Cometas en el cielo

Cometas en el cielo

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  • Titulo original: The kite runner
  • Dirección: Marc Forster
  • Género: Drama
  • Protagonistas: Khalid Abdalla - Atossa Leoni
  • País: Estados Unidos Año: 2007
  • Duracion: 2h02'
  • Elenco: Shaun Toub - Sayed Jafar Masihullah Gharibzada - Zekeria Ebrahimi
  • Sitio oficial IMBD
  • Disponible en: DVD
  • Tipo: Película
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Ficha

Resumen

Tras 20 años de vivir en Estados Unidos, Amir (Khalid Abdalla) recibe una llamada de larga distancia y regresa al Afganistán del régimen Talibán. El viaje, marcado por la culpa y la búsqueda de redención, revive los recuerdos de su infancia: su amistad con Hassan, el hijo del sirviente de su familia; su deseo irrefrenable de contentar a su padre; los campeonatos de cometas en invierno; y un terrible episodio del que no ha podido olvidarse jamás. Cometas en el Cielo es la adaptación de la novela de Khaled Hosseini, que ofrece un recorrido sentido y sensible por la historia reciente de Afganistán, desde la revolución que antecedió a la invasión soviética de 1979 hasta los tiempos de los talibanes antes de la invasión norteamericana, en el año 2001.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Sensible y ligera adaptación de una novela exitosa, con buenas actuaciones, hermosa música, y una aproximación superficial aunque ilustrativa a la historia reciente de Afganistán.

Expiación

“Me convertí en lo que hoy soy a la edad de 12 años, en un día gélido del invierno de 1975.” Así comienza The Kite Runner (o Cometas en el Cielo, según su título en español), primera novela del afgano radicado en Estados Unidos Khaled Hosseini (Kabul, 1965). En estos días, Cometas en el Cielo se vende muy bien en el mercado hispanoamericano, después de que su edición original en inglés, de 2003, permaneciera varias semanas en las listas de los libros más vendidos. Similar éxito acompaña a su segunda novela, Mil Soles Espléndidos (2007), confirmando a un nuevo autor de best-sellers internacionales.

Hay algo de fascinación por culturas exóticas en el éxito editorial de Hosseini, sobre todo en una época en que Medio Oriente ha pasado a ser noticia permanente en los medios de comunicación. Y en especial por Afganistán, ese territorio históricamente vejado por potencias extranjeras, y primera parada de Estados Unidos y sus aliados en la “guerra contra el terrorismo” (el país fue invadido semanas después del 11 de setiembre de 2001, mientras el humo y el polvo de las Torres Gemelas todavía no se habían disipado). Esa ofensiva contra el régimen talibán, continuada luego en ocupación sangrienta e interminable contra el resto de la población, no hizo otra cosa que pronunciar las diferencias étnicas y sociales ya existentes en el país del suroeste asiático. De algunas de esas divisiones da cuenta Cometas en el Cielo, que es -si bien de manera superficial- un recorrido sentido y sensible por la historia reciente de Afganistán, desde la revolución que antecedió a la invasión soviética de 1979 hasta los últimos tiempos de los talibanes en el año 2000.

Claro que ni el libro ni la película buscan ser una lección de historia, sino apenas el retrato de una amistad marcada por la complicidad infantil, los celos, la culpa, y finalmente la necesidad de redención y expiación. La conflictiva historia es en todo caso el marco, el trasfondo, que por supuesto incide en los acontecimientos y define muchos de ellos pero no son su esencia. De lo que se trata aquí es de cómo sanar heridas, comprometerse con algo y defender una causa, aunque más no sea el recuerdo doloroso de una amistad truncada.

Es inevitable que la adaptación al cine (a cargo del guionista David Benioff) condense la historia y suprima gran parte de su desarrollo. Lástima que en ese proceso también se pierde algo de la profundidad emotiva que, sin ser un gran libro, posee la obra de Hosseini. La narración en primera persona, rica en detalles y observaciones, compromete mucho más al lector que al espectador de la película, algo particularmente notorio cuando la lectura del libro está todavía fresca en la memoria. Es un poco inevitable sentir que la película transcurre casi como un trámite, sin permitirle al espectador una aproximación mucho más sensible a la historia. Es uno de esos casos en los que me atrevo a afirmar que quienes no hayan leído la novela probablemente se lleven una mejor impresión de su versión cinematográfica.

Que tiene su atractivo, de todos modos. Para empezar, el director Marc Forster (un suizo-alemán que ha dirigido cosas tan disímiles como Monster’s Ball, Descubriendo el País de Nunca Jamás, Más Extraño que la Ficción, y la próxima aventura de James Bond) sabe contar la historia de manera efectiva, sin perder de vista cierta sensibilidad y sacando buen partido de un diseño de producción (de Carlos Conti) que le permitió recrear el Afganistán de fines de los ’70 en la China del siglo XXI (paisajes no muy diferentes, a decir verdad). Hay algunos momentos entrañables, como esa escapada al cine en la que los dos chicos ven por enésima vez una copia de Los Siete Magníficos doblada al persa, proveniente del vecino Irán; o la lectura de una carta que ha llegado un poco tarde a su destinatario. Y hay otros más rutinarios y hasta inverosímiles, como casi todo el tramo final (incluyendo esa fuga que parece de otra película).

Por suerte Forster cuenta con un buen elenco de casi desconocidos, donde se destaca la labor de Khalid Abdalla (que hizo su debut como el terrorista líder en Vuelo 93), y la naturalidad de los dos chicos que interpretan a Hassan y Amir. Hay un hermoso comentario musical a cargo del español Alberto Iglesias, y es destacable que se hayan respetado los verdaderos idiomas de los personajes en su etapa asiática (persa, pashto y urdu), lo que aporta autenticidad a la película.

Hay una derivación absurda y lamentable de todo esto, que da cuenta de hasta qué punto las divisiones internas y el fundamentalismo irracional (alimentados por la intervención extranjera) siguen rigiendo el destino de los afganos: Ahmad Khan Mahmidzada, el pequeño actor no profesional de origen hazara que interpretó a Hassan, debió abandonar Afganistán con su familia ante las amenazas de ajusticiamiento recibidas por haber ‘padecido’ un acto como el que protagoniza, ya que se considera que eso denigra a los de su etnia (quienes hayan visto la película sabrán a qué me refiero). Lo terrible de esto no es que haya gente que no sepa diferenciar entre la vida real y una película; lo terrible, lo trágico, es que aún en la vida real alguien considere que una víctima de semejante acto merezca además ser ajusticiada. Hay veces en que la realidad supera a la ficción con creces. Tristemente en este caso.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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