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Resumen

Che – El argentino es la primera de dos películas de Steven Soderbergh (Traffic, Erin Brockovich) sobre el mítico Ernesto “Ché” Guevara, y relata su ascenso de doctor a comandante y a héroe revolucionario. Esta primera parte se centra en el proceso de la Revolución Cubana junto a Fidel Castro (Demián Bichir), derrocando la dictadura de Fulgencio Batista en enero de 1959. Por su labor protagónica, Benicio Del Toro obtuvo el premio al mejor actor en el Festival de Cannes.

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Una mirada digna y humanizada (si bien un poco idealista) al proceso revolucionario del Ché Guevara en Cuba. Lo mejor: la convincente labor protagónica de Benicio Del Toro.

Diarios de una revolución

El director Steven Soderbergh (Sexo, mentiras y video; Traffic; Erin Brockovich; La gran estafa) no pudo conseguir financiación en Estados Unidos para filmar esta ambiciosa biopic sobre el ‘Ché’ Guevara. Suena lógico. Después de todo, para el poder económico que representa ese país una figura como la del Ché es algo así como el enviado del diablo (o, en este caso, de Fidel Castro, que para ellos es más o menos lo mismo). De manera que el dinero para hacerla (unos 30 millones de dólares) lo tuvo que encontrar en Europa, más concretamente en Francia y España; de ahí que gran parte del equipo técnico esté integrado por españoles como el compositor Alberto Iglesias, el montador Pablo Zumárraga y el diseñador de producción Antxón Gómez.

Es probable que ello le haya otorgado cierta independencia para hacerla sin las presiones habituales de la industria, como las de cumplir con las convenciones de una biografía cinematográfica de rutina o la de convertir el resultado en un producto lo más comercial posible. De hecho se dio el lujo de hacer una película hablada principalmente en español y de más de cuatro horas, si bien la estrenó en dos capítulos (a la manera de Kill Bill). Esta primera parte se concentra en su ascensión revolucionaria, desde que Guevara conoce a Fidel durante su exilio en México hasta el triunfo de la revolución cubana (si bien se intercalan momentos de la visita que el Ché, ya convertido en alto funcionario del gobierno cubano, realizó a Estados Unidos en ocasión de su histórico discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas). La segunda parte (de estreno aún indefinido en Uruguay) describe su alejamiento de Cuba hacia “nuevos campos de batalla” (como describió en su carta de renuncia a Castro) y la última etapa de su lucha revolucionaria en Bolivia, donde cayó finalmente asesinado.

Se nota un esfuerzo por humanizar al personaje, trascendiendo esa imagen icónica tan representada, idealizada y demonizada por admiradores y detractores. Por supuesto que la mirada de Soderbergh y del actor y productor Benicio Del Toro está del lado de los primeros; el Ché sale muy bien parado en el retrato de sus diferentes facetas, tanto la de médico al servicio de los pobres como la de camarada solidario y firme líder revolucionario. El problema de las biografías cinematográficas sobre gente tan emblemática es la tendencia a hacerle decir cosas importantes, frases célebres y declamatorias que resumen su ideología, sus valores y finalmente su trascendencia histórica. Y lamentablemente el guionista Peter Buchman (cuyos antecedentes son Jurassic Park III y Eragon) cae en este lugar común con demasiada frecuencia, a pesar de los esfuerzos del puertorriqueño Del Toro por decir esas frases de la mejor manera posible (y con el acento adecuado, cosa que no siempre logra). Su labor, premiada en el Festival de Cannes, es por lejos lo más destacable de la película.

Es, de todas formas, una crónica nunca vista (al menos en el terreno de la ficción cinematográfica) sobre el proceso revolucionario cubano -del que se ha hablado y se habla mucho sin conocerlo realmente- desde el punto de vista casi excluyente del Ché, que fue uno de sus pilares. A su lado, la figura del joven Fidel (sorprendentemente bien encarnado por el mexicano Demián Bichir) es la de un líder respetado pero que aquí ocupa un discretísimo segundo plano. No es, por supuesto, un documental (para eso es mejor rastrear Ernesto Ché Guevara: el Diario de Bolivia, del suizo Richard Dindo); más bien se inscribe en el terreno de la revisión algo romántica –si bien realista- a la manera de Diarios de Motocicleta (2004), la película de Walter Salles que narra el viaje de juventud de Guevara en el que se empezó a forjar su sensibilidad revolucionaria.

A nivel formal Soderbergh le imprime cierto tono documental a las imágenes en blanco y negro que registran el viaje del Ché a Nueva York, así como la larga entrevista que le sirve de columna narrativa; el “pasado” del protagonista, su experiencia revolucionaria, está en cambio filmado en color, y exhibiendo una sobria pero convincente ambientación de época y lugares. La película no luce como una super producción hollywoodense sobre tema latinoamericano (no lo es) sino más bien como una cara co-producción latinoamericana y europea hecha por gente experimentada. El resultado no es genial pero sí digno, y hay que agradecer que Soderbergh haya respetado el idioma, la idiosincrasia y la historia, aunque esto último lo podrán juzgar mejor los historiadores.

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy