D.F. Destino final

D.F. Destino final

Presentado por
  • Titulo original: D.F. Destino final
  • Dirección: Mateo Gutiérrez
  • Género: Documental
  • País: Uruguay Año: 2008
  • Duracion: 110'
  • Tipo: Documental
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Ficha

Resumen

Una "necesidad emocional" llevó a Mateo Gutiérrez a develar en un documental la imagen de su padre, Héctor 'Toba' Gutiérrez Ruiz, para recuperar una figura convertida en mártir tras su asesinato en 1976 en Buenos Aires, junto con Zelmar Michelini, William Whitelaw y Rosario Barredo. D.F. Destino Final cuenta con entrevistas a personas que testimoniaron un momento u otro de la vida del ex presidente de la Cámara de Diputados asesinado por la dictadura.

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Comentario de Cartelera.com.uy

En pocas palabras…: Un documental valioso y conmovedor que trasciende el retrato íntimo de Héctor Gutiérrez Ruiz para convertirse en un testimonio clave sobre uno de los episodios más trágicos de la dictadura.

Comprender el Uruguay actual

El 20 de mayo de 1976 aparecieron, en el interior de un auto abandonado en la intersección de las calles Perito Moreno y Dellepiane, en Buenos Aires, los cuerpos maniatados y acribillados de los ex legisladores uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, junto a los de los ex tupamaros William Whitelaw y Rosario Barredo. Los dos primeros –Michelini como senador del Frente Amplio y Gutiérrez Ruiz como diputado del Partido Nacional y presidente de la Cámara de Representantes al momento del golpe de Estado de 1973- se encontraban exiliados en la capital argentina, desde donde venían denunciando crecientemente la falta de libertades y las violaciones a los derechos humanos perpetradas por la dictadura cívico-militar que regía en Uruguay.

Sus crímenes, cometidos con sanguinaria saña, se convirtieron en un símbolo de la brutalidad e impunidad con que operaban los represores de la región, coordinados bajo la oscura sombra del Plan Cóndor. Tan es así que, como se sabe, cada 20 de mayo se realiza por el centro de Montevideo una marcha de silencio que, en recuerdo de aquellas muertes, reclama verdad y justicia en el esclarecimiento de los crímenes de la dictadura, incluyendo el destino de los detenidos desaparecidos.

Treinta años después de aquellos hechos, Mateo Gutiérrez –uno de los cinco hijos que Gutiérrez Ruiz tuvo con su esposa Matilde Rodríguez- encaró una reconstrucción de la memoria de su padre más allá de la imagen del mártir de la que se apropió todo un país (bueno, casi todo). Movido por una entendible "necesidad emocional" –canalizada desde su profesión de realizador audiovisual- emprendió una investigación personal -entre Montevideo, Buenos Aires y España- que le implicó revisitar episodios traumáticos que marcaron su vida y la de su familia (Mateo tenía seis años cuando fue testigo del secuestro de su padre). Y en el intento por reencontrarse con aquella figura paterna arrebatada y con su propia historia, finalmente lo que hace es aportarle al Uruguay una pieza testimonial fundamental para entender al menos parte de lo que significó la dictadura.

Porque el retrato, si se quiere, íntimo –y no exento de humor- del ‘Toba’ Gutiérrez Ruiz, a través del testimonio de amigos de su infancia y juventud, correligionarios políticos y familiares (fundamentalmente de su viuda Matilde y de su hijo Juan Pablo) rápidamente da paso al del dirigente y legislador comprometido, al del perseguido político y finalmente víctima de la salvaje represión de aquella época. Y en ese retrato de su imagen más pública inevitablemente se cuela el de Michelini y también en parte el del matrimonio Whitelaw-Barredo, cuyos destinos se vieron trágicamente ligados. Es un retrato entrañable, conmovedor, por momentos muy revelador –acompañado de innumerables imágenes de archivo hasta ahora inéditas-, y hasta tal punto intenta trascender lo ya sabido o conocido que, por ejemplo, los únicos hijos de Michelini que no aportan sus testimonios son precisamente Rafael y Felipe, los dos más conocidos y que siguieron la carrera política de su padre. Es como si Gutiérrez hubiese querido ir al rescate de esas otras voces que ayuden a complementar la historia ya conocida, o la imagen más arraigada, de dos de las víctimas más representativas de la dictadura. Y en el proceso asume él mismo el rol de observador, que apenas da cuenta de su subjetividad cuando anota algún párrafo introductorio o cuando identifica una fotografía del cadáver de Gutiérrez Ruiz como “mi viejo”.

A juzgar por los aplausos y algunos comentarios que se escuchaban en la sala, uno diría que aquella "necesidad emocional" que movió a Mateo Gutiérrez a hacer este removedor documental es compartida por otros uruguayos, incluidos muchos que no conocimos a su padre. Porque de alguna manera aquello que le pasó a su familia desde la noche del 18 de mayo de 1976, así como a los Michelini, en definitiva nos pasó a todos, más allá de nuestras diferencias ideológicas y de lo que elijamos creer y defender aún sabiendo lo que ocurrió. Y es imposible no estremecerse cuando Juan Raúl Ferreira recuerda la imagen de Marcos Gutiérrez, el mayor de los hijos del ‘Toba’, que con 13 años de edad golpeó su puerta en mitad de la noche para avisarle que se habían llevado a su padre. Cuando Ferreira dice que de algún modo ese chiquilín se vio obligado a crecer de golpe, a enfrentar una dura realidad para la que no estaba preparado, se me antoja pensar que lo mismo le pasó al país, a pesar de que algunos uruguayos prefirieron –y prefieren- negarlo.

Con toda lógica, Mateo le dedica la película a su hermano Marcos, que murió tempranamente en el 2000 a los 37 años de edad. Marcos fue docente de historia, y poco antes de morir había ganado una licitación del CODICEN para escribir un texto de Historia para tercer año del Ciclo Básico. El resultado, que escribió junto a su compañera Sandra Cabanilla, se llamó "Comprender el Uruguay actual"; era la primera vez que un texto liceal incorporaba al estudio curricular el período de la dictadura.


Por Enrique Buchichio para Cartelera.com.uy

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