La separación

La separación

+12 años Ver comentarios
Presentado por
  • Titulo original: Jodaeiye Nader az Simin
  • Dirección: Asghar Farhadi
  • Género: Drama
  • Protagonistas: Leila Hatami - Peyman Moaadi
  • País: Irán Año: 2011
  • Duracion: 2 horas
  • Elenco: Shahab Hosseini - Sareh Bayat - Sarina Farhadi - Babak Karimi
  • Sitio oficial IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Película
Presentado por

Ficha

Resumen

Nader y Simin están en desacuerdo sobre irse de Irán para vivir en otro país. Ella piensa que le darán mejores oportunidades de vida a su única hija. Él se rehúsa y siente que debe quedarse a cuidar a su padre, enfermo de Alzheimer. En determinado momento, sus vidas dan un vuelco total... La película más premiada del año, incluyendo el Oso de Oro y dos Osos de Plata (mejor actor y actriz) en el Festival de Berlín, el Globo de Oro y el Oscar a la mejor película extranjera.

Publicidad

Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: Pocas veces el cine ha brindado - a partir de una anécdota aparentemente simple - una visión tan clara, tan inteligente y tan conmovedora de la responsabilidad individual. Sin golpes bajos, lugares comunes ni excesos de ningún tipo. De lo mejor del año.

Sistema de cuidados

El cine iraní, ese cine que fue un "descubrimiento" de los festivales internacionales a partir de la década del 90 gracias a nombres como los de Abbas Kiarostami, Mohsen Makhmalbaf, Samira Makhmalbaf y Majid Majidi, ha estado recientemente en los titulares por dos motivos antagónicos. Uno para lamentar y repudiar: la detención y procesamiento del director Jafar Panahi (El círculo), junto a otros colegas, por supuesta propaganda contra el régimen iraní. El otro, para celebrar: el éxito internacional y los numerosísimos premios (incluyendo el Oscar a la mejor película extranjera) para La separación, un drama humano y conmovedor que debe figurar sin dudas entre lo mejor que se ha estrenado este año.

Todo esto se da, además, en el contexto de una creciente campaña internacional - encabezada por el gobierno de Israel con el apoyo de Estados Unidos - que amenaza con desatar un enfrentamiento bélico contra el régimen iraní, lo que quiere decir contra su pueblo. Todo lo cual contribuyó a que se hablara más de política que de cine; el gobierno iraní, que estuvo a punto de cancelar dos veces el rodaje de La Separación porque su director, Asghar Farhadi, se había manifestado en contra de la persecución política de sus colegas cineastas, festejó como una victoria propia el Oscar que ganó Farhadi (arrebatándole el premio a una película israelí). Y al mismo tiempo, algunas críticas en el propio Irán acusaban a la película de Farhadi de ofrecer una visión negativa de la sociedad iraní. Es decir, de ser una película contraria al régimen.

Sandeces. Decir que La separación ofrece una visión negativa de la sociedad iraní equivale a decir que Whisky nos pintaba como grises y solitarios a todos los uruguayos... Bueno, hay quienes lo decían, a decir verdad. Pero extremistas hay en todos lados, aún entre los cinéfilos uruguayos... Del mismo modo, el Oscar (y toda esa lluvia de premios que arrancó con el Oso de Oro y dos Osos de Plata en el Festival de Berlín 2011) no fue un golazo del gobierno iraní, sino un mérito exclusivamente de Farhadi y su equipo. Y también de Sony Pictures Classics, la distribuidora que la llevó a Estados Unidos.

Los personajes de Farhadi son seres humanos absolutamente reconocibles, con luces y sombras y zonas grises como casi todos los seres humanos. Por una vez, no hay buenos ni malos en una película, todos tienen sus razones para actuar como actúan y de todos podemos apiadarnos en algún momento. Lo que comienza como una crisis de pareja como las que hay miles cada día alrededor del mundo (Simin quiere divorciarse de Nader porque él no está dispuesto a abandonar a su padre con Alzheimer para irse junto a su hija al exterior, donde Simin cree que tendrán una mejor vida), se va transformando - con el correr de las horas y de los días - en un complejo entramado de acusaciones, mentiras y sospechas que involucran a otra pareja de menores recursos (Razieh y Hojjat). La situación va adquiriendo proporciones cada vez más serias mientras interviene la justicia y la policía, y los personajes se ven enfrentados a decisiones éticas y morales mientras el espectador va descubriendo, junto a ellos, las derivaciones del caso.

Pocas veces el cine ha brindado - a partir de una anécdota aparentemente simple - una visión tan clara, tan inteligente y tan demoledora de la responsabilidad individual, de la desesperación como precipicio que arroja a los personajes hacia conductas tan cuestionables como entendibles, a medida que se aferran de lo que pueden con tal de salvarse del vacío. Y en el medio de todos ellos, los niños (en este caso, las niñas) como casi mudos testigos de esos adultos desesperados que - tarde o temprano - deberán rendir cuentas, hacerse cargo de los ejemplos que han sentado, medir sus consecuencias.

Decir que La separación es una película exenta de lecturas políticas sería una ingenuidad; si bien es ante todo un drama social (una de cuyas aristas tiene que ver con un sistema de cuidados aún por construir en nuestras sociedades, tanto la iraní como la uruguaya, en las que los viejos y los enfermos son, en determinado momento, un problema del que hay que hacerse cargo), ese drama transcurre en un país en el que las mujeres (al menos las más apegadas a las tradiciones sociales y religiosas) deben pedir permiso a sus maridos para trabajar en casa de otro hombre, o consultar telefónicamente a un consejero religioso para poder ver desnudo a un anciano al que tienen que cambiarle los pantalones, porque de lo contrario sería pecado. Un país del que una mujer culta, formada y formadora (Simin es docente) prefiere irse para poder ofrecer más oportunidades a su hija pre-adolescente. Un país en el que la gente puede llegar a ser muy mezquina (también muy generosa) los unos con los otros, como en cualquier otro país del mundo, sea de la religión predominante que sea y tenga el régimen que tenga.

La economía de recursos con que narra Farhadi es asombrosa: cámara en mano, cortes precisos que dejan fuera del montaje casi todo tiempo muerto que no contribuya a la progresión dramática de la historia, ausencia de música (salvo en los créditos, tras la demoledora escena final), y sobre todo un elenco absolutamente comprometido y creíble (desde las niñas hasta el anciano) que tiene a su cargo algunas escenas realmente conmovedoras, sin golpes bajos, lugares comunes ni excesos de ningún tipo. Bienvenido este tipo de cine, bienvenido su éxito y bienvenidos sus premios, si contribuyen a que más gente se acerque a verlo.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

Comentarios
FILM/6431

Publicidad

Publicidad