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Ficha

Resumen

Jenny (Carey Mulligan) es una adolescente de 16 años que vive en los tranquilos suburbios de Londres con sus padres. En plenos años '60, su vida da un giro después de conocer a David (Peter Sarsgaard), un playboy de 35 años que la introduce a un mundo de cenas elegantes, clubes y viajes, poniendo en peligro su futuro en la Universidad de Oxford. Tanto el padre de Jenny (Alfred Molina) como la directora de su escuela y su profesora (Emma Thompson y Olivia Willliams) harán lo posible para que ella retome su educación. Dirigida por la danesa Lone Scherfig (Italiano para Principiantes), y basada en las memorias de Lynn Barber, esta historia de maduración recibió tres nominaciones al Oscar 2010: mejor película, mejor actriz (la sorprendente Carey Mulligan) y mejor guión adaptado (a cargo de Nick Hornby).

Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Un sutil e inteligente retrato de conductas en una época y sociedad cambiantes, animado por un gran elenco.

Enseñanzas debidas

Cuando se dieron a conocer las listas de nominados para los premios Oscar, no a pocos sorprendió que en los rubros de mejor película - nada menos -, mejor actriz y mejor guión adaptado apareciera este no muy publicitado film dirigido por la danesa Lone Scherfig (Italiano para Principiantes).

Lynn Barber, una conocida periodista inglesa, seguramente no pensó tales repercusiones al recordar en la revista Granta la historia de amor que vivió con un hombre 20 años mayor cuando solo tenía 14 años. Tomando ese relato como base, y con algunos cambios con respecto a la historia real - por ejemplo, la protagonista en el film tiene dos años más - el prestigioso escritor inglés Nick Hornby (Alta Fidelidad, Un Gran Chico) construye un inteligente guión donde se cuentan sus vaivenes amorosos, inmersos en una etapa - principios de los años 60 - en que la acartonada y conservadora sociedad inglesa era el mejor ejemplo de un ambiente en el que se gestaban cambios próximos a concretarse.

La anécdota se centra en la joven Jenny, poseedora de un alma rebelde, a quien su gran rendimiento estudiantil, leer a Sartre y escuchar a Juliette Gréco estaban muy lejos de llenarle el espíritu. Cuando aparece en su vida un hombre que la dobla en edad y que trae consigo un mundo lleno de sugestivas novedades, la chica y su familia se sienten proclives a torcer el previsible rumbo que tenían sus vidas hasta ese momento.

Vale aclarar que el film está lejos de agotarse en una historia de amor entre dos personas de edad tan disímil; justamente, si bien en el inicio de la relación se genera una eficaz expectativa y cierta cuota de misterio en lo que hace a las verdaderas intenciones del maduro galán, algunos comportamientos no se plantean con la fuerza más adecuada como para hacerlos creíbles, y el propio desenlace del vínculo aparece narrado de forma un tanto apresurada.

La película eleva definitivamente su estatura cuando, en el propio curso de la relación amorosa, centra su mirada en determinadas conductas comunes en una época en que la mujer era casi exclusivamente un mero instrumento para reproducir, y todo lo que pudiera hacer en la vida estaba dirigido a poder “conseguir el mejor marido posible”, pasando totalmente a segundo plano todo intento de realización personal. Sutil pero claramente, se plantea la gran posibilidad de que la mujer que peleara por llevar a cabo sus verdaderos deseos sufriera la soledad como consecuencia a esa realización.

Es en ese contexto donde algunas actuaciones femeninas realmente tallan a gran altura. Emma Thompson, Olivia Williams y en especial Cara Seymour en el rol de la madre de Jenny, componen sus personajes con tal sutileza e intensidad que realmente conmueven. La parte masculina del elenco no le va en zaga y tanto Alfred Molina como Peter Sarsgaard - padre y pareja de Jenny respectivamente - completan un elenco de gran nivel. A propósito, he dejado para el final a la protagonista, Carey Mulligan, muy elogiada por esta labor. En mi caso, estoy un poco en contra de esa corriente; no es que me haya parecido mala su actuación, para nada, pero en mi opinión Mulligan no logró disimular sus reales 22 años, detalle para nada menor si tenemos en cuenta que su papel representaba a alguien que debía expresar la frescura y el desenfado de alguien de 16.

A modo de conclusión, la película cumple en llamar a la reflexión en cuanto a lo degradante que - aún sin intención - pueden llegar a ser algunos estilos de vida. El secreto está en darse cuenta a tiempo.

Por Pablo Delucis para Cartelera.com.uy