoph Waltz (los Cowan), mientras que los rubros técnicos - por ejemplo la banda sonora a cargo de Alexandre Desplat - están a la altura de las virtudes reseñadas.

Con una vara de verdad exigente, podría indicarse que este filme quizás no integre la lista de lo mejor de su responsable. De lo que no hay dudas es que, tal como pasa sólo con algunos de sus colegas, sus propuestas levantan la media. En este caso, por carnage (masacre, traducido al español).


Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy

Comentarios
FILM/6356

Publicidad

Publicidad