El secreto de sus ojos

El secreto de sus ojos

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  • Titulo original: El secreto de sus ojos
  • Dirección: Juan José Campanella
  • Género: Drama-Misterio-Romance
  • Protagonistas: Ricardo Darín - Soledad Villamil
  • País: Argentina-España Año: 2009
  • Duracion: 127'
  • Elenco: Guillermo Francella - Pablo Rago - Javier Godino
  • IMBD
  • Disponible en: Flow | Cablevisión
  • Tipo: Película

Ficha

Resumen

Benjamín Espósito (Ricardo Darín) acaba de jubilarse después de trabajar toda una vida como empleado en un Juzgado Penal, y decide escribir una novela basada en una historia real: un asesinato ocurrido en Buenos Aires en 1974, y la investigación para hallar al culpable. Pero una vez abierta la puerta de ese pasado al propio Espósito se le volverá imposible cerrarla. Ganadora de un Goya y del Oscar como mejor película extranjera, esta adaptación de una novela de Eduardo Sacheri es una película oscura, de múltiples lecturas, que combina el melodrama romántico con el thriller policial, pero que es sobre todo un interesantísimo retrato de la Argentina pre-dictadura.

Trailer

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Una película de múltiples lecturas, que se vuelve más apasionante cada vez que uno la piensa, la analiza, la comenta, aún a pesar de sus imperfecciones. Dentro de un buen elenco se destaca un sorprendente Guillermo Francella.

Justos y pecadores

El siguiente comentario incluye revelaciones sobre la trama de la película

 

Un inusual consenso entre crítica y público parecen coronar a El Secreto de sus Ojos como la película argentina del año, o de varios años, a juzgar por el entusiasmo que ha despertado (en Argentina lleva más de dos millones de espectadores). En el reciente Festival de San Sebastián era considerada la gran favorita por muchos, y cuando finalmente no recibió ningún premio la prensa acreditada la calificó como la gran e injusta ignorada por el jurado. Ahora tiene la revancha de representar a Argentina en la carrera para el Oscar 2010 a mejor película extranjera, y de concretarse una nominación sería la segunda para su director Juan José Campanella, quien ya fue candidato con El Hijo de la Novia (2001).

 

Todo esto parece indicar que estamos poco menos que ante una obra maestra, y no creo que sea el caso. Pero ciertamente se trata de la mejor película de Campanella hasta la fecha, sobre todo porque marca una clara maduración como narrador para quien venía del terreno más seguro de la comedia dramática amable (El Hijo de la Novia, Luna de Avellaneda). Luego de su paso por la industria televisiva (la miniserie Vientos de Agua, episodios para las series estadounidenses Dr. House y La Ley y el Orden), Campanella regresa al largometraje con una adaptación de la novela "La pregunta de sus ojos", de Eduardo Sacheri, con quien firma el guión. “La pregunta” se transforma en “el secreto”, y una trama que en la novela comenzaba en 1968 se traslada aquí a 1974, tiempos de inmediata pre dictadura. Y el resultado es una película imperfecta, sí, pero mucho más compleja y rica de lo que parece a primera vista, y eso la convierte precisamente en una obra de riesgo, de gran valor. Una película oscura, de múltiples lecturas, que se vuelve más apasionante cada vez que uno la piensa, la analiza, la comenta, aún a pesar de sus costados más flojos.


La trama policial es quizás el más notorio. Hay al menos un par de escenas que caen en clichés del género, que resultan poco creíbles, y que se sostienen apenas gracias a la intensidad de sus actores. Me refiero sobre todo a la escena en que la joven Irene logra quebrar con su “actuación” al asesino. Y también al (falso) plano secuencia en el estadio de Huracán, momento fundamental en la trama pero a la larga recordado más que nada por su vertiginoso virtuosismo técnico. Es un recurso que llena el ojo, si duda, pero en medio de una puesta en escena más bien sobria y contenida termina luciendo como un capricho de dirección digno de otra película.


Sin embargo, quizás lo más débil de todo este aspecto sea el personaje de Gómez, el asesino confeso, y no sólo porque el español Javier Godino no parece el actor ideal para semejante personaje; hay algo que no termina de cerrar en la personalidad de alguien que le escribe cartas a su madre en clave futbolera, que no se pierde ningún partido de Racing, que ama en secreto a una noviecita de la adolescencia y que confiesa un crimen aberrante ante lo que es a todas luces una provocación deliberada.


Pero por suerte El Secreto de sus Ojos no es solamente un policial. Es más: lo que en un simple ejemplo del género podrían pasar como puntos débiles, cabos sueltos o contradicciones, adquieren particular relevancia y significación en un asunto bastante más profundo que incluye, a su vez, una reinterpretación de la historia (la novela que Espósito está escribiendo), el retrato de una época turbia, una reflexión sobre la amistad y la justicia, y también una historia de amor (o, mejor dicho, dos). Lo bueno de una película de tantas facetas es que uno puede elegir con cuál quedarse (la investigación de un crimen, la amistad entre Espósito y Sandoval, el amor secreto de Espósito hacia Irene…). Pero a un par de días de verla - y con la necesidad de volver a hacerlo para seguir penetrando en su sugestiva complejidad - el aspecto que me la convierte en una película por demás interesante es todo ese mar de fondo que subyace en el contexto histórico-político.


Primero como retrato sutil de una época ominosa, la de la Argentina que se avecinaba: el gobierno de Isabel Perón, la Triple A, la violencia política, los reacomodos en el poder, la dictadura inminente. Y segundo, por su inquietante reflexión sobre la justicia en aquellos y en todos los tiempos; no es nada casual que Gómez, un psicópata homicida, sea liberado por un alto funcionario de gobierno para actuar como agente de la represión. En ese sentido, la escena quizá más tensa de toda la película es esa que ocurre dentro de un ascensor, sin diálogo alguno, símbolo perfecto de la convivencia forzosa entre el bien y el mal. Es una escena que habla a las claras de un régimen todavía “democrático” que ya operaba con total impunidad, desoyendo por completo a un Poder Judicial representado por hombres y mujeres de bien, como Irene y Espósito. El significado último de esa escena, como de gran parte de la película, se funde con la resolución de la trama policial, que involucra al viudo Morales (Pablo Rago) y su particular versión de la justicia por mano propia.


Uno podría seguir desgranando ideas, reflexiones, significados, logros. Como el entramado temporal que reconstruye la historia, como Espósito, entre pasado y presente, dejando entrever fragmentos de una, dos, tres vidas vacías. Tratando de imaginar cuánto de lo que vemos (de lo que se nos muestra) es imaginación literaria de Espósito (a veces idealizada, a veces cursi, como esa despedida en la estación de tren) y cuánto es la “verdad” dramática dentro de la ficción (¿lo es acaso esa suerte de final feliz?). Como ese vínculo entrañable y finalmente conmovedor entre Espósito y Sandoval, un casi irreconocible y perfecto Guillermo Francella. Cuando el primero bosqueja una hipótesis sobre el destino del segundo, la película adquiere toda una dimensión adicional sobre la amistad, la dignidad humana y el sacrificio. Es apenas una más de sus apasionantes lecturas; seguramente aparezcan otras la próxima vez que la vea.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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