El precio de la codicia

El precio de la codicia

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  • Titulo original: Margin call
  • Dirección: J.C. Chandor
  • Género: Drama
  • Protagonistas: Kevin Spacey - Paul Bettany
  • País: Estados Unidos Año: 2011
  • Duracion: 1h47'
  • Elenco: Jeremy Irons - Zachary Quinto - Penn Badgley - Simon Baker
  • Sitio oficial IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Nominada al Oscar como mejor guión original, Margin Call ubica su acción en las horas previas al estallido de la crisis económica global que se originó en Wall Street en 2008. Una noche, el joven ejecutivo Peter Sullivan (Zachary Quinto) descubre que los niveles de riesgo de la financiera para la cual trabaja han traspasado las barreras de lo seguro. Durante una reunión en mitad de la noche, los ejecutivos de la firma luchan con dos opciones: ver la compañía desmoronarse junto con el resto de Wall Street o ser los primeros en vender sus activos “tóxicos” a un precio que en realidad no valen. Sus clientes y el mercado quedarán en la ruina, pero ellos podrían sobrevivir…

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Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: Es casi imposible identificarse con alguno de los personajes. Y el director y guionista J.C. Chandor lo sabe, por eso dota a su ópera prima de una tensión propia de un thriller, y de una mirada cínica y desencantada sobre su entorno y sus relaciones laborales.

Muerto el perro

Junto con el telefilme de HBO Too Big to Fail (2011), dirigido por Curtis Hanson, Margin Call es el primer film hollywoodense (o al menos el más notorio) en ocuparse del origen de la crisis financiera global que comenzó en Wall Street en 2008 y se expandió a todo el mundo. No tiene, en realidad, una motivación testimonial ni crítica como las que sí ostenta el valioso documental ganador del Oscar Trabajo confidencial, de Charles Ferguson (2010). Esto es puro drama, un juego de voluntades y enfrentamientos de carácter ético y moral que recuerda, por ejemplo, al del jurado de Doce hombres en pugna o al de los vendedores de Glengarry Glen Ross, aquella estupenda obra de David Mamet llevada al cine por James Foley en 1992 (y casualmente titulada en América Latina como El precio de la ambición).

Pero a diferencia de esos notables antecedentes, Margin Call tiene la particularidad de que es casi imposible para el espectador identificarse con alguno de los personajes. Y el director y guionista J.C. Chandor (debutante en ambos rubros) lo sabe, por eso dota a su ópera prima de una tensión propia de un thriller. Esto es evidente ya desde la primera escena, con ese comando de ejecutores laborales que llegan para comunicar la última decisión que cualquier trabajador desea escuchar. O como cuando el malogrado Eric Dale (Stanley Tucci) le dice a su protegido Peter Sullivan (Zachary Quinto), justo antes de que se cierre la puerta del ascensor: "ten cuidado", como si su vida estuviera a punto de correr riesgo. Luego se sabrá que Peter, como sus colegas, no está realmente en peligro, como sí les sucede a los personajes en los thrillers; salvo que se considere peligro, claro, a la pérdida de un trabajo acomodado que hasta ahora les prometía comerse el mundo a tarascones.

¿Cómo es posible identificarse con un grupo de ejecutivos que se han dedicado a ganar millones de dólares como parte de un sistema corrupto y despiadado como el de la especulación financiera? ¿Acaso es posible sentir empatía por un tipo como Sam, que llora por su perro moribundo pero ni se inmuta ante una ola de despidos en la firma a la que ha dedicado una vida de trabajo? ¿Es posible identificarse con el cínico Will (Paul Bettany), que a lo sumo, si todo sale mal, no podrá cambiar su Porsche el próximo año? ¿O con el joven Seth, que llora en el baño porque ve cómo su perspectiva de seguir los pasos de Will se desmorona abruptamente? ¿O con la fría y calculadora Sarah (Demi Moore), una mujer que ha sobrevivido (hasta ahora) en un ambiente lleno de hombres de traje y corbata? No, no es posible. A no ser, claro, que seas uno de ellos.

El único personaje que observa todo esto con cierto dejo de humanidad - o al menos con esa mirada que suelen tener quienes no terminan de comprender del todo qué lugar ocupan en su entorno - es Peter, el joven protegido que ata los cabos, descifra el inminente colapso y da el grito de alerta a sus superiores como buen perro fiel. Pero aún él, con su preocupación por esa masa ciudadana que va por la calle "sin tener la menor idea de lo que está a punto de suceder" (un comentario demasiado auto consciente de la trascendencia que habría de tener un tsunami que recién se estaba generando), es parte del sistema. Y, en el fondo, lo que le asusta no es la eventualidad de una crisis financiera que podría dejar a millones sin trabajo, sino el colapso de la firma para la cual trabaja, el colapso de Wall Street, el colapso de su sistema de vida.

Esa dificultad o directa falta de empatía se compensa, es cierto, con una mirada cínica y desencantada sobre los personajes, su entorno, sus relaciones laborales y el clima febrilmente competitivo en el que viven día a día. Es como si más que compañeros de trabajo o colegas fueran titanes en un ring demasiado reducido como para contenerlos a todos, entonces aquello es como una guerra silenciosa en la que no todos pueden ganar. En ese clima hay algunos momentos reveladores, hechos generalmente de conversaciones (Chandor y su director de fotografía Frank DeMarco filman muy bien, pero su película se apoya ante todo en los diálogos). Como esa en que Will, a bordo de su Porsche (o Ferrari, poco importa la diferencia), reflexiona sobre la indiferencia del norteamericano medio respecto a lo que ellos hacen, en tanto no le perjudiquen su bolsillo...

Y sobre todo hay un gran elenco a punto de convencernos de que todo lo que está pasando es realmente grave y trascendente, aunque no entendamos realmente qué significan esos números que ellos miran en la pantalla. Algo sí está claro: hay implicancias morales en cada decisión, cada gesto y cada postura personal que se tome en esas circunstancias críticas.

En ese tinglado high-tech con vistas panorámicas destaca, por supuesto, la brillante composición de Jeremy Irons, cuyo personaje de mandamás es introducido de a poco, con la misma anticipación ominosa con que se presenta a un perverso villano de la estatura del coronel Kurtz (Apocalipsis now) o el Tyrannosaurus Rex (Jurassic Park). Solo para revelarnos, después de todo, que él también cumple un rol necesario en la cadena alimenticia, así como Kurtz sólo podía volverse loco en medio de la insanidad de la guerra y el dinosaurio sólo mata para alimentarse, y sobrevivir.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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