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Resumen

En una formidable actuación nominada al Oscar, Glenn Close interpreta en Albert Nobbs a una mujer que, en la Irlanda del siglo XIX, se hace pasar por hombre para trabajar como mayordomo en uno de los hoteles más elegantes de Dublín. En un ambiente en que las mujeres no pueden aspirar a ser verdaderamente independientes, es la única manera que 'Albert' encuentra de sobrevivir y soñar con una vida más feliz.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras...: Un drama de época correcto y convencional, más allá de su anécdota sobre identidad de género, cuyo punto fuerte son claramente las actuaciones de Glenn Close y Janet McTeer.

 

Detrás del disfraz

 

El universo femenino no es ajeno al director Rodrigo García (Bogotá, Colombia, 1959), hijo del Premio Nobel Gabriel García Márquez pero director y guionista por derecho propio desde 1999, cuando debutó en esos rubros con la película independiente Con sólo mirarte. Se trataba de varias historias de mujeres animadas por un estupendo elenco (Glenn Close, Cameron Diaz y Holly Hunter, entre otras), formato que repetiría en las siguientes Ten Tiny Love Stories (2002) y Nine Lives (2005). Al tiempo que afianzaba su oficio de director con episodios de series como Los Soprano, Carnivàle, Six Feet Under y Big Love, desarrollaba la versión estadounidense de In Treatment (En terapia), una serie de TV con un formato original (un episodio por día, cada semana, dedicado a un personaje distinto en el marco de una sesión de terapia) cuyos personajes femeninos eran, quizás, los más interesantes.

 

El interés de García por las mujeres y su mundo más íntimo continuó en Amor de madres (2009) y en esta Albert Nobbs, cuya historia original está basada en un relato corto del escritor irlandés George Moore. Se trata de un proyecto personal de Close, quien encarnó al personaje ya en 1982, en teatro, y se empeñó desde entonces en llevarlo a la pantalla. A comienzos de la década del 2000 la iba a dirigir el húngaro Istvan Szabó (quien había dirigido a Close en la magnífica Encuentro con Venus), pero problemas financieros postergaron la producción, que finalmente confió la dirección a García, seguramente por recomendación de la propia actriz y co-guionista, cuya participación había sido clave para concretar el rodaje de Con sólo mirarte.

 

Tal vez ese factor clave (que se trate, en definitiva, de un proyecto por encargo) dé como resultado la película si se quiere más convencional, o menos inspirada, de García hasta el momento (sin considerar por supuesto a Pasajeros, una suerte de thriller comercial que hizo en 2008). Se trata por supuesto de un film correcto, con estupenda dirección de arte, pero con un planteo formal que - más allá de algunos buenos momentos - se parece mucho a teatro filmado, o al menos a una miniserie de época tipo BBC. En todo caso, sus puntos fuertes hay que buscarlos en el elenco y en la exploración de un conflicto de identidad de género poco convencional.

 

En lo que refiere a este último punto, Albert Nobbs es un film interesante pero al que daría la sensación que le falta algo. Está claro el tormento de la protagonista (una mujer que, en la Irlanda del siglo XIX, debe simular ser hombre para poder aspirar a una vida independiente), pero el guión da por sentado que el espectador entiende, por alguna razón, lo que implicaba ser una mujer sola en aquellos tiempos y en aquel lugar. No se percibe en el ambiente, ni en las vivencias de la protagonista o de otras mujeres de su entorno, las duras condiciones que puedan llevar a un personaje a vivir una vida simulada. Salvo, claro, que se trate solamente de un conflicto de identidad sexual, pero aún en ese caso la película no define si Albert (quien insiste en llamarse así aún ante quien conoce su secreto) es una mujer lesbiana que se viste de hombre para no ser discriminada, o un hombre encerrado en el cuerpo de una mujer, como suelen describirse quienes no se reconocen en la identidad de género biológica que les tocó al nacer.

 

Tal vez este sea, de todos modos, un acierto de la película. Que no importe. El alma y la naturaleza humanas son un misterio, y tal vez nunca alcancemos a comprender cuántas identidades sexuales puedan existir dentro de la raza humana. Si Albert es esto o aquello poco importa, no hacen falta las etiquetas ni las definiciones. Lo que importa saber es que es un ser humano con un pasado trágico (marcado por el abandono, el abuso y la soledad) que aspira a convertirse en alguien respetable e independiente en una época y lugar que no le hacía las cosas fáciles a las mujeres. Tal vez eso signifique tener su propio negocio, casarse con una mujer, hacerse llamar Albert Nobbs. Tal vez ese sea el plan que se ha trazado hacia su versión de la felicidad... Tal vez por eso la escena en casa de Hubert, junto a su esposa, luzca tan natural, tan ajustada, tan desprovista de preguntas innecesarias.

 

El punto fuerte de Albert Nobbs es, una vez más, su elenco. Principalmente las estupendas actuaciones de Close (quien evidentemente puso toda el alma en este proyecto y en su compleja caracterización) y de la británica Janet McTeer. El de esta última en particular es un trabajo monumental, que efectivamente logra hacer desaparecer a la actriz detrás del personaje. A Close le cuesta un poco más, sobre todo porque su rostro afilado es más reconocible, pero su composición es tan efectiva y tan emocional que igualmente logra hacer olvidar al espectador que está viendo a dos mujeres interpretando a hombres transgénero.

 

Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy