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Ficha

Resumen

Rambleras es un entramado de tres historias bien montevideanas: las de Patricia (Vicky Rodríguez), una chica treintañera, soltera y en busca del amor; Jacqueline (María Elena Pérez), jefa y amiga de Patricia, quien está en un momento problemático en su relación con su marido, Juanca (Eduardo Migliónico). Y Ofelia (Adriana Aizenberg), que debe acoger a Patricia en su habitación con el poco entusiasmo de ésta. Tres mujeres destintas y aún así con aspectos en común, que deben tomar una decisión con sus vidas para encontrarle sentido.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: Rambleras confirma a una cineasta que observa la realidad con suma agudeza y perspicacia y - pese a algunos reparos - se las ingenia de buena manera para llevarla a la pantalla.

 

Mujeres al borde de tomar decisiones

 

Ya de entrada, la película nos presenta a sus personajes principales con claridad y precisión. Ofelia es una anciana que recuerda constantemente a sus familiares fallecidos y que tiene como principal meta encontrar a alguien que la acompañe a la rambla cercana. Jacqueline es dueña junto a su pareja de una casa de comidas, pero no está demasiado conforme con el rol que ocupa tanto en esa actividad comercial como en el vínculo amoroso. El trío protagónico lo completa Patricia, la empleada del local y la más joven de las tres, que espera con un toque de ingenuidad que la persona con quien mantiene una relación abandone de una vez por todas a su novia formal.

 

A estos personajes de carne y hueso hay que sumarle otro que será el lugar que contendrá varias reflexiones y decisiones: la rambla montevideana, retratada aquí con su mejor cara luminosa y habitual, pero - por suerte - sin ambiciones seudo poéticas ni con matiz de postal. La fotografía de Nelson Wainstein y el piano de Sylvia Meyer le aportan vida propia y sensibilidad a ese paisaje.

 

En su anterior y primera ficción, Mala Racha (2001), donde en episodios se contaban historias que tenían a la mala suerte como elemento común, la directora y guionista Daniela Speranza ya había demostrado buena mano y puntería para retratar vivencias cotidianas. Rambleras confirma a una cineasta que observa la realidad con suma agudeza y perspicacia y - pese a algunos reparos - se las ingenia de buena manera para llevarla a la pantalla.

 

Con los detalles ya reseñados, no hay que avivar demasiado el ingenio para inferir que estamos ante un filme con una visión esencialmente femenina (aunque no necesariamente feminista). En especial, en la forma de relacionarse entre sí (el vínculo de la mayor y la menor desde que tienen que compartir la habitación es un buen ejemplo) y en cómo algunas situaciones pueden, por inseguridad, tardar más de la cuenta en resolverse.

 

En este marco asoman unos cuantos aciertos. Por ejemplo, se evita el blanco y negro. Si bien sobrevuela una mirada comprensiva hacia las tres mujeres, la película no escatima a la hora de mostrar algunas actitudes que están lejos de ser ejemplares. La forma en que estas mujeres se complementan y a la vez se dan el impulso para superar los obstáculos, está planteada de una manera creíble y realista. Otro elemento a tener en cuenta es el tenue humor que se busca a partir de diálogos sutiles e inteligentes, que generalmente funciona, y los picos dramáticos muy bien dosificados que generan un impacto acorde a lo que se venía contando.

 

Adriana Aizenberg como Ofelia, y en especial Vicky Rodríguez - que reafirma sus buenos antecedentes en teatro - en el rol de Patricia, potencian esos momentos y aportan a sus personajes intensidad y credibilidad. El desamparo en la vejez en el primero de los casos y el miedo a la soledad en el segundo, quedan rigurosamente patentizados en sus notables labores.

 

Como ya fuera anotado, el filme presenta algunas irregularidades que no afectan demasiado la amenidad y el interés con que se sigue en general, pero que son notorias en algunos pasajes. Luego de aquel comienzo en que se nos presentaba a los personajes y sus conflictos con suma claridad y eficacia, al promediar la narración el tono decae y algunas situaciones se tornan reiteradas y algo redundantes. Estos momentos flojos están también ligados a algunas actuaciones no convincentes y que no están a la altura de las antes mencionadas. En su último tercio, la película vuelve a su mejor nivel y las resoluciones deparan algunos hechos no del todo predecibles.

 

Si tomamos en cuenta el inicio del proyecto, Rambleras demoró casi 10 años para concretarse en este atendible trabajo. Lo mostrado por Speranza merece que la espera para el próximo proyecto sea mucho menor.

 

Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy