Río místico

Río místico

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Presentado por
  • Titulo original: Mystic river
  • Dirección: Clint Eastwood
  • Género: Drama-Thriller
  • Protagonistas: Sean Penn - Tim Robbins
  • País: Estados Unidos Año: 2003
  • Duracion: 137'
  • Elenco: Kevin Bacon - Laurence Fishburne - Marcia Gay Harden - Laura Linney
  • IMBD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Cuando Jimmy Markum, Dave Boyle y Sean Devine eran niños que crecían juntos en un peligroso distrito de Boston, pasaban los días jugando al béisbol en la calle al igual que lo hacían muchos otros niños en el barrio obrero de East Buckingham donde vivían. No sucedía nada importante en su barrio. Hasta que Dave se vio obligado a tomar un rumbo que cambiaría las vidas de todos ellos para siempre. Veinticinco años más tarde, los tres se vuelven a encontrar por otro acontecimiento de gran trascendencia: el asesinato de la hija de 19 años de Jimmy (Sean Penn).

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Comentario de Cartelera.com.uy

Todo puede estar peor

La anécdota pseudo policial de Río Místico es bien poco interesante. Sin embargo esto es una consideración realmente menor. Si Río Místico es una gran película no es precisamente debido a una trama original. A cierta altura, demasiado temprano a mi gusto, no es difícil descubrir quién es el asesino. Debe decirse también que hay algunos agujeros en el guión, que hay quizás demasiadas casualidades y definitivamente hay poca cabeza a la hora de inventar un buen móvil para el brutal crimen de una adolescente. Esto no quiere decir que la segunda mitad de la película esté de sobra, ni que en algún momento se pierda el interés. En absoluto.

Como pocas veces en sus películas, el director Clint Eastwood no interpreta aquí ningún papel. Claro, es que todos los personajes son bastante más jóvenes que él. Los que apenas nos creímos su lúdico viaje a las estrellas en Jinetes del Espacio definitivamente no nos íbamos a tragar la pastilla de que Clint tuviera cuarenta y pico, como tienen los tres amigos que componen Sean Penn (Jimmy), Tim Robbins (Dave) y Kevin Bacon (Sean). Aún así, hice una pequeña encuesta entre familiares y amigos. La pregunta era sencilla: ¿a quien hubiese interpretado Clint si tuviera 30 años menos? Henry no dudó y dijo Jimmy: un hombre de familia al que le matan a su hija más querida. Alguien necesitado de venganza, un duro que no padece ningún tipo de cuestionamientos a la hora de hacer justicia por mano propia. Es verdad, parece el personaje indicado para el macho Clint. Recordemos al fugitivo Josey Wales, aquel vengativo personaje que interpretó en 1976. El tipo no halló paz hasta que exterminó a toditos los malos, que eran unos cuantos. Sin embargo, Jimmy no se parece mucho a Josey. Es que Jimmy está demasiado afectado por la muerte de su hija como para pensar con la claridad necesaria que siempre traslucen los clásicos héroes de Clint. Y para peor, al final Jimmy se precipita y comete un error que seguramente Clint considere imperdonable (dicho esto sin connotaciones a su película del 92).

Ninguno de los encuestados se tiró por Dave, un tipo muy jodido, que no ha podido resolver un trauma pesado de la niñez y que habla demasiado (esto último ya lo descarta automáticamente). Alguien me respondió con total sequedad que la pregunta carece de sentido, pero que si se viera obligado a elegir diría Sean, ese policía frío que interpreta Bacon. Aunque inteligente, Sean es más bien quedado, no tiene ninguna escena de persecución y se pasa la película esperando que vuelva su esposa, que lo abandonó sin decir palabra. No hay manera de identificarse con él. Así que puede concluirse que de todos modos el astuto Clint se hubiese quedado atrás de cámaras, con material y talento suficiente como para mandarse el peliculón que es Río Místico.

Esa relación de amigos, afectada por un pasado y un presente fatídico, en un suburbio representado tan sombríamente donde el río juega un inquietante papel simbólico, van creando un estado de tensión acumulada que no afloja ni uno de los 135 minutos que dura la película. No hay catársis, ni siquiera al final. No hay lugar para risas liberadoras, no hay tiempo para distenderse y recordar que se está en un cine mirando una película. Simplemente parece no haber espacio para el placer en esos personajes en busca de redención. Y si importa saber quién es o quién no es el asesino, más allá de creernos astutos por anticiparlo mucho antes del final, es porque en realidad queremos ver y entender, si no compartir, la reacción de Jimmy, el padre doliente, cuando lo descubra. La película se ocupa entonces en explorar las circunstancias de la tercera fatalidad que se intuía desde un comienzo. Y por eso mismo se ocupa no solo de las razones, sino también de las emociones. El desajuste emocional que sufren casi todos los personajes fluye directo al espectador con una intensidad perturbadora.

A mí no me preocupa el evidente manto de ambigüedad que cubre el final de la película. Es más: creo que es su pico más alto. La actitud aparentemente displicente de los personajes ante el último crimen que los involucra, su determinación a seguir - otra vez - adelante con su vida sin resolver las cuentas pendientes, ha sido interpretada como un mensaje peligroso y auto-complaciente. Están los que hubiesen preferido que el director dejara más clara su posición moral ante los hechos y circunstancias, es decir, que explicitara el mensaje, para un lado o para otro. Estos paladines de las películas explicativas y de un cine políticamente correcto no perdonan que haya más de una lectura posible. Humildemente interpreto que hay en la película una fuerte autocrítica a esa lógica de comportamiento yanqui a la hora de relacionarse entre ellos y con el resto de los mortales, y a su habitual mecanismo de resolver todo barriendo la basura debajo de la alfombra. Si esto es consciente o no, me parece que no interesa. O más bien, todo lo contrario.


Por A. Dorkas para Cartelera.com.uy

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FILM/332

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