El hombre nuevo

El hombre nuevo

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  • Titulo original: El hombre nuevo
  • Dirección: Aldo Garay
  • Género: Documental
  • Protagonistas: Stephania Mirza Curbelo
  • País: Uruguay Año: 2015
  • Duracion: 79'
  • Sitio oficial IMBD
  • Disponible en: Retina Latina
  • Tipo: Documental

Ficha

Resumen

Stephania es una travesti nacida en Nicaragua. Siendo niño, fue adoptado por una pareja de militantes de izquierda uruguaya en plena revolución sandinista. En el presente se gana la vida cuidando coches en Montevideo. La película acompaña el reencuentro de Stephania con su país natal, donde alguna vez fue hijo, hermano y niño alfabetizador, y donde hoy desea ser aceptada como la mujer que es.

Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: El director Aldo Garay, dueño de un sello personal y en plena madurez, relata una historia increíble que, más allá de la experiencia individual, exhibe múltiples lecturas.

 

De dioses y hombres

 

Yo, la más tremendo es un documental de Aldo Garay de 1995. En una de sus escenas, aparece una entrevista a una travesti de poco más de 20 años en la que relata una historia de vida que en un primer momento fue bastante difícil de creer para el director. Lo peculiar del caso generó en Garay el interés por profundizar en el tema y, acaso en el futuro, llevarlo al cine.

 

No es la primera vez que este cineasta - en mi opinión uno de los más importantes del cine uruguayo de todas sus épocas - construye historias retomando trabajos pasados. Lo mismo pasó con su anterior película; ese formidable documental llamado El casamiento (2011) tuvo su génesis en 2001 en un trabajo titulado Mi gringa, retrato inconcluso. Veinte años después nos volvemos a encontrar con Stephanía, la chica trans de aquel reportaje, buscando alguna pensión de mala muerte donde poder vivir y subsistiendo gracias a su trabajo como cuida coches y a algunas incursiones en la prostitución.

 

De esa vida tan particular nos vamos a ir enterando de a poco. El director sabe muy bien adónde quiere llegar; con el sello personal de un autor en plena madurez, vamos conociendo los detalles naturalmente y en el momento preciso. Esto trae como consecuencia que el interés nunca decaiga y que las varias reflexiones que se disparan puedan ser procesadas con el espacio necesario para madurarlas.

 

Esa forma de presentarnos a Stephanía (provocando curiosidad, sí, pero lejos del morbo y del fisgoneo soez) permite ir descubriendo al ser humano real, más allá de su lado más visible, el de la dualidad. Es así que caemos en la cuenta de que nació en Nicaragua, que de niño - cuando se llamaba Roberto - formó parte de las brigadas instructoras del sandinismo, y que una pareja de tupamaros uruguayos que andaba por allí en esos álgidos momentos de revolución y contra revolución, la adoptó y la trajo a Uruguay. Cuando su identidad sexual ya no pudo ser disimulada, pierde contacto con su familia adoptiva y comienza una etapa de muchos tropiezos y gran dolor. Lo que nunca perdió fue la esperanza de poder reencontrarse alguna vez con su familia centroamericana, cosa que efectivamente va a ocurrir con la cámara de Garay como testigo.

 

Lo que veremos será, por un lado, a un ser humano que reconcilia su verdadero ser con sus orígenes, y por otro, la genuina emoción teñida de extrañeza de personas que se reencuentran con alguien que no sabían si estaba vivo o muerto y, para colmo, con una apariencia lógica y diametralmente opuesta de la que recordaban. Vale aclarar que en esos momentos no se apela a efectos melodramáticos que desvíen la atención.

 

Es aquí donde, sin aspavientos pero claramente, aparece otra dualidad. Aquella sociedad cuya revolución fue un símbolo para muchos, hoy entrega su fervor y sus esperanzas de una vida mejor a la religión evangelista. Teniendo en cuenta lo que la expresión "el hombre nuevo" significó desde la época en que el "Che" Guevara le diera un significado especial, el nombre elegido para la película ensancha su alcance y nos lleva hacia lugares seguramente distintos a los que previmos antes de experimentar lo que con tanta eficacia el filme transmite. Más allá de la fuerte historia individual que se cuenta, Garay logra que el espectador ponga la mirada en lo general, lo que habla de un lenguaje cinematográfico sabiamente utilizado.

 

Luego de una hora y media y varias reflexiones, cuando la cámara vuelve a situar a Stephanía en Uruguay, en apariencia poco parece haber cambiado en su vida. En apariencia...

 


Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy

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