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Ficha

Resumen

Dos mujeres atrapadas en un drama de necesidad y traición son el centro de este thriller psicológico. Los entretelones de la historia aparecen como notas en el diario de Barbara Covett (Judi Dench), una profesora dominante y solitaria que dirige su clase con puño de hierro en una decadente secundaria pública de Londres. A excepción de su gata, Portia, Barbara vive sola, sin amigos ni confidentes, pero su mundo cambia cuando conoce a la nueva profesora de arte del liceo, Sheba Hart (Cate Blanchett). Sheba parece ser esa amiga fiel que Barbara siempre ha buscado. Pero cuando descubre que Sheba está manteniendo un incendiario romance con uno de sus jóvenes estudiantes (Andrew Simpson), la cercana relación entre ambas da un giro inquietante.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: Un brillante duelo actoral entre Judi Dench y Cate Blanchett –dos de las mejores actrices de la actualidad- que es también un sutil estudio sobre la soledad y la obsesión.

Faltó el barro

Todos hemos tenido maestras o profesoras como Barbara. Mujeres frías, severas, enemigas del maquillaje, que fácilmente podríamos imaginar sentadas detrás de la ventana entreabierta mirando la vida pasar frente a su casa, con gesto adusto, mientras acarician al gato en su falda. También hemos tenido maestras o profesoras como Sheba, mujeres jóvenes, lindas, simpáticas de las que en algún momento pudimos creer estar enamorados. Mujeres a las que podríamos imaginar apurando la corrección de escritos para llegar a tiempo a una cita, o preparando la cena en un cálido hogar rodeada de marido e hijos pequeños.

Imaginar el estereotipo detrás de mujeres como ellas es fácil; lo que no es tan fácil es crearles una vida real y hacerlas confluir en una historia sorprendente, que podría derivar en escándalo con apenas un comentario dicho a la persona indicada, en el momento justo. Eso logra el guionista Patrick Marber (autor de la obra Closer, así como de su adaptación al cine) trabajando sobre una novela de Zoe Heller: dos personalidades fascinantes, con vidas totalmente distintas pero unidas por diferentes tipos de frustraciones, deseos postergados y responsabilidades sociales o laborales. Y, a partir de un momento fortuito, unidas de manera ambigua e impredecible por un secreto que podría destruir la vida de por lo menos una de ellas.

Lo atractivo del guión es cómo logra no sólo moldear esas dos personalidades contrastantes y al mismo tiempo complementarias, sino además convertirnos de alguna manera en sus cómplices. Somos conscientes de que hay comportamientos y conductas reprobables y hasta condenables en cada una de ellas, pero al mismo tiempo las entendemos. De todas maneras es innegable que la imagen más negativa se la lleva la veterana y perturbada Barbara, a pesar de no estar cometiendo un delito penal como sí lo hace la hermosa y sociable Sheba desde que consuma su atracción hacia su alumno adolescente. En Notas de un Escándalo no es sencillo distinguir negros y blancos, ni siquiera trazar una línea divisoria que nos permita diferenciar claramente lo que está bien y lo que está mal. Conceptos como la ética, la moral, la fidelidad, la obsesión y la amistad son pasados por una procesadora de la cual cada uno extraerá la mezcla que mejor le sienta, o que más le convenga para su tranquilidad de espíritu...

Y sin embargo algo le falta a la película para ser el drama psicológico que prometía. Le falta más tensión, más retorcimiento, más crudeza, como si a los realizadores les hubiera dado pudor ir un poco más lejos. Sería interesante imaginar qué pudiera haber hecho un director como Mike Leigh, que siempre empuja a sus personajes hasta el borde, con semejante historia entre manos (aunque es poco probable que a Leigh le hubiese interesado); así como es divertido pensar que, de estar vivo, esta es una historia que le hubiera gustado dirigir a alguien como Alfred Hitchcock (Rebecca, Pacto Siniestro), a quien le encantaba jugar con el lado oscuro de las personas comunes y corrientes y enfrentarlos a situaciones inesperadas, en las que todo se podía ir de control de un momento a otro producto de la decepción, la traición o la locura.

Lo que no le falta a la película (es más, le sobra) son actuaciones. Quizá la gran Judi Dench (que ya trabajó con el director Richard Eyre en 2001 en Iris) nunca estuvo mejor que aquí (lo cual es decir mucho); su Barbara es un prodigio de gestos y miradas, de dominio preciso de una fiera agazapada a punto de dar el zarpazo. Su duelo frente a Cate Blanchett tiene momentos de gran intensidad, y la joven actriz australiana está a la altura de las circunstancias, si bien le tocan un par de momentos no del todo creíbles (como su reacción frente a la prensa) que podrían ser confundidos con sobreactuación. A fin de cuentas lo mejor de la película termina siendo ese duelo de cámara entre dos de las mejores actrices de la actualidad.

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy