Adiós Lenin!

Adiós Lenin!

Todo público Ver comentarios
Presentado por
  • Titulo original: Good bye Lenin!
  • Dirección: Wolfgang Becker
  • Género: Comedia dramática
  • Protagonistas: Daniel Brühl - Katrin Sass
  • País: Alemania Año: 2003
  • Duracion: 121'
  • Elenco: Chulpan Khamatova - Maria Simon - Florian Lucas
  • Sitio oficial IMBD
  • Tipo: Película
Presentado por

Ficha

Resumen

Octubre de 1989 no era el mejor momento para entrar en coma si vivías en Alemania Oriental, y eso es precisamente lo que le ocurre a la madre de Alex (Daniel Brühl), una mujer orgullosa de sus ideas socialistas. Alex se ve envuelto en una complicada situación cuando su madre (Katrin Sass) despierta de repente ocho meses después. Ninguna otra cosa podría afectar tanto a su madre como la caída del Muro de Berlín y el triunfo del capitalismo en su amada Alemania Oriental. Para salvar a su madre del shock, Alex convierte el apartamento familiar en una isla anclada en el pasado, una especie de museo del socialismo en el que su madre vive cómodamente creyendo que nada ha cambiado.

Publicidad

Comentario de Cartelera.com.uy

¿Y si hubiese sido al revés?

Hay varios aspectos en los cuales conectar con esta película, al punto de que casi nadie permanecerá indiferente. Primero está la historia, original en su planteo y en su propuesta global: describir la transición de un país del socialismo al capitalismo –un país que se convierte en otro en cuestión de meses- desde el punto de vista de alguien que pretende que nada ha cambiado. Tomar el estado de coma de un personaje y la precaria salud de una madre como excusa para poner a rodar el juego es sencillamente brillante. Las derivaciones de esa mentira que, inevitablemente, comienza a salirse de control reservan momentos tensos, graciosos y emocionantes prácticamente hasta el final.

Después el público se identificará más o menos con las capas emocionales que envuelven el asunto de acuerdo a la experiencia de cada uno. Si, por ejemplo, uno fue un militante de izquierda que mantuvo durante años la utopía de una sociedad más justa, se identificará con la perseverancia de esa mujer que se mantiene fiel pero al mismo tiempo critica al régimen. Podrá sentir en las entrañas esa rara nostalgia que produce la reconstrucción de un pasado –el de la República Democrática Alemana, o RDA, que era el de casi toda la Europa del este hasta fines de la década del ‘80- imperfecto pero al mismo tiempo entrañable ante el avance de la sociedad de consumo. Podrá saborear la ironía de simular no sólo una continuidad de las cosas sino la simulación de que la historia podría haber sido al revés: podrían haber venido desde el otro lado del muro, en lugar de querer salir; podrían haberles ofrecido refugio a otros en lugar de salir a buscarlo en Occidente; podrían haberle dado al mundo una lección de justicia, de equidad y de valores en lugar de rendirse pasivamente ante la invasión de valores ajenos. Podría...

Pero las cosas no salieron como se esperaba. El mundo no era tan blanco y negro entonces, ni lo es ahora. Por eso, tal vez, seguir el juego de Alex, ese hijo amoroso, es una forma de re-imaginar sucesos históricos que todavía no han terminado de digerirse. Y por eso, tal vez, el sabor amargo que permanece después es el síntoma de que, de acuerdo, aquello no salió bien, pero ¿es lo que tenemos ahora lo que realmente queríamos?

Y si, por ejemplo, uno es hijo de una familia con padre ausente, se identificará todavía más con los miedos de Alex, miedo mezclado con la ilusión de que el padre de pronto reaparezca así, de la nada, tan sencillamente como se había ido. Y que todo siga siendo igual. Al fin y al cabo, en su línea argumental más humana, Good Bye Lenin! tiene la capacidad de conmover de esa manera porque trata sobre uno de los miedos más básicos de la infancia: la pérdida de los padres (ni qué hablar cuando ya se ha perdido a uno de ellos, cualquiera sean las circunstancias). Y, en una escala mayor, es la historia de cómo un hijo trata de mantener o reconstruir los lazos de una familia. ¿Puede haber, acaso, material más sensible para una película con la que casi todo el mundo pueda identificarse?

Después están las habilidades de un director, en este caso Wolfgang Becker, para mantener el interés del juego durante dos horas de metraje. Becker nos lleva de la risa a la emoción con una facilidad envidiable, llenando su cuadro de personajes queribles y reales y de detalles fácilmente identificables con las cosas que uno quisiera poder recuperar de vez en cuando (un programa de televisión, una marca de café, un ídolo de la infancia) como para sentir, aunque sea por un ratito, que todo sigue igual. Que nada ha cambiado.

Cuenta con un puñado de recursos sin los cuales la experiencia sería totalmente otra: la hermosa música de Yann Tiersen, el mismo compositor de Amélie, quien incluso recupera uno de los temas más hermosos de la banda sonora de esa película para uno de los momentos culminantes de ésta; y la increíble naturalidad y convicción del joven Daniel Brühl, en el rol de Alex; no sería ilógico pensar que de su talento como actor se beneficiará buena parte del cine alemán que viene.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

Comentarios
FILM/1342

Publicidad

Publicidad