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Ficha

Resumen

Madame Souza, anciana gentil con una cojera congénita, ha criado a su nieto Champion. Al niño nada lo anima, excepto el sabueso Bruno y el sueño de devenir en ciclista del Tour de France. En poco tiempo, abuela y nieto harán un tándem entrenador-ciclista que lo convertirán en un corredor extraordinario. Cuando Champion es secuestrado durante el Tour de France, Madame Souza y su sabueso salen al rescate, formando un equipo junto a las trillizas Belleville -un grupo de viejas cantantes y bailarinas ya retiradas- y dando lugar a una aventura increíble.

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Comentario de Cartelera.com.uy

Con faldas y a lo loco

Que Hollywood posee el dominio casi absoluto en técnicas digitales de animación, eso nadie lo pone en duda. Pero una película animada es mucho más que buena técnica y dibujitos cada vez más parecidos a la realidad; hacen falta buenas historias. Desde ese punto de vista, en los últimos años las películas animadas más originales y sorprendentes vienen de otros lados: Bélgica (Kirikou y la hechicera), Japón (El viaje de Chihiro) y Francia (Las Trillizas de Belleville). Al lado de estas maravillas artesanales, hasta los productos de Pixar se consumen igual que una Big Mac: te llenan, pero sabés que vas a encontrar el mismo sabor la próxima vez que vengas.

Las Trillizas de Belleville parte de la imaginación de Sylvain Chomet, un hombre que viene del cómic y cuyo único antecedente cinematográfico es el cortometraje La Vieille Dame et les Pigeons (La vieja dama y las palomas), nominado a un Oscar y ganador de varios premios en 1998. Tal vez debido a que Chomet es más un ilustrador que un escritor, su película prácticamente no requiere diálogos para ser entendida, seguida y disfrutada. La historia se cuenta en imágenes y sonidos, y ese es un primer gran mérito a tener en cuenta en una época en que los personajes del cine –si, sobre todo en Hollywood- suelen hablar demasiado.

Pero además, Chomet y su equipo exhiben un gran sentido plástico en el diseño, la coloración y la animación de sus personajes y escenarios. Su película es oscura, por momentos opresiva como esas pesadillas siniestras pero de las que sin embargo no tenemos urgencia en despertar; esas que nos inquietan bastante pero en las que todo es tan bizarro que queremos seguir soñando para saber qué va a suceder a continuación. Hay personajes tiernos y simpáticos, otros sufrientes o amenazantes; hay calles tan empinadas como una montaña y transatlánticos tan altos como un rascacielos. Y unas ciudades caóticas y turbias, de un urbanismo casi apocalíptico.

El asunto posee un sabor retro que se nutre de referentes tan clásicos y variados como el expresionismo alemán (Metrópolis), el humor de Jacques Tati (Las Vacaciones del Señor Hulot), la comedia musical entre Fred Astaire y Carmen Miranda, y el jazz al mejor estilo Django Reinhardt. Y todo servido con dosis de sensibilidad, acción, emoción, suspenso y un humor asordinado que de pronto estalla en gags visuales asombrosos (me reiré cada vez que recuerde esa sopa de sapos). La constante variación de ritmos es otro de los hallazgos de una película que puede ser tan intimista y sombría como divertida y vertiginosa.

Las Trillizas de Belleville fue candidata al Oscar en su categoría (perdió ante Buscando a Nemo), pero si no lo hubiera sido igual merecería ser considerada una de las mejores películas animadas de los últimos años. Eso sí: que sea animada no quiere decir que haya que llevar a los niños; de hecho no me parece recomendable para menores de 8 o 10 años; después no digan que no les avisamos.

 

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy