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Resumen

Carlos Galindo (Demián Bichir) es un inmigrante ilegal mexicano que trabaja como jardinero al este de Los Ángeles mientras cría solo a su hijo adolescente, Luis (José Julián). La oportunidad de tener esa vida mejor a la que se refiere el título se le presenta en la forma de una camioneta usada que logra adquirir con mucho esfuerzo y sacrificio. Pero el robo de ese vehículo desatará una búsqueda por los barrios latinos de la ciudad, una búsqueda con resultados inesperados.

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Comentario de Cartelera.com.uy

El referente obvio e ineludible de este drama independiente estadounidense es Ladrones de bicicletas (1948), el clásico neorrealista de Vittorio De Sica sobre un padre humilde y su pequeño hijo en desesperada búsqueda del vehículo que el primero necesita para trabajar. Solo que la Italia empobrecida de la posguerra es aquí una ciudad de Los Ángeles del siglo XXI, donde miles y miles de inmigrantes latinos la pelean cada día para conquistar sus sueños de una vida mejor. En esa lucha se encuentra Carlos Galindo (Demián Bichir), un mexicano que trabaja como jardinero al este de Los Ángeles mientras cría solo a su hijo adolescente, Luis (José Julián).

 

La oportunidad de tener esa vida mejor a la que se refiere el título, y que guía cada acción y pensamiento del protagonista, se le presenta en la forma de una camioneta usada que logra adquirir con mucho esfuerzo y sacrificio. Pero el robo de ese vehículo (como en Ladrones de bicicletas) desatará una búsqueda por los barrios latinos de la ciudad, una búsqueda con resultados inesperados. Una vida mejor se inscribe así dentro de una larga tradición de dramas familiares inmersos en un contexto social conflictivo y amenazante, dentro de la que podríamos mencionar - por ejemplo - a Los dueños de la calle (1991), de John Singleton. Claro que detrás del drama social lo que hay, en definitiva, es el vínculo entre un padre y un hijo que se necesitan mutuamente, y que exhibe facetas correspondientes a cada generación (la del padre, apegada al trabajo digno y al esfuerzo; la del hijo, en busca del camino más fácil, coqueteando con el ambiente de las pandillas y desafiando la autoridad paterna).

 

Es un retrato no exento de lugares comunes y ciertos estereotipos, pero que tiene la particularidad de poner el foco no tanto en la desventaja social de sus personajes en relación con un entorno xenófobo o racista, sino en cierta rivalidad entre pares, entre esos mismos inmigrantes ilegales que cruzaron la frontera en busca de los mismos trabajos, de los mismos sueños, de las mismas oportunidades. Porque el "enemigo" de Carlos no es precisamente el sistema, sino otro desclasado que hace lo que sea por sobrevivir. Otro pobre tipo, en definitiva.

 

Si la película importa, a pesar de no diferenciarse demasiado de otros dramas recientes sobre la condición de inmigrante, es por la sensibilidad y lucidez del director Chris Weitz (Nueva York, 1969), quien había sacado adelante la estupenda comedia Un gran chico (2002) junto a su hermano Paul para luego volcarse en solitario hacia producciones más ambiciosas y también más comerciales (La brújula dorada; La saga Crepúsculo: Luna nueva). Aquí regresa hacia un cine más intimista, más modesto y también más humano, que descansa sobre todo en la estupenda interpretación del mexicano Bichir (el recordado Fidel Castro del díptico de Steven Soderbergh sobre el Ché Guevara), una labor que le valió una merecida nominación al Oscar.

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy