Memorias de una geisha

Memorias de una geisha

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  • Titulo original: Memoirs of a Geisha
  • Dirección: Rob Marshall
  • Género: Drama
  • Protagonistas: Ziyi Zhang - Ken Watanabe
  • País: Estados Unidos Año: 2005
  • Duracion: 2h25'
  • Elenco: Michelle Yeoh - Gong Li - Koji Yakusho - Youki Kudoh
  • Sitio oficial IMBD
  • Disponible en: VHS DVD
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Ficha

Resumen

Ubicada en un misterioso y exótico mundo, la historia empieza unos años antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando una niña japonesa es arrancada de su familia pobre para trabajar como sirvienta en una casa de geishas. A pesar de una peligrosa rival que casi rompe su espíritu, la niña se convierte en la legendaria geisha Sayuri (Ziyi Zhang). Hermosa y completa, Sayuri cautiva a los hombres más poderosos de su época, pero ella está obsesionada por el amor secreto a un hombre que está más allá de su alcance.

Basada en el best seller de 1997 de Arthur Golden, el mismo Steven Spielberg coqueteó durante años con dirigir esta adaptación cinematográfica. Finalmente permaneció en el rol de productor, cediendo la dirección a Rob Marshall (Chicago). La película obtuvo tres premios Oscar (mejor fotografía, dirección de arte y vestuario) y un Globo de Oro a la mejor música original (de John Williams).

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...

Rutinaria adaptación de un best-seller sobre temática exótica, con lujos de fotografía, vestuario, dirección de arte y hasta música que no disimulan un argumento cursi y previsible.

Teleteatro de lujo

Sin haber leído la novela de Arthur Golden, uno se atrevería a afirmar que Memorias de una Geisha es uno de esos volúmenes que las librerías de Gorlero suelen poner en los primeros estantes para consumo masivo de los veraneantes en los días de playa. Como lo fue en su momento El Pájaro canta Hasta Morir o, desde hace dos o tres veranos, El Código Da Vinci, por ejemplo. Uno de esos libros que, ahora que se estrenó su adaptación cinematográfica, seguramente se reedite con el afiche de la película como portada.

El libro no lo leí, pero sí vi la película. Es todo lo que se podía esperar, ni más ni menos, de la adaptación de una novela exitosa en la que se echa una mirada occidental sobre tradiciones orientales. La historia parece digna de un teleteatro (un teleteatro de calidad, digamos, a la manera de la Rede Globo): niña vendida por su familia de campesinos pobres, criada casi como una esclava al estilo Cenicienta, rival de una arpía mayor desde el primer encuentro, educada luego para ser una geisha y así ganar respeto y estatus (lo cual, obviamente, logra), y enamorada desde pequeña de un hombre rico y mayor al que no podrá tener tan fácilmente... Corín Tellado no lo podría haber ideado mejor.

Es casi imposible tomarse demasiado en serio un argumento semejante, o al menos conmoverse o dejarse llevar por su mera representación. Los personajes son de una sola pieza, no hay profundidad psicológica ni conflictos dramáticos que hagan seguir con un mínimo de interés el desarrollo de unos acontecimientos que se adivinan a cada paso. Y la voz en off narradora comenta acontecimientos o emociones que ya estaban claros o que debieron ser narrados a través de imágenes. Tampoco ayuda el hecho de que una historia ambientada en Japón, sobre japoneses, esté interpretada por dos actrices chinas como Zhang Ziyi y Gong Li (no, chinos y japoneses no son lo mismo), hablada en inglés, y filmada en un estudio de California (notablemente ambientado, es cierto, pero estudio al fin, donde todo luce como en un escenario de Broadway).

Habría hecho falta un gran espectáculo como el hundimiento del Titanic (cuya historia de amor era, por otro lado, un folletín) como para, al menos, llenar el ojo. El director Rob Marshall, que ganó fama con su espectacular versión cinematográfica del musical Chicago (2002), se esmera en recrear la vista (y el oído) del espectador. La fotografía de Dion Beebe (quien estuvo filmado Miami Vice aquí en Uruguay hace apenas semanas) es excelente, si bien preciosista; el diseño de producción de John Myhre reproduce con probable fidelidad el Japón de la primera mitad del siglo XX; la diseñadora de vestuario Colleen Atwood se hizo una fiesta con esas hermosas telas; y el compositor John Williams se luce con otra bella partitura (acompañado por el cello de Yo-Yo Ma y el violín de Itzhak Perlman). Seguramente todos ellos tengan su correspondiente y merecida nominación al Oscar. Pero Memorias de una Geisha es una prueba clara de que una buena factura técnica no hace una gran película.

En medio de semejante artificialidad el elenco hace lo que puede. Zhang Ziyi (o Ziyi Zhang, como también se la nombra), una suerte de Penélope Cruz china que cautivó a Occidente desde El Tigre y el Dragón (2000) hasta La Casa de las Dagas Voladoras (2004), aporta su belleza y sus lágrimas (los ojos azules son falsos), pero su personaje realmente se compra al espectador cuando tiene la forma de Suzuka Ohgo, la pequeña que interpreta a la joven Chiyo antes de que se convierta en Sayuri, la geisha. Sólo Gong Li (que también estuvo recientemente acá filmado Miami Vice) logra elevar a su personaje un poco más allá de la simple “mala de la película”, y eso porque es una actriz con garra propia.

A propósito de Gong Li, no podía dejar de pensar en Esposas y Concubinas (1991), una de sus mejores colaboraciones con el director chino Zhang Yimou que también exploraba rivalidades femeninas en el marco de tradiciones ancestrales. No eran geishas japonesas sino concubinas chinas, pero estaba filmada con una convicción dramática y poesía visual que el estadounidense Rob Marshall nunca alcanza.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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