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Ficha

Resumen

Noche de fuego, primer largometraje de ficción de la directora Tatiana Huezo, es una historia sobre la lealtad y la amistad de tres niñas que viven en un pueblo marcado por la violencia, donde el rapto de jóvenes mujeres es una realidad cotidiana. Ganadora de varios premios internacionales en Festivales como Cannes y San Sebastián, es también la representante de México en los premios Oscar 2022.

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Comentario de Cartelera.com.uy

Entre dos fuegos, el dolor y la ternura

En su debut en la ficción la salvadoreña residente en México Tatiana Huezo, basándose en una novela de Jennifer Clement, narra una historia que tiene su centro en Ana, una niña que vive en una zona montañosa del norte de México. Huezo relata, acompaña y denuncia las crudas y duras peripecias de personas que están en el medio de los conflictos que se dan entre estamentos policiales y militares muchas veces corruptos y los carteles de la droga de la zona.

El film es un dechado de virtudes, siendo la más significativa que para reflejar una violencia omnipresente, Huezo elude lo explícito y serán los sonidos, las actitudes, los gestos de los personajes y los detalles sutiles y no tanto - como el fuego, o los pozos que hay en cada finca a manera de burdos escondites - lo que dé una idea cabal de todo lo que viven quienes muchas veces tienen una única meta: sobrevivir.

La anécdota ubica en principio a Ana con unos 10 años, y luego a sus 14. Siempre acompañada de su madre y de dos amigas de su edad, con las que se aferran hasta tercamente a vivir cosas propias de la etapa de la vida en que están a pesar del horror que las rodea. Esas vivencias que tienen que ver con juegos o con atisbos de primeros amoríos de adolescencia, también ofician como una especie de fantasía con las que proyectan las casi nulas posibilidades de escape.

Otro aspecto resaltable es que Huezo no disimula sus muy buenos antecedentes como documentalista. Algunas escenas, en las que se une el gran trabajo en la fotografía de Dariela Ludlow, son hermosas aún en su dureza - solo como ejemplo, el momento en que se da un corte de pelo es sencillamente genial - y son retratadas con un detallismo entre entrañable y sobrecogedor. Ese tono, que no se pierde en toda la película, habla de una cineasta que tiene claro dónde poner el principal foco de su mirada.

Las actuaciones son otro punto alto. En especial Ana Ordóñez en la niñez y Mayra Membreño en la adolescencia, dotan al personaje principal de mucha ternura y generan la empatía imprescindible para un rol de esa naturaleza.

Solo como detalle complementario, vale decir que esta película es la representante mexicana en los Oscar, que fue destacada en el Festival de Cannes y que ganó el Premio Horizontes como mejor película latinoamericana en el Festival de San Sebastián. Al menos esta vez, reconocimientos más que merecidos.

Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy