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Ficha

Resumen

La intensa amistad entre dos chicos de trece años, Leo y Remi, de repente se interrumpe. Luchando por comprender qué sucedió, Leo (Eden Dambrine) se acerca a Sophie (Emilie Dequenne), la madre de Remi (Gustav De Waele). Close, la segunda película de Lukas Dhont (Girl), es una historia sobre la amistad y la responsabilidad. Ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2022 y candidata al Oscar como mejor film internacional.

Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

El fin de la inocencia

 

Leo y Remi tienen 13 años, están comenzando la adolescencia y son los mejores amigos. Pasan todo el día juntos, también algunas noches, comparten todo. Juegan, conversan, dibujan e inventan mundos e historias. Se abrazan, se tocan, se adoran, sin que haya en eso ninguna connotación sexual o erótica, o al menos por ahora no importa porque no son conscientes de eso. Son libres, y esa libertad parece ser alentada por sus entornos familiares. Para ellos su vínculo es tan natural como las flores que cultiva la familia de Leo. Y también como las flores, es extremadamente frágil, sobre todo cuando entran en juego las miradas de los demás, que suelen acarrear prejuicios y exigir definiciones y rótulos.

 

Pocas veces en el cine se había retratado la amistad adolescente entre varones con tanta sensibilidad, sutileza y belleza. Ese retrato no está exento de dolor y complejidad, porque la historia de Leo y Remi está atravesada, también, por la pérdida, el duelo y la culpa. Lo interesante de Close, que se ambienta en un casi idílico medio rural de Bélgica, es que su conflicto no se dispara frente a un entorno hostil o discriminatorio. No hace falta ser víctima de bullying para sentir que el mundo se desmorona a tu alrededor ante las dudas, las interrogantes o la falta de certezas. Alcanza con hacerle preguntas en apariencia inocentes a un chico de 13 años que ni siquiera se cuestiona quién es, ni quién quiere ser. Simplemente es. Close es, entonces, un retrato delicado y desgarrador sobre la amistad, sobre la fragilidad, sobre el fin de la inocencia y el dolor que implica, a veces, crecer.

 

A la altura de su segundo largometraje (el primero, también premiado en Cannes, fue el elogiado Girl, disponible en Netflix) el belga Lukas Dhont se confirma como uno de los grandes talentos a seguir dentro del nuevo cine europeo. Su sensibilidad y madurez son notorias no sólo en la delicadeza con la que aborda temáticas muy complejas (como la adolescencia trans en Girl, o la amistad, el despertar sexual y la pérdida en este caso) sino también en su estupenda puesta en escena, que evita el exceso dramático y la sobre explicación apelando sobre todo a los silencios, los gestos, las miradas, los abrazos, la distancia entre los cuerpos y las palabras justas.

 

Hay que destacar también el formidable rendimiento del elenco, donde no sólo conviven con ejemplar naturalidad actores profesionales como Léa Drucker y Émilie Dequenne (¿se acuerdan de la Rosetta de los hermanos Dardenne?) con chicos sin experiencia ante las cámaras como Eden Dambrine y Gustav De Waele. Lo que logra extraer el director de ambos protagonistas es sencillamente asombroso, con un destaque particular para Dambrine, que lleva el peso de toda la película apareciendo prácticamente en cada escena. La película es él y su punto de vista, tan lleno de matices que uno casi puede palpar el devenir de Leo, su resquebrajamiento y su forzosa maduración.

 

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy